1/08/2015

Don Julio


Utopía


Eduardo Ibarra Aguirre

Hoy le comparto un testimonio tomado de la segunda edición digital de Remembranzas, libro corregido y aumentado y de próxima aparición:
Siempre consideró el reportero que a nuestros referentes laborales y profesionales, éticos y morales, ciudadanos y culturales, es preciso rendirles tributo en vida, para que los homenajeados lo disfruten o padezcan, según sea el caso, y exista la oportunidad de cotejar los dichos y los hechos.
Él no fue amigo ni laboró nunca para Julio Scherer. Lo trató muy contadas veces y para su fortuna las registró en la memoria. Ahora le comparte algunas que dibujan al personaje homenajeado, 12 años después de que se le ofreció, con el doctorado Honoris causa de la Universidad de Guadalajara y un reconocimiento a su obra editorial en la Feria Internacional del Libro, también de la perla tapatía.
En las postrimerías del 10 de junio de 1971, los comités de lucha de la Universidad Nacional Autónoma de México y otras organizaciones sociales acordaron realizar una manifestación contra la escalada de la invasión ordenada por Richard Nixon al sudeste asiático. Comisionaron al incipiente reportero para que adquiriera un espacio en Excélsior. Llegaron a deshoras y nadie aceptaba la inserción pagada porque “la edición ya se cerró”. Graciela y Cristina Gómez mostraban el rostro de la desilusión después de haber juntado peso sobre peso para el pago.
Se dirigieron los tres activistas estudiantiles a la oficina de don Julio, quien ya se retiraba. Le expuso el asunto el joven y enseguida respondió: “Compañero, váyase rápido a talleres, pregunte por el jefe y dígale que ya habló conmigo”. Asunto resuelto.
En 1976, tras el 8 de julio en que el echeverrismo propinó un golpe de mano a la cooperativa de Excélsior y antes del 6 de noviembre en que apareció el número uno de Proceso, se realizó una suscripción pública de aportaciones económicas en un salón del hotel María Isabel Sheraton. El ya jefe de redacción acudió a hacer lo propio, con 500 pesos, y le entregó a don Julio un ejemplar del semanario Oposición, del Partido Comunista Mexicano, recién salido de la imprenta. Con el cartón de Naranjo y una nota de portada se daba cuenta de la hazaña de Luis Echeverría Álvarez y Regino Díaz Redondo contra la libertad de expresión. No recuerda el escribidor en 41 años de ejercer el fascinante pero ingrato oficio, otro agradecimiento tan escueto pero emocionado, como el que le expresó Scherer:
¡Muchas gracias, compañero. Muchas gracias! –Le dijo simultáneamente a que lo abrazaba, estrechaba la mano y lo palmeaba.
En el aniversario número 10 de ProcesoEduardo Deschamps le platicó:
¡Míralo! ¡Cómo niño de escuela castigado! En efecto, más que sensible a su timidez, don Julio es, como el mismo escribe: Practicante de “la claridad para el trabajo y la penumbra para mi persona”.
Nunca le preguntó al potosino José Enrique González Ruiz, el que dirigió la Universidad Autónoma de Guerrero, qué y cómo hizo para convencer a Scherer de que aceptara la medalla Roque Dalton. Acudió al Museo del Chopo el 16 de mayo de 2001 y junto con Leticia Enríquez Sánchez recibió la presea con el nombre del poeta y combatiente salvadoreño, asesinado por la intolerancia y el dogmatismo. Ella acudió en nombre de su marido, preso entonces, José Francisco Gallardo.
El editor de Las necesidades de un ombudsman militar para México aprovechó la ocasión para transmitirle a Scherer García un juicio que ya era del conocimiento de varios de sus más cercanos y solidarios amigos, colegas y compañeros:
Don Julio, quiero decirle algo que doña Leticia y su esposo, el general Gallardo, ya conocen, pero usted no. Y mi deseo es transmitírselo directamente (dijo en voz alta para que los demás presentes guardaran silencio y Leti atestiguara).
¡Dígame compañero! –Respondió solícito el director de Proceso.
Sin las tres portadas que publicó Proceso el 13, 20 y 27 de diciembre de 1993 y que seguramente usted ordenó, ni el generalGallardo ni yo estaríamos en posibilidades de platicarlo.
¿Qué quiere que le diga, compañero? ¿Qué quiere que le diga? Fue la escueta respuesta, mientras visiblemente emocionado tomaba del brazo al editor que ya no sentía lo duro sino lo tupido de la embestida del alto mando militar en contra de Forum y de la familia Gallardo Enríquez.
Nada don Julio. Simplemente gracias. Muchas, muchas gracias.
Seis meses después de que el editor transmitió esa elemental expresión de agradecimiento a Scherer, fueron saqueadas las oficinas de la revista Forum.
Y es que los generales Antonio Riviello Bazán y Mario Guillermo Fromow García, en diciembre de 1993, y a partir de diciembre de 1994Enrique Cervantes Aguirre y Rafael Marcial Macedo de la Concha no sabían del respeto a la vida del adversario y sus familiares.
Acuse de recibo
En el canal menos excluyente de Televisa, el 4, omitieron en los noticieros que repiten la misma nota 24 horas, la agresión echeverrista al equipo dirigente de Excélsior, encabezado por don Julio.
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