Abraham Nuncio
La Jornada
Hacía tiempo que no sabíamos de un
pronunciamiento como el que hicieron varias universidades en torno a la
nueva situación en que nos ha colocado la política estadunidense regida
por Donald Trump.
A través de la Unión de Universidades de América Latina (Udual), las
universidades que signan ese pronunciamiento señalan la hostilidad de
Donald Trump al pueblo de México y la amenaza que constituye su gobierno
hacia los intereses de nuestro país. Pero, precisan los rectores de
esas universidades, no hay que esperar a que los efectos de esa política
se produzcan sin tomar medidas. Y esas medidas –según el documento En defensa del interés nacional ante la coyuntura crítica: ¿qué hacer? presentado
por los académicos Rolando Cordera y Enrique Provencio, y el
diplomático Jorge Eduardo Navarrete, del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo
de la UNAM– contemplarían, en lo fundamental, un nuevo modelo de
desarrollo que debiera ser fruto de una amplia, plural y rigurosa
discusión nacional. Entre las universidades que signaron el documento,
aparte de la UNAM, se hallan la UANL, la UdeG, la UV, la Iberoamericana.
Monterrey es, por sus dimensiones sociales y económicas, la última
frontera cultural de América Latina. Una frontera que se ha ido
corriendo hacia Estados Unidos por la parte prosaica del lucro, el
consumo y, en consecuencia, la identidad. Los comerciantes han
establecido un nuevo canon: si no te anuncias en inglés, no vendes. A
veces se llega a extremos patéticos. Cerca de mi casa abrió sus puertas
un café (en cualquier barrio es indispensable tener un café cerca). Se
llamaba Cup & Lol: algo así como Taza y carcajada. Desapareció. Los vecinos lo despreciaron.
El destino de ese café es el de nuestro país. Hasta que no llegó un
Nerón de la política y nos ha dicho lo que los estadunidenses más
intolerantes piensan de nosotros empezamos a cobrar conciencia de que no
somos los norteamericanos que nuestros gobernantes y plutócratas nos
decían que éramos. Mediante una ordenanza, Trump nos regresó adonde
siempre hemos pertenecido: a esa América Latina y a un Caribe a los que
les dimos groseramente la espalda (
Comes y te vas).
Ahora, si queremos ser consecuentes, debemos dejar la bastarda
ilusión de ser admitidos en el club de los ricos porque nuestra élite se
parece a ellos. Los ricos, ya sabemos, son todo lo que nosotros no
somos. Y no deberíamos aspirar a ser dando a cambio nuestra alma, ya
confundida con las nalgas. Es preciso dejar de ser el país sándwich que
hemos sido, entre un imperio que cuenta en la OEA como si fuera un país
más y un subcontinente donde a los demás podemos llamar hermanos sin
poses ni desfiguros.
Impresión personalmente grata fue para mí volver a ver el nombre de
la Udual al frente del pronunciamiento de las universidades mexicanas,
llamando a esforzarnos por crear un nuevo modelo de desarrollo que
responda a nuestras necesidades y no a las del capital trasnacional,
sobre todo el estadunidense, al que los burócratas ensoberbecidos que
nos gobiernan, pasando sobre nuestra soberanía, le han entregado el oro y
el moro.
La Udual era, cuando yo editaba Universidades, su
órgano de difusión, digno refugio de los universitarios perseguidos por
las tiranías de Centro y Sudamérica. En esta revista y en el programa
radiofónico La universidad latinoamericana, que mantuve
alrededor de un año –era transmitido por Radio UNAM–, la universidad
aparecía con los rasgos de lucha democrática que le habían impreso los
movimientos democráticos de varias de las instituciones universitarias
más significativas al sur de nuestro país, y en territorio nacional la
Universidad Nicolaíta, la UNAM, el Politécnico Nacional, la UANL y otras
en la segunda mitad de los 60.
Raúl Rangel Frías, el fundador de la Ciudad Universitaria de la universidad pública de Nuevo León escribió en sus Memorias:
“De la revolución universitaria de Argentina –en Córdoba– habían
llegado rodando sus ecos hasta nuestras aulas.” La generación
vasconcelista y la que le siguió fueron inspiradas por el llamado grito
de Córdoba de 1918. Un movimiento de profundas raíces democráticas,
pleno de juventud vibrante, inteligente y comprometida con las causas de
una sociedad libre y justa.
En la biblioteca de la Udual encontré una copia fotostática del
volumen que contiene los documentos básicos escritos en la época por los
protagonistas del movimiento. Volví muchos años después y ya no estaba
(o no lo pudieron encontrar). Más tarde tuve en mis manos una ejemplar
de la edición que custodia la Biblioteca del Congreso de la Nación
Argentina. No dudo que existan ejemplares en otras bibliotecas. Mi
propósito es promover una edición compartida por las universidades
latinoamericanas que consideren de importancia la difusión de las ideas
que animaron al movimiento de Córdoba, precisamente en la coyuntura
donde sus ideas cobran mayor vigencia ante el garabato político que
ahora ocupa la Oficina Oval.
En principio, y dadas las circunstancias que han llevado a
manifestarse a varias de nuestras universidades, esperaría que ellas, a
través de la Udual, respondan positivam
ente
a iniciativas como esta. Acaso pueda yo estar abriendo puertas abiertas
–a veces así ocurre–, pero eso es lo de menos. Lo importante es que se
pueda concretar el proyecto. Lo he comentado con algunos universitarios y
un diputado argentino y he encontrado disposición al respecto.
Es urgente regresar a nuestra América y recuperar las tradiciones de
lucha que nos han dado identidad cultural y fortaleza política.
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