En
México, “el cuarto poder”, como se le suele llamar a los medios masivos
de comunicación, sobrepasa al Legislativo, al Ejecutivo y al Judicial.
Por medio de la televisión, la radio, los medios impresos y digitales,
la mafia del poder ha manipulado millones de mentes y administrando a
modo la ignorancia.
El país se resquebraja y se vende por pedazos. Se ha venido destruyendo al campo, a la educación pública, a la salud pública, al medio ambiente. No hay trabajos, y los que hay son poco dignos.
Los empresarios, conservadores europeizados, mejor conocidos en nuestro país como “políticos”, no son más que empleados del capital internacional. Son los mismísimos artífices de que la economía dependa del exterior, convirtiéndonos, en ocasiones, en campeones de la emigración, de la obesidad, de la corrupción, de la violencia y de la impunidad. Las llamadas “Reformas Estructurales”, que se han venido implantando últimamente, se acercan más a las necesidades del Fondo Monetario Internacional (FMI), que a las necesidades reales de la gente.
Estas políticas no buscan solucionar el problema de los 80 millones de pobres. Por el contrario, las políticas elitistas de corrupción y privilegios producen pobreza, inseguridad, desigualdad y más de lo mismo.
Está claro, los intereses de la oligarquía son unos y los intereses del pueblo son otros. Ellos serán siempre los opresores, nosotros seremos siempre los oprimidos. Esta elite de poderosos que se creen dueños de México, hará todo lo que esté a su alcance por mantener sus privilegios y mantener el control de las posiciones importantes.
Por todo ello, siempre que el gobierno esté lleno de bandidos, regenerar al país será una tarea pendiente: democratizar a los medios de comunicación; crear una economía que vaya de acuerdo con el interés nacional, para que la riqueza alcance para todos, y dejar de crear más pobres (mucho más pobres) y menos ricos (mucho más ricos); concebir una estrategia para acabar de raíz con la gangrena institucional, para dejar de ser un paraíso de la impunidad y de la corrupción; concebir una estrategia energética nacional para que los recursos de los energéticos sirvan al cien por ciento a los mexicanos y al desarrollo del país; producir nuestra propia comida para no comprar alimento con químicos del extranjero. De raíz, regenerar al país para que haya educación, salud, trabajo, vivienda y alimentación para todos. Mientras no logremos regenerar al Estado degenerado, estos gobiernos seguirán gobernando a espaldas de los mexicanos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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