Leonardo García Tsao
▲ El sudcoreano Bong Joonh-Ho, director de Parásito, filme ganador de la Palma de Oro en Cannes.Foto Ap
No fue una edición
particularmente memorable, bajo ninguna perspectiva. Por mucho que
Alejandro González Iñárritu, en su posición de presidente del jurado,
habló de la calidad uniforme de la competencia obligado por la
diplomacia, la verdad es que las películas sobresalientes fueron pocas.
Otros años han sido más pródigos en títulos memorables. Para decirlo
pronto, fuera de Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar, no había nada
comparable a selecciones del año pasado como Guerra fría, del polaco
Pawel Pawlikowski, o Burning, del sudcoreano Lee Chandong.
Todavía la semana inicial parecía prometer una sólida edición pues,
mañosamente, las mejores propuestas se acumularon en los primeros días.
Pero todo se desinfló en la segunda semana en la cual la única excepción
notable fue Parásito, del sudcoreano Bong Joon Ho, la ganadora de la
Palma de Oro. La organización del festival había cifrado sus esperanzas
en el estreno de Érase una vez…en Hollywood, la nueva decepción de
Quentin Tarantino, que aportó por lo menos estrellas como Brad Pitt y
Leonardo Di Caprio a la alfombra roja, pero poco más. También fue un año
en que el cine estadunidense se fue con las manos vacías en cuestión de
premios.
En ese sentido, también los paparazzi y los buscadores de chismes se
quedaron frustrados, pues la escasez de estrellas hollywoodenses fue
notable… ya la idea de traer a Sylvester Stallone para un homenaje el
último día del festival fue el colmo de la desesperación. Lo mejor de
todo es que el monigote de tiesas facciones impartió una master class
¡en actuación!
Por otra parte, el único escándalo vino de la mano del
franco-tunecino Abdellatif Kechiche cuyo Mektoub, My Love: Intermezzo
aburrió a los espectadores con su monótona exhibición de nalgas
rítmicas, e indignó a muchos con su explotación sexista de las curvas
femeninas. El chisme era que hasta sus actores estaban indignados, ya
que la guapa Ophélie Bau, intérprete de la larga escena de cunnilingus,
se ausentó el día de la rueda de prensa.
Tampoco el cine mexicano salió bien librado. Sin películas nuevas ni
cortos en competencia, la única representación fue Chicuarotes, segunda
realización de Gael García Bernal. Mientras el cine guatemalteco ganaba
la Cámara de Oro por Nuestras madres, de César Díaz, el cine nacional se
ausentó también de Una Cierta Mirada, la Quincena de los Realizadores y
sólo estuvo presente en la Semana de la Crítica por la tradicional
proyección de cortos ganadores del Festival de Morelia.
Eso sí, el mercado se animó más que en años recientes y hubo mucha
actividad de compra, sobre todo por parte de las plataformas digitales,
los servicios de streaming, que buscan material nuevo y de prestigio
para su amplia clientela. Aunque Netflix y demás compañías estén
prohibidas a participar en la competencia, a la hora del negocio son muy
bienvenidas. Y aunque las medidas de seguridad siguieron estrictas para
entrar al Palais, la noción del terrorismo no parecía estar tan
presente como en 2017 y no ahuyentó ahora a los compradores gringos.
No podía faltar el reporte meteorológico y hasta este dejó mucho qué
desear. Sólo hizo sol en los primeros días del festival. Después, un
temporal nos dejó un clima nublado y frío con lluvias constantes.
Twitter: @walyder
No hay comentarios.:
Publicar un comentario