Paty, 23 años*.
México es el primer lugar mundial en violencia sexual contra las mujeres: cifras de la ONU revelan que 44 por ciento de las mexicanas ha sufrido este tipo de violencia.
La Casa Mandarina, organización que desde el año 2000 trabaja la violencia sexual y doméstica en México, dice que estadísticamente una de cada tres personas ha sido abusada sexualmente en el país. Y no sólo en los espacios públicos, sino dentro de la pareja.
Mora Fernández, directora de la agrupación, explica que en nueve de cada 10 casos el abusador es una persona conocida. Generalmente esto pasa en ambientes de confianza, con personas cercanas, y el principal problema es que este tipo de violencia dentro de la pareja está normalizada.
“Todas y todos tenemos internalizado esto. Como ‘no prendas el boiler si no te vas a meter a bañar’. A veces la gente no hace el link de cómo el feminicidio tiene que ver con chistes de violación”, abunda.
Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2011 (con las cifras oficiales más recientes), la violencia que más afecta a las mujeres es la del ámbito familiar o de relaciones cercanas o de alta confianza.
Del total de las mexicanas de 15 años o más que han tenido al menos una pareja en su vida, 47 por ciento dijo haber sido agredida por su actual o última pareja durante su relación.
“Lo que él hacía era que en las noches mientras yo me dormía el me despertaba y se empezaba a masturbar conmigo, me besaba, me tocaba, y al final cuando él ya estaba realmente excitado me penetraba y… me despertaba obviamente el que me penetrara. Y… me besaba y todo hasta que terminaba. Esto lo hizo casi un mes, como casi 15 días durante todas las noches, y… también me ridiculizó un poco en el aspecto que yo no me depilaba y él iba y me dijo yo te depilo, y ese acto de que él me depilara sentí como que me forzó y al final de cuentas es algo absurdo, pero siento que es algo importante…
“Incluso una vez que estuve muy borracha no abusó de mí porque me dio miedo o porque ya estaba harta yo de eso, y le empecé a decir que no, que me dejara, estaba otra persona y le dije que no me dejara sola, porque no quería tener sexo, me iba a doler, y vomité y me puse muy mal, y al otro día él estaba muy enojado conmigo porque yo había dicho eso a la otra persona, y yo creo que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad, y de alguna manera en ese momento como que mi subconsciente reaccionó y dijo no, o lo dices o te van a meter una de aquellas.”
Silvia, 27 años.
ABUSO DE CONFIANZA
Las cifras de la Endireh 2011 ubican al estado de Puebla en el sexto lugar nacional en mujeres mayores de 15 años que dijeron haber padecido violencia emocional a lo largo de su última relación (44.8 por ciento, arriba del promedio nacional de 42.4 por ciento).
Y si bien Puebla ocupa el lugar número 12 en violencia física (con 14.5 por ciento de sus habitantes mujeres, arriba del promedio nacional de 13.5 por ciento), ocupa el tercero en violencia sexual en la pareja, pues 9.2 por ciento de las poblanas mayores de 15 años dijeron haber sufrido este tipo de violencia, arriba del promedio nacional de 7.3 por ciento.
El 46.7 por ciento de la población femenina (casi 10 puntos porcentuales arriba del promedio nacional), es decir una de cada dos poblanas, sufrió algo tipo de violencia dentro de la pareja.
La actualización del Programa Estatal para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en el estado de Puebla 2011-2017 reporta que 55 mil 997 mujeres dijeron haber tenido al menos un incidente de violencia sexual con su ex pareja cuando todavía estaban en una relación.
“Recuerdo que en mi ‘peda’ (borrachera) le hablé a mi hermana y le dije ‘oye, es que no sé dónde estoy, estoy con R.’. Ella sabía que estaba saliendo con él, entonces me dijo pásamelo, se lo pasé y ya él le dijo dónde estaba y pues decidió mi hermana que me mandaba un taxi. En ese lapso yo le dije a R. que me sentía súper mal y quería dormir un poco.
“Caí muerta y de repente lo vi encima de mí, pero fue como así de ‘güey, qué pedo’, o sea, me estaba cogiendo. Yo no pude siquiera reaccionar chido porque le dije ‘qué pedo, qué te pasa’, y me dijo ‘hey, no mames, ahora resulta que te haces la muy digna’. Empezó a decirme madres, me asusté muchísimo pero siguió cogiendo, no sé, fue como extraño.
“Llegó el taxi y me dejó en casa de mis papás. Después volví a salir con él, no sé por qué razón, y agarró y me dijo: ‘pues como esa vez que te violé’. Fue así como de ‘hey, no mames’, no le dije nada porque aparte fue como un pedo que me inmovilizó demasiado”.
M. 26 años.
Más allá de los peligros, abunda Mora Fernández, una se tiene que estar cuidando de no ser violada: “Nadie se pregunta por qué los hombres maltratan, por qué violan”.
¿Y por qué pasan los casos de feminicidio? Porque las instituciones, explica, la hacen las personas: jueces y juezas con creencias y mitos con los que todos crecemos, el mito de que los hombres no se pueden controlar, que “son animales”, que son “machos de puro instinto”.
La especialista explica que la violencia en la pareja no es un accidente, pues es algo premeditado. Y los abusos que se hacen en un ambiente de confianza y hasta de un supuesto cariño son difíciles de entender para la sociedad en general, que tiende a culpar a la víctima. Pero este tipo de abusos pasan en todos los ámbitos: a cada quien le llega desde un lugar diferente.
Ideas como “le tienes que cumplir a tu novio”, observa Fernández, que muchas veces vienen de la mamá o las propias amigas, desembocan en el por qué las mujeres no se dan cuenta que han sido violadas.
“El que no lo nombres no quiere decir que no suceda. Hay violencia doméstica en novios, en personas casadas, y sí es posible de detectar. Estos son los tipos de casos que pueden terminar en feminicidio”, señala la experta.
“Estaba con unos amigos y primero empezamos a tomar chelas (cervezas), pero después nos empezamos a meter pastillas y cosas así; el compa este pues ya me conocía o nos conocíamos desde hace como cinco, seis años, y bueno él en un inicio me tiraba la onda, pero después le comenté que no me latían los chavos sino las morras, entonces nunca se concretó nada entre nosotros.
“Y ese día en la fiesta pues estábamos demasiado enfiestados, y yo me terminé quedando con él, pero sin darme cuenta que en un momento ya estábamos cogiendo; no me acuerdo mucho pues me comí como dos o tres ‘tachas’, y pues ese güey es un poco como drogadicto y el único recuerdo que tengo después de haberme despedido de mis amigos y de haberme acostado a dormir y haberle pedido chance de quedarme en su casa, es que yo estoy encima de él y pues aparentemente llevábamos cogiendo ya un rato porque me dice cosas como ‘güey ¿ya estuvo no? Ya me cansé’.
“Entonces sí fue un sacón de onda fuerte porque en realidad yo no estaba consciente. Yo lo sentí después como un abuso, porque ya llevábamos bastante tiempo como compas, y pues nunca había pasado algo así, no conscientemente”.
P. 28 años.
LEGITIMACIÓN DE LA VIOLENCIA
Cirilo Rivera García, de la agrupación Hombres Trabajando(se), sostiene que vivimos en una cultura de negar la violencia sexual mediante su legitimación.
“¿Por qué la negamos? Primero porque vivimos en una cultura patriarcal, que reconocemos como una cultura machista, en la cual a los hombres se nos ha privilegiado por nacer con pene y testículos, suena muy trillado, pero esto se ve reforzado en espacios de socialización, donde los hombres tenemos todas las oportunidades de apropiarnos de los espacios que creemos que nos corresponden.
“Es decir, nos apropiamos y lo que hacemos es poner en las orillas a las mujeres: tú no puedes entrar a esto, y si quieres te debes aguantar”, explica.
El experto que trabaja en la sensibilización del rol de género masculino dice que a las mujeres y a los hombres se les da el modelo de “amor romántico” de cuidado y protección, y entonces se cree que la violencia sexual es “sólo el que viola”, y mientras no haya golpes ni violencia evidente y existan estas prácticas de galantería, enamoramiento y una supuesta protección del hombre hacia la mujer sólo se ven los resultados a gran escala.
Rivera García señala que los resultados de menor escala, como el abuso sexual en la pareja, no se ven porque está montado dentro de un discurso de “amor romántico”.
Cuenta que trabajando con un grupo de hombres se les preguntó qué esperaban en una relación, y la mayoría dijo “yo lo que espero es que haya sexo”.
Entonces, agrega Cirilo Rivera, se legitima ese discurso de que “si voy a hablar con alguien va a hacer lo que yo quiera. La violencia sexual no solamente se compone desde la violación como tal, es decir penetración, sino tiene que ver en toda la violación que hay sobre su cuerpo, afectos, creencias, tocarla cuando ella no quiere”.
Al recopilar los testimonios, todas las entrevistadas dijeron al principio no haber definido lo que pasó como una violación, porque fue dentro de una relación de confianza con su pareja o una persona conocida.
“Estaba saliendo con un vato y fuimos a un ‘rave’, pero yo estaba así como hasta el huevo y me metí a la casa de campaña, y todo estaba como muy chido, pero como dos semanas después estábamos teniendo sexo y de la nada yo como que ya no quise que me diera sexo oral, y después él me dijo ‘ay, pero hace dos semanas bien que querías’, y le dije ‘hace dos semanas qué pedo’, y ya me dijo ‘como estabas toda drogada y peda ni te acuerdas, pero bien que lo estabas disfrutando’.
“Yo creo que todavía tengo como muy nublado ese recuerdo, pero sí creo que tuvo como una afectación extraña porque pues como que el sexo oral hacia mí me cuesta como mucho trabajo, dejar que me hagan sexo oral es para mí muy complicado, y recuerdo que estaba súper adolorida después del rave, estaba llorando un chingo, y creí que era como el pedo de la serotonina, pero cuando él me dijo, como que empecé a atar cabos, pues no sé, ese güey abusó de mí”.
C. 27 años.
SUBREGISTRO EN DENUNCIAS
El Código Penal de Puebla, en su artículo 267, dice que “al que por medio de la violencia física o moral tuviere cópula con una persona sea cual fuere su sexo, se le aplicarán de ocho a 20 años de prisión y multa de 50 a 500 días de salario. Se entiende por cópula la introducción del pene en el cuerpo humano por vía vaginal, anal o bucal”.
Aunque se incluye “violencia moral” en la definición, parece que al Estado no le interesa dar un seguimiento al tema. Las cifras estatales más recientes son de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Familias en México (Endifam) 2012, realizada por el DIF estatal, en la que apenas se habla de la violencia sexual en la pareja.
Las cifras actualizadas de delitos sexuales son las recogidas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) y demuestran que aunque Puebla no está en los primeros lugares del país en denuncias y averiguaciones previas, los delitos sexuales se duplicaron de enero de 2014 a enero de 2015.
Durante el primer mes de 2014 hubo 23 violaciones y 62 “otros sexuales”, mientras que en el mismo periodo de 2015 fueron 51 violaciones y 52 “otros sexuales”. Para la misma etapa de este 2016 las cifras prácticamente se mantuvieron, con 50 violaciones y 30 de “otros sexuales”.
“Desperté desnuda y el tipo con el que salía en ese entonces estaba vestido, sentado en mi escritorio, riéndose. Me había pintado unos bigotes; no había dormido porque se había drogado, pero yo no, sólo estaba borracha, recuerdo que llegamos a mi casa y nos desnudamos y perdí la consciencia.
“Después, riéndose, me dijo que habíamos cogido, sin condón, y que yo lo había provocado, que cómo que no me acordaba. Pasaron meses hasta que acepté que eso era una violación”.
Aracely, 26 años.
Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2014, el subregistro de delitos que no se denuncian en el país es de 92.8 por ciento. Y la violencia sexual en la pareja es todavía menos visible porque se toma como algo “normal”, parte inherente del noviazgo o matrimonio.
Puebla es una de las 19 entidades donde existe un Centro de Justicia para las Mujeres, especializado en atender violencia de género, pero según cifras de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), fue uno de los que menos presupuesto tuvo.
El gobierno estatal gastó 5 millones de pesos (mdp) en el Centro de Justicia, mientras que en entidades como Hidalgo –que tiene la mitad de la población de Puebla– el monto fue de 14 mdp.
*Los nombres fueron modificados y reservados a petición de las entrevistadas que dieron su testimonio.
**Este artículo fue retomado del portal ladobe.com.mx.
Por: Aranzazú Ayala Martínez**
Cimacnoticias | México, DF.-
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