Álvaro Delgado
El titular del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto. Foto: Octavio Gómez |
MÉXICO,
D.F. (apro).- Su extrema debilidad política, la economía en fase
recesiva y una firme oposición frustraron la pretensión de Enrique Peña
Nieto de imponer IVA a alimentos y medicinas, pero su proyecto fiscal
es claramente injusto: agrede a los contribuyentes de siempre, toca
apenas los privilegios de los oligarcas y mantiene los lujos de la alta
burocracia.
El aumento de impuestos afecta sobre todo a los mexicanos de clase media —que ahora pagarán 32% de sus ingresos a partir de los 42 mil pesos mensuales y 16% más de colegiaturas, hipotecas, rentas y hasta comida para mascotas—, pero también a los pobres por el aumento del IVA de 11% a 16% en la frontera, el alza a las gasolinas y el impuesto de un peso por litro de refresco, a menudo la principal fuente de calorías de este sector.
No es verdad que con el proyecto de Peña pagarán más los que más tienen ni se combaten los privilegios de los magnates y sus empresas.
Supuestamente por la desaparición del régimen de consolidación fiscal y otras modificaciones al Impuesto sobre la Renta (ISR) el gobierno recaudaría 131 mil millones de pesos, pero al eliminarse el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) se dejarán de recibir 114 mil 500 millones de pesos. La recaudación neta de este sector sería de sólo 16 mil 500 millones de pesos. Habrá que ver, también, cómo queda, al final, el porcentaje de consolidación fiscal y el que grabará las transacciones de la Bolsa Mexicana de Valores y aun las implicaciones que esto tendrá para las inversiones productivas.
El sector que menos se sacrifica en el engendro fiscal de Peña es precisamente el gubernamental, que no sólo creció exponencialmente en las dos administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón, sino que la alta burocracia fue la más privilegiada y opulenta.
Y lo que pocos saben: gracias a un decreto de Calderón, emitido en diciembre 2008, los burócratas federales —y estatales— no pagan el ISR, como lo hacemos todos los que somos causantes cautivos.
El periodista Luis Enrique Mercado, quien fue diputado del PAN entre 2009 y 2012, publicó en su columna Perspectivas, apenas el 26 de agosto, que Calderón condonó todos los adeudos fiscales de la burocracia correspondientes a 2005 y anteriores.
Pero, también, otorgó un estímulo fiscal —“que es una condonación disfrazada”— por 60% del ISR de 2009, 30% del ISR de 2010 y 10% para 2011. Además, hizo una condonación adicional sobre los adeudos fiscales de 2006 a 2008 cuando se regularicen los ejercicios de 2009 a 2011.
“Es decir —escribió Mercado—, perdonó todo. Para 2013, ya en este gobierno, la Ley de Ingresos establece que se prorrogan los beneficios concedidos por el decreto de Calderón, lo cual quiere decir que este gobierno ratificó que los burócratas no paguen el ISR”.
Hasta donde se sabe, en la reforma fiscal de Peña no hay una rectificación de este inaceptable privilegio de la burocracia.
Y eso de que la reforma de Peña no es fiscal sino social no deja de ser una argucia propagandística: Se escucha muy bien la creación del Sistema de Seguridad Social Universal para mayores de 65 años y el seguro de desempleo por un máximo de seis meses —que, ojo, ya dejaron de ser propuestas populistas—, pero parecen ser sólo promesas para atemperar las críticas a la cascada de impuestos.
Sin presupuestos definidos y plazos precisos, ambos planteamientos son una promesa idéntica a la que hizo Calderón en 2008 de construir una refinería en Hidalgo. Pura demagogia.
En realidad, ante la imposibilidad política de imponer IVA medicinas y alimentos, Peña tuvo que crear un esperpento fiscal. ¿Qué no era —y es— su proyecto? ¿Entonces por qué la borregada priista acató su orden de eliminar los candados de su Programa de Acción? Que se lo crean los imbéciles…
Twitter: @alvaro_delgado
El aumento de impuestos afecta sobre todo a los mexicanos de clase media —que ahora pagarán 32% de sus ingresos a partir de los 42 mil pesos mensuales y 16% más de colegiaturas, hipotecas, rentas y hasta comida para mascotas—, pero también a los pobres por el aumento del IVA de 11% a 16% en la frontera, el alza a las gasolinas y el impuesto de un peso por litro de refresco, a menudo la principal fuente de calorías de este sector.
No es verdad que con el proyecto de Peña pagarán más los que más tienen ni se combaten los privilegios de los magnates y sus empresas.
Supuestamente por la desaparición del régimen de consolidación fiscal y otras modificaciones al Impuesto sobre la Renta (ISR) el gobierno recaudaría 131 mil millones de pesos, pero al eliminarse el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) se dejarán de recibir 114 mil 500 millones de pesos. La recaudación neta de este sector sería de sólo 16 mil 500 millones de pesos. Habrá que ver, también, cómo queda, al final, el porcentaje de consolidación fiscal y el que grabará las transacciones de la Bolsa Mexicana de Valores y aun las implicaciones que esto tendrá para las inversiones productivas.
El sector que menos se sacrifica en el engendro fiscal de Peña es precisamente el gubernamental, que no sólo creció exponencialmente en las dos administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón, sino que la alta burocracia fue la más privilegiada y opulenta.
Y lo que pocos saben: gracias a un decreto de Calderón, emitido en diciembre 2008, los burócratas federales —y estatales— no pagan el ISR, como lo hacemos todos los que somos causantes cautivos.
El periodista Luis Enrique Mercado, quien fue diputado del PAN entre 2009 y 2012, publicó en su columna Perspectivas, apenas el 26 de agosto, que Calderón condonó todos los adeudos fiscales de la burocracia correspondientes a 2005 y anteriores.
Pero, también, otorgó un estímulo fiscal —“que es una condonación disfrazada”— por 60% del ISR de 2009, 30% del ISR de 2010 y 10% para 2011. Además, hizo una condonación adicional sobre los adeudos fiscales de 2006 a 2008 cuando se regularicen los ejercicios de 2009 a 2011.
“Es decir —escribió Mercado—, perdonó todo. Para 2013, ya en este gobierno, la Ley de Ingresos establece que se prorrogan los beneficios concedidos por el decreto de Calderón, lo cual quiere decir que este gobierno ratificó que los burócratas no paguen el ISR”.
Hasta donde se sabe, en la reforma fiscal de Peña no hay una rectificación de este inaceptable privilegio de la burocracia.
Y eso de que la reforma de Peña no es fiscal sino social no deja de ser una argucia propagandística: Se escucha muy bien la creación del Sistema de Seguridad Social Universal para mayores de 65 años y el seguro de desempleo por un máximo de seis meses —que, ojo, ya dejaron de ser propuestas populistas—, pero parecen ser sólo promesas para atemperar las críticas a la cascada de impuestos.
Sin presupuestos definidos y plazos precisos, ambos planteamientos son una promesa idéntica a la que hizo Calderón en 2008 de construir una refinería en Hidalgo. Pura demagogia.
En realidad, ante la imposibilidad política de imponer IVA medicinas y alimentos, Peña tuvo que crear un esperpento fiscal. ¿Qué no era —y es— su proyecto? ¿Entonces por qué la borregada priista acató su orden de eliminar los candados de su Programa de Acción? Que se lo crean los imbéciles…
Twitter: @alvaro_delgado
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