Eduardo Ibarra Aguirre
La práctica tan recurrente como desgastada del secretario de Educación Pública de amenazar a los profesores que se agrupan en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación –fundada en diciembre de 1979, lo que indica que no es una coordinación de organizaciones improvisadas que cualquier funcionario puede amedrentar–, fue ampliada a los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional que mantienen en paro a 14 Centros de Estudios Científicos y Tecnológicos, mejor conocidos como vocacionales.
Amenazar significa “Dar a entender a alguien la intención de causarle algún mal, generalmente si se da determinada condición”. Y “Ser (cierta cosa) una posible causa de riesgo o perjuicio para alguien o algo”.
Razones o sinrazones oficiales aparte, en el caso de la CNTE Aurelio Nuño pasó del verbo transitivo amenazar a la acción del Ejército, la Marina y la Policía Federal para imponer la reforma educativa –en rigor es laboral y administrativa–, para desarticular a la disidencia encarcelando activistas y dirigentes, así como el despido de 3 mil 300 profesores, bajo el argumento de que la reforma es innegociable porque él está “obligado a hacer respetar la ley”. Respeto que de practicarse con el mismo celo de Nuño Mayer no sería dable el gobierno de los reformadores para “Mover a México”, con dos titulares de Educación en su haber y tres equipos de subsecretarios, entre los que figura Otto Granados, un salinista de hueso colorado.
A la más reciente amenaza de Nuño de que serán despedidos los profesores que falten a laborar por el “paro nacional” convocado por la CNTE, los secretarios generales de Oaxaca, Rubén Núñez; de Guerrero, Ramos Reyes; de Chiapas, Adelfo Alejandro, y de la Ciudad de México, Enrique Enríquez, anunciaron que el 15 de mayo “miles de maestros se movilizarán para después instalar un plantón en la capital del país, al que se incorporarán los profesores cesados por no acudir a la evaluación del desempeño”. Advirtieron que el Día del Maestro “haremos de la Ciudad de México el corazón de la protesta magisterial”.
Veremos si Aurelio Nuño es el único con derecho a suspender clases para visitar planteles los lunes, aburrir a profesores y escolares con discursos para promover su precandidatura presidencial con la que acaso no llegue siquiera a presidir la colonia Condesa, salvo lo que disponga su jefe y amigo Enrique Peña Nieto, los electores y la capacidad de compra de la voluntad de millones de éstos, como practicado fue en julio de 2012 sin que se diera por enterado el Tribunal Electoral.
No son deseos personales, éstos a (casi) nadie interesan. Es una lectura de la decisión tomada por las 14 vocacionales de mantener el paro de labores por la negativa del titular de la SEP “a acudir al diálogo” como “la causa” de su decisión, pues buscan “se comprometa a que no habrá cambios en el IPN sin que se consulte a la comunidad politécnica”, como lo intentó en forma inconsulta y por demás torpe el 1 de marzo al pretender reimplantar la “subordinación discrecional” del Politécnico a su oficina, ignorando que es una institución desconcentrada que cuida con celo su estatus conquistado en 1981.
No sólo no se avanza en la aplicación de la reforma educativa o bien se logra a un altísimo costo social y político, cuando el imberbe y arrogante secretario ya le creó un importante conflicto estudiantil a Peña Nieto. Y pretende hacerle frente con otra amenaza que tampoco funciona, la pérdida del semestre, a la que se sumó el director general del IPN. Las amenazas con frecuencia no funcionan ni con los niños.
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