Hace algunas sucesiones, un periodista hizo un seguimiento de quienes se perfilaban rumbo a la elección presidencial y dijo que era, como en las carreras, un hándicap. Los tiempos han cambiado, y para 2012 estamos ante tiradores, usando dos acepciones: aquéllos que quieren dar en el blanco y quienes le tiran, generalmente, a lo que se mueve. Iniciamos, pues, esta serie que desembocará en julio del año próximo.
En la más reciente encuesta del periódico Reforma (suplemento Enfoque, 884), hay datos interesantes que dan una idea de quiénes están aventajados y cuáles probablemente no avancen, ya no digamos en los próximos meses, sino ni siquiera lleguen a disparar bien.
Dos son los suspirantes por el antiguo partidazo: Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones. Un par, también, por la izquierda: Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard. Y varios por los panistas, amén de un posible candidato ciudadano o aliancista, cuestión que decidirá Felipe Calderón, quien no sabe qué hacer a estas alturas de la contienda.
En el grupo albiazul, destacan Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota, en ese orden, y muy atrás vienen Manuel Espino, Javier Lozano, Alonso Lujambio, Ernesto Cordero y hasta Emilio González Márquez, motejado como don Etilio.
De todos el delantero es el mandatario del Estado de México. Pero quien piense que ya está decidido el asunto debe recordar que Francisco Labastida le llevaba más de 20 puntos de ventaja a Vicente Fox y éste lo derrotó por amplio margen. Igual que en 2006, Andrés Manuel López Obrador iba adelante (10 por ciento más) y en la controvertida elección, todavía no aclarada, no logró ocupar el Palacio.
El 4 de abril, La Jornada publicó despachos de Wikileaks en los que se apuntaba lo que ya sabíamos hace tiempo: hubo una alianza maquinada entre empresarios, gobernantes priistas, panistas y hasta organismos internacionales para frenar al entonces llamado “peligro para México”. Esto último queda muy bien documentado en el libro El cártel español, de Oriol Malló (editorial Foca).
Actualmente, los diversos grupos de poder económico no podrán adquirir mensajes televisivos contra alguien, ya que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ratificó lo planteado para evitar esa propaganda maligna y negra. Algo que reivindica un grupo de 15 intelectuales, quienes han venido pregonando que con ello se cercena la libertad de expresión e información, aunque todos, sin excepción, han opinado acerca de los aspirantes y nada ha pasado.
La intención de voto por partidos es, ahora, de 33 por ciento para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), 22 por ciento lo recibiría el Partido Acción Nacional, y únicamente 12 por ciento, el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Es lógico, la llamada izquierda se ha enfrentado entre sí deteriorando sus bases. Por lo tanto, si realmente quieren ir en una mejor posición, tendrán que demostrar en la contienda del Estado de México que pueden marchar combativos y unidos; si no sufrirán un bajón peor que el actual.
Los otros partidos están realmente en la calle, aunque el más peligroso es el Partido Nueva Alianza, debido a su estructura magisterial, que en un momento dado puede dar un susto. Pero los aliados del PRD, Partido del Trabajo y Convergencia, si fueran solos a los comicios, perderían su registro. Por lo que ambos insisten en aceptar lo que diga López Obrador, ya que el imán de éste les posibilitaría una buena cantidad de legisladores y, desde luego, un financiamiento importante, que es fundamental para seguir en la acción.
En todos los escenarios, enfrentando a rivales diversos, el triunfador hipotético es Enrique Peña Nieto. Lo mismo si se enfrenta a López Obrador que a Marcelo Ebrard. En los dos casos, Santiago Creel quedaría en tercer lugar. Y si entra Josefina Vázquez Mota, también sería la última de la contienda.
Es decir, la campaña permanente de televisión –hoy más desatada por Enrique, con el objeto de posicionar a Eruviel– ha dado resultados en una población que, por otro lado, está desencantada del panismo y sus 10 años de gobierno.
Peña Nieto tiene la simpatía del 71 por ciento de los priistas; Creel, del 25 por ciento de sus correligionarios, y López Obrador, del 75 por ciento de los perredistas.
Esto último muestra, claramente, que, por más esfuerzos de los Chuchos y compañía por hacer lo que les interesa, no pueden moverse a gusto, pues en la base los rechazan. Algo que entendió Zambrano, ya que lejos de desdeñar a Alejandro Encinas, lo arropó en su candidatura para el Estado de México.
Cifras inquietantes. El 56 por ciento de quienes tienen entre 18 y 29 años votaría por el PRI. De igual manera ocurriría con el 55 por ciento de quienes han cursado una carrera universitaria. Estos segmentos fueron los que le dieron el triunfo a Vicente Fox en 2000. Es decir, nuevamente quienes irán por primera o segunda vez a las urnas o tienen mayores conocimientos educativos pueden modificar el rumbo del país.
Aunque muchos de ellos, quizá no vayan a tachar su boleta. Y es que son los más desencantados con todos los partidos, aunque si hay una estrategia importante en las redes sociales para ganarlo, dicho segmento de la población ejercerá su derecho cívico.
No importa lo que hagan esos jóvenes y profesionistas, ello muestra un fracaso de las izquierdas, las cuales no han logrado penetrar sectores básicos para el cambio social: los chavos, los universitarios y los titulados.
Este año se cumplen cuatro décadas del asesinato de jóvenes por el gobierno de Luis Echeverría, el 10 de junio. Habrá, como siempre, varios actos, incluida la famosa manifestación de San Cosme al Zócalo. Encuentro que ya no dice nada, excepto a los nostálgicos.
Es hora de que la izquierda se avive en nuevas formas de difusión, algo en lo que hemos insistido, pero los dirigentes del PRD, desde siempre, ven llover y no se mojan.
*Periodista
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