El cartel promociona la Feria Internacional de la lectura en el estado de Yucatán. Me dejó atónita.
“El
fantasma puede definirse como una producción imaginaria que el sujeto
se representa en un escenario determinado, a la manera de un sueño, y
figura, de una manera más o menos velada, un deseo”.
(Desde el psicoanálisis) Encyclopedia Universalis
El
cartel promociona la Feria Internacional de la lectura en el estado de
Yucatán. Me dejó atónita. ¿Cuál será la relación entre la lectura y el
castigo? Entre éste llamado a participar en un encuentro cultural y el
sadomasoquismo. ¿Se inspiraron en el Marqués de Sade? ¿En Georges
Bataille? Ni siquiera lo creo (¿serán tan cultos?), más bien la imagen
nos hace pensar en el éxito bastante más reciente de la pésima novela:
“Cincuenta sombras de Grey” y la pésima película – en donde todo es de
plástico- que vino con ella. Los franceses le llaman: “Educación
inglesa”, es el pacto en el que de manera elegida, un ser humano acepta
entregarse en tanto que “discípulo”, a otro ser humano cuya misión es
“domesticarlo” (ciertamente, no en el sentido de El principito y el
zorro), “educarlo”, infligiéndole humillaciones, distintos tipos de
servidumbres y dolor físico y moral. Por alguna extravagante razón,
“Cincuenta sombras de Grey”, se ha convertido en un hit de la “novela
erótica”, con un trasfondo más que oscuro: es en la esclavitud sexual y
el dolor, que esa mujer va a encontrar su liberación.
La novela
narra una situación de dominio absoluto, aceptada de manera voluntaria.
Una estudiante y un hombre millonario. No puede una dejar de mencionar
lo de “millonario”, porque es un dato muy importante en esta
fantasmagoría de “poder” desde la cual el personaje masculino despliega
su sadismo, en escenarios muy despampanantes. Como que el avión privado –
en la película- pareciera retirarle a los encuentros su infinita
sordidez. Si las/los lectoras/es tan hipnotizados por la novela,
imaginaran las mismas torturas en una covacha oscura, en un sótano, o en
un cuarto de azotea después de tres horas de micro-bus, la considerada
“escena erótica”, perdería casi por completo su fascinación. Deja de ser
“sexy” y de golpe se convierte en sórdida.
El “erotismo” del
control, el fuete y la denigración, dependen entonces – ni más, ni menos
- que del poder adquisitivo del Amo. Un millonario no es un sádico,
sino “un maestro” libertario, además. Pigmalión en su versión más
oscura, pero con las mejores cavas. Y sí, el éxito de la novela es
sorprendente y habla del triunfo de una sociedad de consumo en donde
todo, todo es devorable y consumible, incluidos las almas y los cuerpos.
En donde el lujo disculpa, casi lo que sea. Pero dado que la relación
de la estudiante y el millonario Pigmalión es consentida por ambas
partes, lo único que podemos decir es: a cada quien su intimidad y sus
fantasmas. No dudo que haya casos en donde una mujer encuentre en esta
vía su “liberación”, pero deben ser los menos, y de lejos, igual que en
el caso de los hombres.
Considerar de una manera más general, que
la sexualidad femenina “florece” bajo el látigo y las humillaciones, son
y reflexiones muy inquietantes. Mensajes muy peligrosos. Y asociar una
escena sado-masoquista: una mujer desnuda y de rodillas, a punto de ser
fueteada, presentada como una escena de sensualidad, con un llamado a
leer libros pareciera, altamente irresponsable, es lo menos que puede
decirse. Siglos de excelente literatura, ¿promocionar la lectura con una
imagen que nos remite a esa novelucha? Qué barbaridad. No, casi lo
puedo asegurar, quienes hicieron ese cartel y quienes lo dejaron pasar,
ni siquiera intentaban una referencia a Sade y a Bataille. Caray, ni
siquiera. ¿Cuántos pares de ojos miraron pasar el cartel y lo aprobaron?
¿Qué leen los “promotores” de la lectura?
Esa mujer, (la del
cartel), ama tanto la lectura, que está dispuesta a ser maltratada, a
que la azoten, con tal de que ese hombre le permita leer. ¿Cómo? Ajá. Su
Amo, no sólo la golpea, sino que además decide si ella lee o no. Es
enorme. El Amo y la esclava promocionados en un cartel que firman cuatro
instituciones distintas. Cuando una piensa en las inmensas dificultades
de las mujeres para acceder a los libros, a la educación y al
conocimiento, cuando una recuerda aquellas épocas en las que tantas
mujeres elegían la vida en los conventos, porque era la única manera de
tener derecho a cultivarse, a aprender a leer, a estudiar música, no
puede sino caerse de la silla ante este cartel. ¿En qué siglo
viven?
En un país como México, en el que las desapariciones
forzadas de mujeres, los feminicidios, la trata de menores, adolescentes
y adultas, es una tragedia nacional, ¿qué promueven? ¿Han leído los
testimonios de mujeres secuestradas por los cárteles? Las palabras de
las sobrevivientes: encerradas y obligadas a prostituirse, drogadas a
fuerza para que resistan, golpeadas y torturadas por sus Amos? Creo que
les urge leer “Esclavas del poder” de la escritora feminista Lydia
Cacho. Podría sugerírselo el Consejo Nacional para Prevenir la
Discriminación. Y que la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM les
ofrezca un curso urgente de literatura. Por favor. Sacaron - de la
manera más irresponsable- a pasear sus fantasmas. “El inconsciente
habla”, es un hecho, y con frecuencia exhibe cantidad de barbaridades.
Me permito compartirles un reportaje de Víctor Hugo Michel con el tema de la trata.
“La conexión Tenancingo”.
Testimonio
de Daniela, una sobreviviente: “Sobrevivir a lo imposible: mis siete
años como esclava sexual de Los Zetas y Cártel del Golfo”, entrevista
con Oscar Balderas.
(Lo pueden encontrar en Vice News.)
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