Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Para
el presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación,
Juan Díaz, “la cultura de la trasparencia no es una ocurrencia o un
hecho aislado” y “es el único sindicato que tiene convenio de
transparencia”, por tanto “somos el sindicato más transparente de
México”.
Aclaró que no lo dice él, sino Ximena
Puente de la Mora, consejera presidenta del Observatorio Público de
Transparencia e Información, “organismo auxiliar del Consejo General
Sindical emanado de los mandatos del VI Congreso Nacional
Extraordinario” del SNTE. Es decir, la misma casa avala los dichos
vertidos en Chihuahua por el hombre impuesto por el jefe del grupo
gobernante, a la cabeza del sindicato más numeroso de América Latina,
para desbrozar el camino a la reforma educativa y mandar a prisión a
Elba Esther Gordillo, la madrina de Díaz hasta el 28 de febrero de 2013,
tras dirigir el sindicato 24 años.
Dice el
bailarín jalisciense de Santa Gertrudis, Huejuquilla, virtud con la que
conquistó la voluntad y todo el apoyo de La Maestra, que “el proceso de
la cultura de la rendición de cuentas en nuestro país nos parece
extraordinario”.
Tan extraordinario como
inexistente es en sentido estricto, pues la discrecionalidad en el
manejo de recursos sindicales y en este caso públicos porque son
trabajadores del Estado, hoy como ayer con Gordillo Morales es la
práctica predominante, porque la corrupción aún es el aceite que hace
funcionar la maquinaria del sistema político, desde la cúspide de la
pirámide hasta la base, con y sin economía abierta y dictadura del
mercado.
Estos lidercitos amamantados por el poder
y usados hasta que le son funcionales, como sucedió con Joaquín
Hernández, Carlos Jonguitud y muchos otros, no acaban de entender que la
opinión pública y publicada con nuevas y pujantes formas de expresión
en las redes sociales, resultan más eficaces que los acotados y con
frecuencia cooptados mecanismos y dirigentes de transparencia
institucional, para dar seguimiento al enriquecimiento ilícito de los
líderes sindicales, prestanombres y familiares.
Como
lo documentó Francisco Rodríguez en Índice político del pasado 22 de
abril, con base a información propia y la brindada una semana antes por
The Miami Herald, “un lidercillo sindical del magisterio oficial,
llamado José Bernardo Quesada Salas –cuyo único logro es ser compadre y
prestanombres de Juan Díaz de la Torre, secretario general del SNTE– ha
resultado un magnate, hasta hoy desconocido”.
De
acuerdo con información del periódico estadunidense y el juicio del
columnista “en sólo cuatro años, este diminuto sindicalista adquirió
condominios playeros en el condado Dade por la cantidad de 8.2 millones
de dólares, algo que para quien ocupa una modesta posición sindical en
representación de los trabajadores del Instituto Politécnico Nacional es
mucho más que una osadía”.
Rodríguez asegura que
“Las propiedades, verdaderamente fastuosas, según se observa en las
fotos que se publican, se ubican en las exclusivas zonas residenciales
de los realmente poderosos: en Brickell, Miami Beach, Mission Beach y
Sunny Isles Beach”. (http://www.indicepolitico.com/bernardo-quezada-asaltante-maestros/).
De
ese tamaño son los negocios del jefe de Quezada Salas, diputado del
Partido Nueva Alianza, al que publicita gustoso Gabriel Cuadri. Los
dirigentes negaron respuestas a las preguntas del diario de Florida,
seguramente porque no las tienen para el enriquecimiento inexplicable
del líder del “sindicato más transparente de México”.
@IbarraAguirreEd
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