El festival recorre México herido recopilando espejos, sembrando rebeldías y compartiendo dolores y rabias |
Se abrieron las puertas del auditorio y salió en tromba la gente que se
había agolpado adentro durante los dos últimos días del primer Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo. Eran
las instalaciones del CIDECI- Universidad de la Tierra de Chiapas
(México), un centro de formación atípico. Se daba por clausurada la
compartición que convocaran el Ejército Zapatista (EZLN) y el Congreso
Nacional Indígena (CNI), que recorrió durante 13 días la geografía de
este México herido.
El final de esta etapa se sintió --como viene siendo habitual en los eventos convocados por el EZLN y el CNI-- más como una apertura que como una clausura. Llovieron
propuestas, ideas, espacios abiertos y dispuestos para empezar a
“reconstruir entre los de abajo aquello que los de arriba han
destruido”. Se denunció, y se recordó a los diversos presos
políticos (Mario Luna, de la tribu Yaqui, conectó en directo desde la
prisión “obviando los barrotes que nos separan”), los territorios en
riesgo por los “proyectos de muerte neoliberal”, se escuchó el relato
de luchas nacionales e internacionales que solían seguirse de gritos,
aplausos o silencios de dolor.
La ruta de los espejos
En las diversas sedes conectadas mediante una caravana de autobuses que jugaban a elongar el tiempo, el lugar de honor del Festival fue tomado por los Padres y Madres de Familia de los estudiantes asesinados y desaparecidos
en la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa (en el Estado de Guerrero).
Entre las cinco sedes participaron unas 1.300 delegadas del CNI (de 28
pueblos y 20 Estados de la República mexicana) y casi 3.000
simpatizantes y adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona
(de 42 países distintos).
El recorrido inició el 21 de
diciembre, en la comunidad de Xochicuautla (Estado de México),
amenazada por megaproyectos. Siguió en Amilcingo (Morelos), para pasar
al festival cultural de la Ciudad de México los días de Navidad.
Después se trasladó a Monclova (Campeche) repitiendo la dinámica de las
dos comunidades anteriores: compartir los dolores y clamar para “que
retumbe por todo el mundo el eco de nuestras resistencias”. Para
terminar bajando al sureste zapatista, en Oventik, para fin de año y
clausurar con una macroplenaria de acuerdos y conclusciones en el
CIDECI en San Cristóbal de las Casas.
La voz del EZLN entre la niebla
Desde
hace 21 años los zapatistas celebran su alzamiento el día 1 de enero.
En esta ocasión, entre la niebla del caracol en Oventik, se celebró un
acto cívico donde pudo escucharse la voz del EZLN a través del Subcomandante Moisés. “No hay una respuesta sola, no hay un manual, no hay un dogma. Hay muchas respuestas, muchos modos, muchas formas”,
comentó el portavoz del EZLN. El CNI añadió: “No están solos. Somos
ustedes. Son nosotros”. Siguió la música de Los Originales de San
Andrés (banda de corridos que narra las efemérides zapatistas),
mientras bailaban las Bases de Apoyo Zapatistas, los y las adherentes a
la Sexta.
El fin del año zapatista, también, celebra una
apertura más que un cierre. Una oportunidad que inició con un grito de
“¡ya basta!” en 1994 y ahora sigue construyéndose y ampliándose. En
este camino son pocos y raros los momentos de clausura. Los normalistas de Ayotzinapa
anunciaron al EZLN que también quieren hacer sus escuelas normales
rurales entidades autónomas; “hasta no ver, no creer” contestó el Sub.
Moisés. Hay que volver al trabajo. Abrir puertas. “La lucha es para siempre” comentó un delegado del CNI en Campeche.
De la Amazonía al sureste mexicano
El
festival contó con la presencia de Domingo Ankuash, representante de la
nacionalidad Shuar de la Amazonía ecuatoriana, que lucha contra la
explotación minera en su territorio. “Somos un pueblo que cree en sus
derechos territoriales, cree en su dignidad y en su libertad y defiende
su generación, cree en su autonomía y en su autodeterminación”, destacó
el líder indígena, que consiguió llegar a Chiapas tras encontrar
diversas trabas de la embajada mexicana para otorgarle el visado.
Ankuash, opositor a la política del Gobierno ecuatoriano, alabó el
trabajo del EZLN por su unidad de acción en defensa de los pueblos
mayas. Ante el CNI, el portavoz Shuar exclamó que “somos hijos de los
guerreros, mantenemos la resistencia de nuestros padres y abuelos en
América y el mundo, la tierra es nuestra madre y a la madre ni se la
vende ni se la compra”.
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