Pasa el tiempo, el
reloj sigue su curso, y el presidente Andrés Manuel López Obrador
mantiene un discurso muy optimista sobre la relación México-Estados
Unidos. Cree –como lo manifestaron gobiernos anteriores– en la tesis de
que ambas naciones son
socias y amigas, pero dadas las presiones, amenazas, caprichos y chantajes del salvaje de la Casa Blanca resulta más que dudoso que la visión del mandatario mexicano sea correcta.
Cierto es que su discurso intenta calmar las aguas, envía un mensaje
tranquilizador y da una impresión políticamente correcta, pero si la
relación bilateral se mide por los hechos, por los resultados, muy lejos
está el
punto de turrónque se presume.
López Obrador y Trump mantienen su guerra de discursos. Todo depende
de quién lo dice: que sí, que no; que el lunes, que antes de ese día;
que los aranceles van porque van, que no irán porque ya nos contestaron
el teléfono; que
tengo información que van muy bien las pláticas, que
lo más probable es que el lunes 10 de junio se apliquen los aranceles, porque México tiene que hacer más para frenar este ataque, esta invasión (de migrantes) a nuestro país.
En la mañanera de ayer, el presidente López Obrador se mostró
optimista, porque en la reunión que hoy se daría entre Pompeo y Ebrard (si es que al final de cuentas se sientan a platicar)
se va a llegar a un acuerdo, antes de que entre en vigor o se imponga esa tarifa (aranceles), porque hay indicios de que les importa a los funcionarios de Estados Unidos que haya un acuerdo, empezando porque hay comunicación, se están dando estas entrevistas.
En ese mismo foro le advirtieron que
el secretario de Economía de Trump dijo lo contrario, que las tarifas van, pero López Obrador le vio el lado bueno –por llamarle así–:
pero escuchó; si fuese una actitud cerrada por completo no recibe a nadie y no contesta el teléfono. Es muy bueno que haya recibido a la secretaria de Economía, que haya platicado con ella el señor Ross y así otros servidores públicos. No queremos la confrontación, sino que haya un posible acuerdo. Se está abriendo la posibilidad de un convenio.
Bien, pero del otro lado, el salvaje de la Casa Blanca dice exactamente lo contrario:
lo más probable es que las tarifas vayan adelante, y probablemente seguiremos negociando durante el tiempo que las tarifas estén vigentes y se vayan pagando. Lo que sucederá entonces es que todas las empresas que dejaron nuestro país y se fueron a México regresarán con nosotros. Y eso está bien. México tiene que hacer más, incrementar las medidas para frenar este ataque, esta invasión a nuestro país; no debería permitir que millones de personas intenten entrar a nuestro país y podría detenerlo muy rápidamente. No aceptaréexcusas.
El tono del discurso de Trump ni con la mayor de las voluntades puede ser interpretado como el de un
socio y amigoque se dirige a su contraparte, pero López Obrador insiste en que la relación bilateral está
requetebién.
En tanto, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dice que
tenemos un 80 por ciento (de probabilidades) en favor de la negociación y 20 por ciento que puede ser difícil llegar a un acuerdo. Pero del otro lado de la mesa la ecuación es exactamente al revés.
En vía de mientras, un arancel de 5 por ciento a las importaciones
provenientes de México implicaría un monto de alrededor de 18 mil
millones de dólares sólo en el primer mes (junio), dinero que correría a
cargo de los consumidores estadunidenses, quienes ante el inmediato
aumento en los precios de los productos de dicho origen buscarían otras
posibilidades.
Y el perverso plan de Trump es incrementar el arancel paulatinamente
hasta un máximo de 25 por ciento, tope que alcanzaría en octubre
próximo.He allí, pues, una muestra fehaciente de la
amistadque demuestra el
socio.
Las rebanadas del pastel
Los paisanos se pasan por el arco del triunfo las
bravatas de Trump: en el primer cuatrimestre del año enviaron remesas
por 10 mil 521 millones de dólares.
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