Jesús Cantú
Cetegistas destruyen módulo del INE en Guerrero. Foto: Germán Canseco |
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- El próximo 7 de junio se elegirán nueve gobernadores,
500 diputados federales y Congresos locales y ayuntamientos en 17
entidades de la República Mexicana. Sin embargo, la primera gran
interrogante es si será posible celebrar comicios en Guerrero y
Michoacán, ya que por lo pronto el Instituto Nacional Electoral pospuso
los exámenes para seleccionar capacitadores-asistentes electorales en
dos distritos de la primera entidad.
También está programada la renovación de Congresos y ayuntamientos
en el Estado de México y Jalisco, las otras dos entidades donde las
propuestas de seguridad del presidente Enrique Peña Nieto contemplaban
la inmediata desaparición de las policías municipales y la creación de
policías estatales únicas, en lo que no se ha podido avanzar. Así,
cuatro de los 17 estados son considerados por el mismo gobierno federal
como los más inseguros y, por lo tanto, intenta que sean de los
primeros donde se aplican las medidas anunciadas.
Aunque el debate en torno a la realización de los comicios pretende
centrarse sólo en la posibilidad material que tienen las autoridades
electorales de realizar sus labores de capacitación y organización, en
realidad ese es únicamente uno de los inconvenientes que se enfrentan
(Proceso 1990), pues el crimen organizado afecta la postulación de
candidatos, el desarrollo de las campañas y la libertad del sufragio,
entre otros de los ámbitos en los que impacta.
Así, puede afirmarse que en los dos estados (Guerrero y Michoacán)
donde hay gobernadores interinos está en riesgo la renovación de los
poderes Ejecutivo y Legislativo, así como de los ayuntamientos; y, en
otros dos (Edomex y Jalisco), de Poder Legislativo y ayuntamientos.
Pero, desde luego, los eventuales inconvenientes que se enfrenten en
dichas entidades pueden afectar de manera sensible la composición de la
Cámara de Diputados, pues en las mismas se encuentran concentrados casi
22 millones de ciudadanos, distribuidos en 80 distritos electorales, es
decir, poco más de la cuarta parte de los alrededor de 82 millones de
electores en la lista nominal y de los 300 distritos uninominales.
También es difícil aventurarse a predecir resultados debido a la
volatilidad del voto entre partidos y el gran descontento existente en
general con éstos y los actores políticos. De los nueve estados donde
se elegirán gobernadores, únicamente en dos (Campeche y Colima) no ha
habido alternancia; en cinco (Baja California Sur, Michoacán, Nuevo
León, Querétaro y San Luis Potosí) se ha producido una doble
alternancia, incluyendo BCS, que ha sido gobernada por PRI, PRD y PAN,
éste actualmente en el poder; y en otros dos (Sonora y Guerrero) sólo
se ha dado una alternancia. En estos momentos el PAN es gobierno en dos
(Baja California Sur y Sonora); el PRD, en uno (Guerrero), y el PRI, en
los restantes seis.
Todo indica que en dos entidades la preferencia electoral se
repartirá entre las tres principales fuerzas políticas (Baja California
Sur y Michoacán); en una, entre PRI y PRD (Guerrero); y en las
restantes seis, entre PRI y PAN. Es muy probable que el PRD no obtenga
el triunfo en ninguna de las gubernaturas, pues en Michoacán sufrirá
las consecuencias de la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas, y en Guerrero,
las derivadas de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa;
mientras tanto, en el escenario ideal para cada uno de ellos, el PAN
puede ganar hasta seis gubernaturas, y el PRI se puede llevar hasta las
nueve.
A nivel de la Cámara de Diputados es prácticamente un hecho que,
como ha sucedido en los últimos tres sexenios (Ernesto Zedillo, Vicente
Fox y Felipe Calderón), el partido del presidente pierda una porcentaje
de votación y, por lo tanto, curules; y todo indica que el principal
beneficiario de la votación que pierda el tricolor resultará ser el
naciente partido político de Andrés Manuel López Obrador, Morena, que
de acuerdo a las encuestas del periódico Reforma puede convertirse en
la primera fuerza electoral en el Distrito Federal.
La mayor caída sufrida por una fuerza política de la elección
presidencial a la intermedia se dio en el sexenio de Ernesto Zedillo,
cuando el PRI perdió más de 12 puntos porcentuales de la votación,
entre 1994 y 1997, en gran parte producto de la crisis económica y el
alza de 5 puntos porcentuales en el IVA; en la administración de Fox,
la caída del PAN fue de 8 puntos porcentuales, mismos que se
distribuyeron entre el PRI y el PRD. En contrapartida, la mayor
ganancia de un partido de oposición se verificó durante el sexenio de
Calderón, cuando el PRI y el PVEM crecieron más de 15 puntos
porcentuales, lo que les permitió contar entre los dos con 266
legisladores que les aseguraron el control de dicha Cámara.
En la elección de 2012 el PRI obtuvo 33.6% de los sufragios y el
PVEM 6.4%, con los que lograron 212 y 29 diputados respectivamente, es
decir, menos de los que alcanzaron en la anterior legislatura, pero
hacen la mayoría con los 10 del Partido Nueva Alianza, así que no tiene
mucho margen para perder curules si quiere conservar la mayoría en la
Cámara de Diputados.
Sin embargo, la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y
los escándalos de las propiedades que el Grupo Higa vendió en
condiciones muy favorables a la esposa de Peña Nieto, Angélica Rivera,
y al secretario de Hacienda Luis Videgaray, de inmediato impactaron la
aprobación de la gestión presidencial, que se encuentra en los niveles
más bajos desde el inicio de su administración, con un porcentaje de
desaprobación de 58%, de acuerdo con una encuesta de Reforma con motivo
de su segundo año de gobierno; y de aprobación, de apenas 39%.
En estas condiciones, no sorprendería que el PRI alcance un mínimo
histórico (hasta el momento su porcentaje más bajo de votación en las
elecciones de diputados fue en 2006, de 29%); y que, a pesar de todo,
la izquierda en su conjunto (PRD, Morena, PT y MC) se mantenga
alrededor de 30% que alcanzó en los comicios de 1997, 2006 y 2012,
aunque no necesariamente los cuatro conserven el registro, y con una
caída muy importante del PRD y una exitosa primera participación de
Morena. El PAN, aun con los conflictos internos y sus escándalos de
corrupción, debe también rondar el 30%; más difícil resulta saber si el
PVEM logrará mantenerse arriba del 6% (2009 y 2012) y si Nueva Alianza
y los partidos de reciente creación (Humanista y Encuentro Social)
consiguen el 3% necesario para mantener su registro.
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