CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Juan Armando
Hinojosa no solamente construye casas, sino que también las destruye.
Gracias a la generosidad del compadre de Enrique Peña Nieto, Angélica
Rivera hoy puede pasear tranquilamente por su millonaria “Casa Blanca”
probando vestidos y perfumes extravagantes y de mal gusto. Y debido a la
ambición y la avaricia del mismo empresario con cientos de millones de
dólares en paraísos fiscales, de acuerdo con los #PanamaPapers, el
dirigente otomí Armando García Salazar ya no tiene dónde pasar la noche.
El pasado lunes 11, la maquinaria pesada de la empresa Autovan,
filial del Grupo Higa, avanzó en contra de los pobladores de
Xochicuautla con el fin de limpiar el camino para construir una nueva
carretera de cuota en beneficio de las cuentas bancarias de Hinojosa.
Los empleados de la constructora violaban así una suspensión judicial
que tiene detenidas las obras en defensa de los derechos de los
pobladores de la zona. Pero la ley importa poco cuando se cuenta con el
respaldo de la fuerza despótica del Estado neoliberal.
Cientos de granaderos del Estado de México armados con la recién
aprobada “Ley Atenco”, que legaliza la violación generalizada de los
derechos humanos de manifestantes y activistas sociales, acompañaron a
los trabajadores de la empresa. La compañía primero aplastó el
campamento de “la digna resistencia” del Frente de Pueblos en Defensa de
los Recursos de la Madre Tierra para después destruir la casa de García
Salazar y otros pobladores de la zona. Mientras, los policías
repelieron con la fuerza a los habitantes que querían ingresar a su
propiedad.
Llama la atención la inversión total de la historia en comparación
con el caso del desafuero de Andrés Manuel López Obrador en 2005. En
aquella ocasión también se buscaba construir una carretera, pero tanto
las circunstancias como las consecuencias fueron radicalmente
diferentes. Hace una década el predio era propiedad de un empresario
poderoso, el camino tenía el objetivo de facilitar el acceso a un
hospital y el jefe de Gobierno no violó amparo alguno porque había
suspendido por completo la obra. Aun así, se utilizó toda la fuerza del
Estado y de los medios de comunicación para descalificar, desaforar y
enjuiciar al popular político tabasqueño con el fin de descarrilar su
eventual candidatura presidencial.
Hoy ocurre todo lo contrario. Si bien Eruviel Ávila, Hinojosa y Peña
Nieto se han visto obligados a suspender temporalmente su obra, no habrá
ninguna consecuencia mediática o jurídica de las graves violaciones ya
cometidas en agravio al pueblo de Xochicuautla. Se ratifica una vez más
el doble estándar autoritario de los poderes mediáticos y judiciales
respecto de la aplicación de la ley.
Como ha señalado Jenaro Villamil en estas mismas páginas, llama la
atención que en el mismo momento en que ocurría el desalojo ilegal de
los indígenas otomís de sus tierras en el Estado de México, Peña Nieto
paseaba con el presidente de Alemania, Joachim Gauck, presumiendo las
piezas olmecas exhibidas en Berlín como parte del Año Dual
México-Alemania. La simultaneidad de estas dos acciones captura con gran
elocuencia la profunda hipocresía que caracteriza al gobierno actual.
Al día siguiente, el martes 12, ocurrió otra coincidencia
esclarecedora. En el mismo momento en que el presidente mexicano
presumía con los gobiernos europeos su supuesto respeto por los derechos
humanos, uniformados procedían a desalojar violentamente a los
normalistas de Michoacán que protestaban por la falta de pago de becas y
de gastos operativos para las ocho escuelas normales de la entidad. Con
gran valentía, los normalistas reclaman el pago de un monto, 8 millones
de pesos, que equivale a menos de una docena de spots gubernamentales
en Televisa y a una pequeña fracción del costo del nuevo avión
presidencial.
Pero los normalistas de Michoacán no son compadres del presidente.
Así que en lugar de acceder a sus demandas, el gobernador michoacano,
Silvano Aureoles, recibió la orden de reprimir a los activistas sin
piedad alguna. Recordemos cómo apenas hace unos meses, en diciembre de
2015, Aureoles envió docenas de normalistas a la cárcel como presos
políticos en castigo por su dignidad rebelde.
El miércoles 13 un grupo de indígenas tarahumaras clausuró el
aeropuerto Barrancas del Cobre en la ciudad de Creel, Chihuahua, en
protesta por el incumplimiento de una sentencia judicial que demanda una
reparación de daño a la comunidad por las afectaciones ambientales y
sociales generadas por la construcción del aeropuerto. Los indígenas
reclaman acceso a agua potable, el saneamiento de dos ojos de agua,
reforestación y la liberación de veredas naturales que les permiten
acceso a escuelas, hospitales y otros servicios públicos. Denuncian que
lo único que han recibido de parte de las autoridades han sido pretextos
y tácticas dilatorias.
Cada día el pueblo tolera menos los abusos del poder gubernamental y
de una economía controlada por una mafia de compadres. La tasa de
aprobación para el presidente de la República hoy se encuentra en su
punto más bajo en las últimas décadas y cada vez menos personas creen
que el país “va por buen camino” (sólo 13%, de acuerdo con el último
sondeo del periódico Reforma).
Los mexicanos están despiertos y se encuentran en pie de lucha a lo
largo y ancho del territorio nacional. Ya se inició el proceso de relevo
político tan necesario para salvar a la patria. l
www.johnackerman.blogspot.com
@JohnMAckerman
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