Álvaro Delgado
–Protestas, al fracaso; a salvo la corrupción
–Jueces de Beltrones, Diego, Calderón…
CIUDAD
DE MÉXICO (apro).- Hay que reconocerle a Enrique Peña Nieto su notable
capacidad –la única más visible– para joder a los mexicanos. El mega
gasolinazo es prueba de este distintivo tesón. Pero también a los
compatriotas hay que celebrarles su aguante: Uno tras otro, como los
peleoneros de arrabal, absorben los golpes completitos, gimen un rato y a
lo que sigue.
Los políticos priistas le tienen bien tomada la
medida a los mexicanos. Por eso, antes del criminal aumento de gasolinas
y diésel –al que ya se sumaron alzas a la luz eléctrica y el gas–,
tomaron a Guanajuato como laboratorio de una estrategia perversa de
desabasto. “No importa lo que cueste, pero que haya”, escuché en León.
La
furia popular detonó en medio del jolgorio navideño, al oficializarse
la nueva bofetada a los mexicanos, y ha dado lugar a brotes de
inconformidad que, por sus características, serán aislados y
transitorios. El bloqueo de carreteras y vialidades, como ha sucedido
desde el domingo 1, es lo que Peña y su gobierno requieren para,
paradójicamente, apagar la ira en su contra.
Ojalá me equivoque,
pero no veo condiciones para una movilización popular contundente contra
el gasolinazo: El PAN no tiene capacidad y, sobre todo, carece de
autoridad política y moral para convocarla. El PRD es un burdel. Las
redes sociales pueden detonar protestas, pero también matarlas por ser
válvulas de escape.
Sólo Andrés Manuel López Obrador podría
hacerlo, pero si no lo hizo en 2013, cuando PRI y PAN aprobaron la
reforma energética –si bien él estaba hospitalizado por un infarto–,
menos lo hará ahora que todo está sometido al cálculo electoral para el
2018.
Aunque cada vez menos, el mexicano es un pueblo que perdona y
olvida –la selección de futbol es ejemplo perenne–, que se ofusca con
las agresiones desde el poder, pero por las apariencias es incapaz de
articular acciones para combatirlo.
Esto ocurrió, recientemente,
con la ratificación de Raúl Cervantes como procurador general de la
República y Arely Gómez como secretaria de la Función Pública, pero
también con el impúdico reparto de jueces del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación (TEPJF). PRI, PAN y PRD hicieron lo que
quisieron y nada pasó.
Hoy, mientras los mexicanos siguen
enfurecidos con el mega gasolinazo, ocurrió un hecho de extrema gravedad
y que tiene que ver directamente con la tenacidad de Peña por joder a
los mexicanos: El Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJA)
tiene como presidente a Carlos Chaurand Arzate.
Lo relevante de
este personaje no es sólo que encabezará por tres años este tribunal que
es clave dentro del Sistema Nacional Anticorrupción –que en el mejor de
los casos sancionará por la vía administrativa a los servidores
públicos deshonestos–, sino que es, como Raúl Cervantes y Arely Gómez,
un priista que fue también senador.
Chaurand Arzate, exdiputado
federal, fue clave en la “concertacesión” de Carlos Salinas con el PAN
en Guanajuato, en 1991, cuando Ramón Aguirre fue obligado a renunciar
como ganador de las elecciones estatales ante Vicente Fox y fue nombrado
gobernador interino Carlos Medina Plascencia.
Chaurand Arzate era
presidente del Congreso de Guanajuato y, como tal, acató la orden de
Salinas de designar a Medina Plascencia, quien se quedó como interino
hasta 1995, cuando Fox ganó la gubermatura y se catapultó a la
Presidencia de la República.
La presencia de Chaurand en el TFJA
no es fortuita: Llegó como magistrado gracias a Manlio Fabio Beltrones,
pero también a Diego Fernández de Cevallos, con quienes fue senador
durante el sexenio de Fox.
Fernández de Cevallos y el PAN también
tiene su cuota en ese Tribunal: El magistrado Víctor Orduña fue
secretario del primero y Rafael Estrada Sámano, otro magistrado, es
amigo desde hace cuatro décadas de Felipe Calderón…
El problema no
es sólo el afán de Peña de joder a los mexicanos, sino sobre todo el
régimen de corrupción y complicidades que sigue vigente…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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