Ayer por la tarde, en
la residencia diplomática de Estados Unidos en México tuvo lugar un
encuentro binacional entre los secretarios de Estado, Rex Tillerson, y
de Seguridad Interrior, John Kelly, del país vecino, y los titulares
mexicanos de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos; de Marina, Vidal
Francisco Soberón, y de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, así como
el subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte, Carlos
Sada.
La reunión tuvo como telón de fondo la intensificación de la ofensiva
del gobierno de Donald Trump en contra de los migrantes extranjeros en
general y mexicanos en particular. El presidente republicano ha lanzado
una persecución indiscriminada contra los extranjeros que fue calificada
de
extrema y espeluznantepor The New York Times y de
cruelpor The Washington Post en sus respectivos editoriales. Otro factor de contexto que debe mencionarse es el designio de la Casa Blanca de echar a territorio mexicano a todos los migrantes que encuentre susceptibles de deportación, independientemente de su nacionalidad. Se trata de una disposición abusiva e inadmisible que en cualquier momento podría derivar en una situación de catástrofe humana en nuestro país y que deja al descubierto, en toda su crudeza, la percepción trumpiana de México como un anexo territorial en el que el gobierno estadunidense puede hacer lo que quiera.
El mero anuncio de semejante medida unilateral, prepotente y ofensiva
para la soberanía nacional habría debido ameritar la suspensión, por la
parte mexicana, de la visita de Tillerson y de Kelly. En cambio, las
autoridades nacionales optaron por perseverar en el empeño de aplacar
mediante encuentros bilaterales de alto nivel la belicosidad y la
insolencia que han caracterizado a Trump desde que entró a la disputa
presidencial de su país.
Otro dato exasperante es el arranque de las redadas de
mexicanos y de migrantes de otras nacionalidades en territorio
estadunidense, en lo que se describe ya como una cacería humana
implacable, bárbara y de consecuencias trágicas, y el contraste casi
circense entre esa realidad brutal y expresiones frívolas y hasta
ofensivas como las que externó ayer el vocero presidencial Sean Spicer,
en el sentido de que la relación entre los dos gobiernos es
fenomenaly el diálogo bilateral,
increíble y robusto.
Un dato alentador en este panorama tan sombrío es el anuncio del
canciller Videgaray de que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto
acudirá a organismos internacionales para defender los derechos humanos
de los migrantes
mexicanos abrumados por la ofensiva trumpista,
tal como lo habían venido demandando diversas voces, empezando por la
del presidente del Movimiento Regeneración Nacional, Andrés Manuel López
Obrador.
Es claro que el momento actual exige una defensa mucho más resuelta y
firme del país y de sus ciudadanos que residen en Estados Unidos, así
como convergencias genuinas entre todas las fuerzas políticas, sociales y
económicas. El anuncio de Videgaray contribuye sin duda a avanzar en
ambos terrenos.
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