La
Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional (Esisen), a cargo
del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), abrió sus
puertas (bueno, es un decir) el 16 de abril de 2009. Ha cumplido 7 años
de formar o, mejor dicho, capacitar a miles de elementos de las
instituciones relacionadas con la inteligencia y la seguridad nacional;
principalmente, claro, del propio Cisen.
Como se recordará, el Centro –hoy
encabezado por Eugenio Ímaz Gíspert– es un organismo descentralizado de
la Secretaría de Gobernación. Es el encargado de los servicios de
inteligencia civil del Estado mexicano. Oficialmente es la única
institución de su tipo y alcances en el país. Es heredero de la
Dirección Federal de Seguridad (DFS) y de la Dirección General de
Investigaciones Políticas y Sociales (Dips), ambas de triste memoria;
sobre todo la primera, que “defendió” al régimen con la llamada Guerra
Sucia.
En efecto, no está demás tener presente
que la DFS fue responsable de la desaparición de personas, ejecuciones
extrajudiciales, torturas y violaciones. Sólo falta asomarse a los
libros que recogen testimonios de algunos sobrevivientes de la
carnicería de las décadas de 1960, 1970 y 1980, para saber de
guerrilleros tirados al mar, campesinos obligados a tragar gasolina para
luego prenderles fuego, mujeres estudiantes violadas por última vez por
sus verdugos antes de ser asfixiadas… Todo en nombre de la “seguridad
nacional” y el combate a la “conjura comunista”. Antes de ser cerrada
formalmente, la DFS protagonizó algunos escándalos que el régimen ya no
pudo digerir. Su penúltimo director, José Antonio Zorrilla Pérez,
estando en funciones, fue uno de las autores intelectuales (el único,
según la “verdad histórica” de los burócratas ministeriales y judiciales
de ayer y hoy) del asesinato del periodista Manuel Buendía en 1984. El
otro escándalo fue la revelación de que integrantes del Cártel de
Sinaloa (entonces también conocido como “de Guadalajara”) tenían
credenciales de la DFS. Y que integrantes de la oficina gubernamental
trabajaban con el cártel. Es decir, que –desde entonces– funcionarios de
la seguridad nacional y narcos jalaban juntos.
Con la creación del Cisen se buscó, al
menos en la formalidad, dejar atrás esas prácticas y “profesionalizar”
los llamados servicios secretos. Se dijo, y se proyectó, que el nuevo
organismo defendería realmente al Estado mexicano y no a un régimen o un
gobierno en turno; que no se valdría de la violación a los derechos
humanos en sus investigaciones, sino en la recopilación y el análisis de
información; que no acosaría a disidentes o críticos y que, mucho
menos, espiaría para intereses particulares o de grupo…
Más allá de si realmente el nuevo organismo nació con esa vocación o no, las disputas entre los de la vieja escuela y los de la nueva no
se quedaron intramuros. La rispidez fue notoria entre el entonces
secretario de Gobernación, el capitán Fernando Gutiérrez Barrios, y el
director fundador del Cisen, el general Jorge Carrillo Olea.
Todo viene a cuento porque precisamente
la educación-formación de los agentes era la piedra angular de la nueva
institución. Era la garantía de que se profesionalizarían los servicios
civiles de seguridad y dejarían de responder a intereses (generalmente
ilegales) del grupo gobernante en turno.
La escuela se quedó como un asunto
pendiente y todo el proyecto integral de seguridad nacional se quedó a
medias (o ni a medias: tal vez a un 25 por ciento). Fue hasta abril de
2009 cuando, con base en el Acuerdo de Creación, publicado en el Diario Oficial de la Federación,
se constituyó la escuela. Desde entonces, y hasta finales de 2015, ha
capacitado a 36 mil 553 servidores públicos del propio Cisen. En
realidad, la cifra es menor porque un mismo funcionario puede tomar más
de un curso. Y la tendencia viene en declive: en 2009 se capacitaron a 6
mil 81; en 2010 a 7 mil 538; en 2011 a 4 mil 564; en 2012 a 5 mil 606;
en 2013 a 6 mil 40; en 2014 a 3 mil 997, y en 2015 apenas a 2 mil 727.
Los datos pueden leerse en un documento fechado el pasado 2 de mayo que
el Centro elaboró en respuesta a una solicitud de información presentada
por un ciudadano.
El cuerpo académico de la Esisen se
compone de 12 servidores públicos adscritos al propio Cisen. Además de
personal del Centro, la escuela recibe también algunos alumnos
procedentes de las otras instituciones que integran el Consejo de
Seguridad Nacional: Presidencia de la República, Procuraduría General de
la República y las secretarías de Gobernación, de Relaciones
Exteriores, de la Defensa Nacional (Sedena), de Marina (Semar), de
Hacienda y Crédito Público y de Comunicaciones y Transportes.
Por el documento también sabemos que en
la Esisen “no se imparten opciones académicas terminales, por lo que no
hay ‘ingreso-egreso’”. Es decir, no se imparten licenciaturas,
maestrías, doctorados, diplomados, seminarios. Sólo “cursos”. En
específico, son 16: Inducción a la Institución; Calidad en el Servicio;
Trabajo en Equipo; Manejo del Estrés; Desarrollo de Habilidades
Directivas; Paquetería Institucional (Computación); Word; Excel;
Elaboración de Presentaciones con Powerpoint; Formación de Brigadas I:
Conocimientos Básicos; Formación de Brigadas II: Conocimientos
Específicos; Formación de Instructores; Ley de Adquisiciones,
Arrendamientos y Servicios del Sector Público; Curso Básico en Materia
Electoral; Curso Prospectiva Política y Formulación de Escenarios;
Programa de Formación en Análisis.
Como podemos ver, de todos los únicos
cursos relacionados directamente con la seguridad nacional son los de
Prospectiva Política y Formulación de Escenarios y Programa de Formación
en Análisis. El temario del primero se integra por los módulos:
inducción a los estudios del futuro; teorías de la prospectiva política;
teoría de la gobernabilidad e ingobernabilidad; análisis situacional;
análisis de riesgo, y formulación de escenarios. Los módulos del
Programa de Formulación en Análisis son: marco normativo; inteligencia;
seguridad nacional; tipos de análisis; diseño de investigación, y
objetivos estratégicos del análisis de inteligencia.
Los demás cursos son realmente básicos.
Tienen objetivos como enseñar a abrir y guardar documentos en Word y
saber respirar para relajarse y combatir el estrés. En serio. Así se
asienta en el documento.
Por lo que se ve, la institución
encargada de preparar a los agentes civiles de inteligencia está muy
lejos aún de las militares. Nada que ver la Esisen con el Colegio de la
Defensa Nacional o la Escuela Superior de Guerra, de la Sedena; o el
Centro de Estudios Superiores Navales, de la Semar.
Zósimo Camacho
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