Sabina Berman
Simpatizantes de normalistas cierran el año con protesta en la PGR. Foto: Xinhua / Alejandro Ayala |
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- 1.Empieza un nuevo año, eso no tiene remedio. Y
empieza un nuevo tiempo mexicano, eso tampoco parece tener remedio. Un
tiempo con un nuevo pacto social. ¿Qué tan largo será ese empiezo? ¿Qué
tan traumático será? Las respuestas dependen de los actores principales
de este cambio. La sociedad civil y el gobierno.
2. Nuestro pacto social ha sido indecible de forma pública y
oficial. Un pacto secreto dicho a voces informalmente. Un pacto tan
largo como el tiempo del México mestizo. Un pacto creado en la colonia
y que ha pervivido hasta hoy. “Ellos (los poderosos) roban y mienten, y
los demás (los ciudadanos) lo soportamos porque ellos mantienen la paz
social y el crecimiento económico”.
3. Hete acá sin embargo que el pacto se ha roto. Los poderosos
dejaron de mantener la paz social hace ya una década y tampoco
mantienen una prosperidad creciente. Ni paz ni progreso, los gobiernos
del siglo XXI nos han traído crimen masivo y deterioro económico,
mientras los políticos siguen robando y nos siguen mintiendo.
4. Y el pacto se ha roto también por la otra mitad, la ciudadana. La
protesta social que le siguió a la tragedia de Ayotzinapa, ha mostrado
el tamaño del enojo de la sociedad civil ante la ineficacia y la
corrupción del gobierno. “Tanto hemos perdido que perdimos el miedo”,
declaró una pancarta en una de las marchas en las que los mexicanos
fuimos apalabrando nuestro descontento.
5. “Ya basta”. “No más sangre”. “Justicia”. “Ya me cansé”. “Renuncia
Peña”. “Fue el Estado”. Más frases de esa rabia, aparecidas en
pancartas, en hashtags, en gritos a coro en estadios, repetidas en
sobremesas de amigos.
6. La sociedad civil tiene ahora el reto de convertir la narrativa
de nuestro descontento en una propuesta para nuestro bien común. El
actor con millones de cabezas debe centrarse en una sola meta.
7. Pareciera imposible. Pareciera que es querer pasar un camello por
el ojo de una aguja. Hacer desembocar un río en un vaso de agua.
¿Cuántos movimientos sociales han perdido su sentido al intentarlo? La
Primavera Egipcia le entregó su poder a un solo líder que se transformó
en un dictador opresivo. Más cerca de nosotros está la historia del
movimiento Yosoy132, que tuvo en su manos el resultado de la elección
presidencial en el año 2012. Yosoy132 sencillamente no pudo decantarse
por un solo candidato: dividió los votos del movimiento en dos y quien
ganó fue el tercero, ese que detestaban los jóvenes Yosoy132.
8. Por fortuna para nosotros, un debate público de dos décadas y el
mero sentido común nos asisten en pasar por el ojo de la aguja. Lo
contrario al mal que hoy padecemos cabe en una sola palabra. La palabra
Justicia. Lo que queremos hoy la mayoría de los mexicanos es un país
con Justicia. Un país decente y que funcione.
9. Y la Justicia, también por fortuna, no es un milagro que baja del
cielo o que sube de los corazones repentinamente nobles. La Justicia es
algo que se construye. Un sistema de jueces y policías honestos y
funcionales, e independientes del poder político.
10. Una Justicia no uncida al poder sino a la ley. Una Justicia
autónoma. Una Justicia profesional. Una Justicia, valga la reiteración,
justa.
11. Jueces que con la misma ley juzguen al doctor Mireles que al
virrey Castillo. A Humberto Moreira o al ladronzuelo de coches. A Raúl
Salinas o al Niño Verde. Jueces como los españoles. Como los
norteamericanos. Falibles, por supuesto, pero por convicción y norma,
justos. Y policías que sepan investigar y perseguir y encarcelar al
crimen. No es poco, pero tampoco es una empresa desaforada.
12. Hablamos de diez mil profesionales de la Justicia. Como lo
expresó hace ya dos años Paco Ignacio Taibo en una mesa de amigos en la
Feria del Libro de Guadalajara: Una generación de universitarios cuya
imaginación sea capturada por la necesidad del cambio social. Tantos
como los que Octavio Paz describe emprendiendo durante el cardenismo la
alfabetización de la población agrícola del país. La cifra por cierto
de jóvenes procuradores de Justicia que Brasil insertó de golpe en
funciones, hace unos años, y hoy están juzgando a los partidos
políticos por corrupción.
13. ¿Qué hará el gobierno en esta encrucijada? El presidente podría
decidirse a seguir a la sociedad civil. Si logró, con una eficacia
sorprendente, reformar leyes anquilosadas en el breve lapso de sus
primeros dos años de mandato, podría dedicar los cuatro años que le
restan a reformar el sistema de injusticia que hoy rige. Ganarse así un
lugar en esta historia que hoy encabezan los muchos, la sociedad civil.
Ganarse un lugar en la Historia del país.
14. O podría hacer lo inverso: caminar por un camino que diverge de
la sociedad civil y condenarnos así, condenarse a sí mismo también, a
cuatro próximos años de áridas confrontaciones y acaso, ojalá no, de
derramamiento de sangre.
15. De que veremos lo que sucederá, lo veremos de seguro.
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