Por Pablo Gómez:
Las tres declaraciones que presentarían los altos servidores públicos
no tienen que ver con los derechos de las personas sino que son
requisitos para asumir y conservar el cargo. Se está discutiendo mal
este asunto en el Senado. Mucho me temo que el resultado será malo
también.
Las objeciones del gobierno (PRI-PVEM) son subterfugios para evitar
que el presidente de la República tenga que declarar los bienes de su
cónyuge y dependientes económicos y para que la sociedad que gobierna
ignore su patrimonio familiar. Es muy lamentable que un país dependa de
la circunstancia de un individuo. Se supone que los tiempos de las dictaduras, de las leyes al caso y a la persona, han quedado atrás, lo mismo que el presidencialismo despótico de la “dictadura perfecta”.
Las tres declaraciones son: patrimonial que incluye ingresos y
egresos del periodo, tanto del servidor público como de su cónyuge y
dependientes económicos (regla que está vigente), fiscal y la de
posibles conflictos de intereses que abarca personas o entidades que
pudieran entablar vínculo oficial con el funcionario así como de las
propiedades de éste en empresas. Las tres declaraciones serían públicas.
Pero el gobierno quiere que cada funcionario o funcionaria decida
buenamente si sus declaraciones deben comprender a su cónyuge y dependientes, y si se dan a conocer.
Sería una regresión que los servidores públicos obligados no
manifestaran los bienes e ingresos de sus cónyuges y dependientes
económicos, pues ya están incluidos en la ley vigente. En cuanto a la
publicidad, es un hecho que las declaraciones patrimoniales
reservadas no han tenido ninguna trascendencia y que la ciudadanía
exige siempre a los gobernantes y, antes, a los candidatos, que las
hagan públicas. En cuanto a la declaración de conflicto de interés, que
sería nueva, carecería de sentido si estuviera reservada. No existe
posibilidad de atropello a derechos porque no se quiere que tales
declaraciones sean obligatorias para las personas. Lo que se busca sólo
es incorporar legítimos requisitos legales para desempeñar ciertos
cargos públicos.
Son las leyes las que señalan los requisitos para el desempeño de las
funciones públicas con el fin de evitar la arbitrariedad. Además de
legales, esos requisitos deben ser razonables, es decir, no se podría
admitir que, por ejemplo, para ser presidente de la República se tuviera
que poseer título profesional pero para ser ministro de la Corte sí
está instituido. Ahora bien, para ser alto funcionario se debe requerir
presentar tres declaraciones y, debido a la situación del país, éstas
deben ser publicadas. El que no desee hacerlo no está obligado pero el Estado tampoco tendría forma de contratarlo.
El asunto consiste en no separar la fortuna del servidor público
(hombre o mujer) de su cónyuge o hijos e hijas dependientes. Ningún
sistema de control en vías de combatir la corrupción puede funcionar sin
tomar en cuenta que, con bienes mancomunados o separados, los cónyuges
comparten el uso de bienes patrimoniales y son mutuamente herederos.
Lo mismo se puede decir de los dependientes económicos. Así que no se
trata de llevar un control sobre personas ajenas al funcionario o
funcionaria sino de conocer la fortuna familiar de los altos servidores
públicos que son quienes administran los recursos públicos.
Como los servidores públicos que tienen bajo su resguardo las
declaraciones patrimoniales y fiscales reciben órdenes, todo se ha
convertido en secreto que, para ser remontado, se requieren órdenes
judiciales que casi nunca se emiten. Para luchar contra el Estado
corrupto, el servicio público tiene que ser transparente en todos sus
aspectos, incluyendo los bienes de los altos funcionarios y sus familiares
cercanos, pudiendo también vincular sus ingresos totales con su
manifestación fiscal, incluyendo al cónyuge, para comprobar a vista de
todos que ambos aspectos coinciden.
Contra el secreto fiscal se han dado varias arremetidas
recientemente. Con el tiempo, éste se irá haciendo cada vez más
circunscrito. Por ahora, es llegado el momento de ver si los altos
funcionarios pagan los impuestos debidos, si lo han hecho desde poco
antes de asumir el cargo, si lo declarado en el SAT es lo mismo que lo
declarado en la inexistente Secretaría de la Función Pública o en la
ninguneada Auditoría Superior.
La transparencia es un instrumento de lucha contra
la corrupción. Por eso, el gobierno (PRI-PVEM) no está de acuerdo con el
sistema 3 de 3 en su versión completa y pública.
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