Lydia Cacho
Plan b*
Imagen retomada de zaqui
Cimacnoticias | Ciudad de México.- Si usted vio las fotografías de los diarios en que la policía mete
perros que detectan “sustancias ilegales” en las mochilas de niñas y
niños de las escuelas del país, entenderá la evidente e inaceptable
violación a la ley por los derechos de niñas, niños y jóvenes y la
inmensa farsa a la que ahora nos enfrenta el Secretario de educación
Aurelio Nuño, a quien le dio por hacer de policía en lugar de dedicarse a
lo suyo: mejorar la educación, asegurar mejores pagas para el
profesorado, mejorar la infraestructura escolar, fortalecer las redes de
bibliotecas escolares, crear escuelas públicas para niños y niñas
invidentes, sordas, con autismo, y preparar a las redes de escuelas en
todos los estados para recibir estudiantado mixto que sepa convivir y
educarse con la diversidad de estudiantes, como aquellos con síndrome de
Down y otras discapacidades. Chicos y chicas capaces de aprender
ciencia, de convertirse en grandes profesionales si al Estado le
importara en verdad mirar y educar a toda su población infantil con
respeto y sin lástima o exclusión. Se habrá dado cuenta usted, como la
mayoría de nosotras, que el petulante secretario Nuño no ha hecho un
solo esfuerzo notorio por implicarse, ya, en que todas las escuelas
públicas tengan los servicios adecuados para la movilidad de estudiantes
con sillas de ruedas. Inauguran una, se toman la foto y a lo que sigue.
¿Por qué deberíamos de rebelarnos masivamente en contra del operativo
Mochila Segura? muy sencillo: porque criminaliza a nuestros hijos,
hijas, sobrinas y nietos les expone a un estrés inmerecido, en el que
(ellos y ellas me lo han dicho), se sienten culpables de algo que nunca
han hecho; vigilados por el Estado como si fueran delincuentes. Porque
si usted tiene prole de entre 9 y 16 años y les escucha, sabe muy bien
que entienden lo que la injusticia significa. Tal vez no todas nuestras
hijas e hijos puedan verbalizar la impotencia de sentirse vistos como
delincuentes dentro de la escuela, mientras saben que allá afuera, en la
esquina, hay un dealer protegido por la policía del barrio; o que el
director de la escuela sabe que hay un chico hijo de padres vinculados
con la delincuencia organizada que probablemente tenga acceso a un arma
letal; pero las personas adultas tampoco dicen nada, porque tienen miedo
y el miedo hace irresponsables a las y los adultos y pone en riesgo a
sus estudiantes.
Que no se equivoquen las autoridades y que los periodistas no celebren
la estulticia de la flagrante violación a las nuevas leyes y al sistema
de protección y prevención de violencia contra niñas, niños y
adolescentes; es decir que los colegas y editores se informen antes de
celebrar un operativo que a todas luces es la teatralización de la
prevención de la violencia en las escuelas. Es a la PGR, SEIDO y a la
Policía Federal a quienes les corresponde asegurarse de que las redes de
delincuencia organizada y policía corrupta que vende drogas y armas en
las calles sean vigilados y procesados como debe ser. Los perros
entrenados, la policía especializada en detectar armas, explosivos y
drogas, debería estar en aquellas zonas donde grupos de adultos se
encargan de fortalecer el abasto. Es afuera y no adentro de las escuelas
donde le toca a la policía actuar.
El estrés postraumático al que ya están expuestos niños, niñas y jóvenes
debido a la violencia social, criminal y política, a la persecución
estudiantil, a la criminalización de la diversidad sexual e ideológica,
es más que suficiente para causar estragos que van desde actitudes de
rebeldía iracunda precoz, hasta desatar episodios de violencia que
desenmascaran algún padecimiento psiquiátrico en niños y niñas sin
acceso a servicios adecuados de salud mental, esos que deberían
tratarles con dignidad y no con desprecio criminalizante y exclusión
escolar ¿Queremos escuelas seguras? Que cada quién haga su trabajo, pero
que saquen a la policía de las escuelas, que persigan a los culpables y
no a las víctimas. Ya niñas y niños mexicanos soportan suficiente miedo
y angustia diariamente, exponerles a esto es ilegal, inmoral e
inaceptable; Mochila Segura es una farsa desatinada que vulnera su
libertad, protección y ciudadanía a que tienen derecho constitucional.
Lo que niñas y niños precisan es intervenciones colectivas para procesar
sus miedos, explicaciones claras sobre la guerra y las balaceras, no
tratarles como potenciales asesinos.
* Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que
siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy
probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
17/LCR
No hay comentarios.:
Publicar un comentario