Gerardo Fernández Casanova
(especial para ARGENPRESS.info)
El nuevo año se presenta aciago. 2014 marcó el rompimiento de la burbuja de éxitos de propaganda de Enrique Peña Nieto; la realidad lo dejó desnudo. El sexenio se agotó antes de completar el segundo año de gestión, producto de la incapacidad para gobernar a base de mentiras; no se puede engañar a todos todo el tiempo. La seguridad pública y la economía tronaron estrepitosamente y al mismo tiempo. Maniatado por los compromisos con quienes lo impusieron en la presidencia, Peña Nieto no sólo no planteó algún cambio de estrategia de gobierno, sino que se aferra en seguir el mismo camino que ya lleva treinta años de mostrar su inoperancia; ni siquiera se dio oxígeno con algún cambio en el gabinete sino que asume personalmente el fracaso del ejercicio; pareciera incapaz de romper los lazos de compromiso con sus cómplices en la tarea del enriquecimiento ilícito. Perdió la oportunidad. En estas condiciones la posibilidad de gobernar de manera efectiva se aleja de manera acelerada y ni papá Obama lo podrá rescatar.
Por su parte, la movilización social no observó merma en el periodo vacacional decembrino (como esperaban los asesores de EPN) sino que aprovechó el paréntesis para el tejido de alianzas y la coordinación de proyectos. La decisión de no desfallecer rebasa cualquier solución que finalmente se dé al caso Ayotzinapa; la mira está puesta en acabar, de una vez por todas, con el régimen que propicia la inseguridad y la injusticia. Se trata de una verdadera insurgencia pacífica que ya rebasó el umbral del no retorno.
El régimen parece pasmado, sin iniciativa eficaz. Los mensajes de Peña, además de ser anodinos, ya nadie les cree. La convocatoria a la armonía y a la unión caen en el vacío, su oferta de que seguirá con mayor ahínco en el ejercicio de la presidencia más parece amenaza, al mismo tiempo que deja claro que su renuncia es asunto que se ventila en la cima. Ya ni la represión le sería funcional, sólo serviría para acrecentar el repudio; esto se muestra con claridad en Michoacán, con líderes de autodefensas encarcelados y la gente exigiendo su libertad y tomando alcaldías a punta de fusil, en clara insurrección.
En junio habrá elecciones para diputados federales en todo el país, además de algunos gobernadores, alcaldes y legislaturas locales. El proceso se da en medio del mayor descrédito de los partidos y de los políticos en general. El crimen organizado constituye un grave riesgo de infiltración mayor en las instituciones. La democracia, tal como se ha venido aplicando, ha dejado de ser un aliciente para un sector importante de la sociedad. Algunas voces elevan la propuesta del voto nulo como forma de expresar el descontento y el rechazo al sistema político. No se ve tranquilo el panorama para el proceso electoral.
Hay un gran riesgo. El país está atrapado en un complejo laberinto; de un lado, la sociedad civil, el pueblo pues, se moviliza y exige que las cosas cambien para que haya seguridad y crecimiento económico; para muchos ello implica la renuncia de Peña Nieto; por el otro lado, el régimen se aferra al poder y al modelo fracasado. En ninguna de las partes se contempla una propuesta de método para procesar el conflicto; el riesgo es pues la esclerosis de la historia y la frustración colectiva. Para el régimen esta es la menos mala de las alternativas, ellos conservan sus privilegios y el pueblo que se joda. Urge que la inteligencia nacional formule y exponga propuestas válidas para salir del impasse y recuperar la condición de país soberano. Alguien tiene que convocar, persona o grupo, que tenga capacidad para aglutinar y para conducir el proceso.
No debe descartarse el papel que pueden jugar las elecciones del presente año. Entiendo la actitud de repudio que impera en el sentimiento colectivo al respecto, la desilusión provocada por la experiencia histórica de fraudes y manipulaciones. Los proponentes de la abstención activa la presentan como una manera de protestar y deslegitimar al régimen, como si a la clase política en el poder le quitara el sueño la legitimidad. Creo que una mejor propuesta sería la de colocar a los partidos del régimen en condición de minoría en la cámara, con lo que la expresión del repudio tendría cuerpo y realidad. MORENA es una real alternativa de lograr la mayoría para que el cambio demandado encuentre vías de ser procesado pacíficamente. Vale la pena reflexionar al respecto y encontrar razones para esperar un mejor 2015
Por su parte, la movilización social no observó merma en el periodo vacacional decembrino (como esperaban los asesores de EPN) sino que aprovechó el paréntesis para el tejido de alianzas y la coordinación de proyectos. La decisión de no desfallecer rebasa cualquier solución que finalmente se dé al caso Ayotzinapa; la mira está puesta en acabar, de una vez por todas, con el régimen que propicia la inseguridad y la injusticia. Se trata de una verdadera insurgencia pacífica que ya rebasó el umbral del no retorno.
El régimen parece pasmado, sin iniciativa eficaz. Los mensajes de Peña, además de ser anodinos, ya nadie les cree. La convocatoria a la armonía y a la unión caen en el vacío, su oferta de que seguirá con mayor ahínco en el ejercicio de la presidencia más parece amenaza, al mismo tiempo que deja claro que su renuncia es asunto que se ventila en la cima. Ya ni la represión le sería funcional, sólo serviría para acrecentar el repudio; esto se muestra con claridad en Michoacán, con líderes de autodefensas encarcelados y la gente exigiendo su libertad y tomando alcaldías a punta de fusil, en clara insurrección.
En junio habrá elecciones para diputados federales en todo el país, además de algunos gobernadores, alcaldes y legislaturas locales. El proceso se da en medio del mayor descrédito de los partidos y de los políticos en general. El crimen organizado constituye un grave riesgo de infiltración mayor en las instituciones. La democracia, tal como se ha venido aplicando, ha dejado de ser un aliciente para un sector importante de la sociedad. Algunas voces elevan la propuesta del voto nulo como forma de expresar el descontento y el rechazo al sistema político. No se ve tranquilo el panorama para el proceso electoral.
Hay un gran riesgo. El país está atrapado en un complejo laberinto; de un lado, la sociedad civil, el pueblo pues, se moviliza y exige que las cosas cambien para que haya seguridad y crecimiento económico; para muchos ello implica la renuncia de Peña Nieto; por el otro lado, el régimen se aferra al poder y al modelo fracasado. En ninguna de las partes se contempla una propuesta de método para procesar el conflicto; el riesgo es pues la esclerosis de la historia y la frustración colectiva. Para el régimen esta es la menos mala de las alternativas, ellos conservan sus privilegios y el pueblo que se joda. Urge que la inteligencia nacional formule y exponga propuestas válidas para salir del impasse y recuperar la condición de país soberano. Alguien tiene que convocar, persona o grupo, que tenga capacidad para aglutinar y para conducir el proceso.
No debe descartarse el papel que pueden jugar las elecciones del presente año. Entiendo la actitud de repudio que impera en el sentimiento colectivo al respecto, la desilusión provocada por la experiencia histórica de fraudes y manipulaciones. Los proponentes de la abstención activa la presentan como una manera de protestar y deslegitimar al régimen, como si a la clase política en el poder le quitara el sueño la legitimidad. Creo que una mejor propuesta sería la de colocar a los partidos del régimen en condición de minoría en la cámara, con lo que la expresión del repudio tendría cuerpo y realidad. MORENA es una real alternativa de lograr la mayoría para que el cambio demandado encuentre vías de ser procesado pacíficamente. Vale la pena reflexionar al respecto y encontrar razones para esperar un mejor 2015
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