“Fueron tan protagonistas como los hombres en el levantamiento de 2011, sin embargo, desde entonces, vienen sufriendo cada vez más violencia y discriminación y no tienen dónde ponerse a salvo”
Hassiba Hadj Sahraoui *
El
Cairo, 28 ene. 15. AmecoPress.- Para muchas mujeres egipcias, este
domingo ha traído recuerdos especialmente amargos: los de unos
instantes en los que pareció que, por fin, tenían un futuro mejor al
alcance de las manos.
Las
calles están vacías, las cárceles llenas. En Egipto, el cuarto
aniversario de la “Revolución del 25 de Enero” transcurre, sobre todo,
en silencio, con muchos de las personas jóvenes activistas que la
lideraron fuera de la circulación, entre rejas. Las mujeres fueron tan
protagonistas como los hombres en el levantamiento de 2011. Sin
embargo, desde entonces, vienen sufriendo cada vez más violencia y
discriminación. Y no tienen dónde ponerse a salvo.
Los
impactantes testimonios que ha sacado a la luz Amnistía Internacional
nos hablan de mujeres que han soportado actos de violencia infligidos
por sus parejas, por la población en general y por la policía. Las
mujeres no están seguras en sus casas. Una mujer describió a Amnistía
Internacional los abusos a los que la había sometido su esposo:
“Me
ataba a la cama y me pegaba con un cinturón […] Una vez, cuando estaba
embarazada, me pegó y me empujó escaleras abajo. Sufrí un aborto.”
En Egipto, la
legislación sobre el divorcio impide a las mujeres abandonar el hogar,
pues ello supone renunciar a sus derechos económicos o, de lo
contrario, entablar largas y costosas batallas judiciales.
“Para las mujeres, es un proceso inhumano”, nos explica una periodista que presentó una demanda de divorcio contra su marido.
Tampoco en las
calles están seguras las mujeres. Si la “Revolución del 25 de Enero”
puso la plaza Tahrir de El Cairo en boca de todo el mundo, ésta se ha
convertido ahora en un lugar de connotaciones infames, por las
agresiones sexuales de la multitud a las manifestantes. Una mujer que
sobrevivió a una de estas agresiones en la plaza, el 25 de enero de
2013, la describe así:
“Notaba
manos que aparecían por todas partes y me movían, casi me transportaban
al interior de un círculo, mientras que me decían ‘no te preocupes’.
Pero mientras lo decían ya me estaban violando […].”
Las pocas
mujeres que acuden a la policía o a la fiscalía para pedir ayuda, se
encuentran con funcionarios desdeñosos o con escasa formación, según
ponen de manifiesto las investigaciones de Amnistía Internacional. “A
la policía no le importa”, asegura una sobreviviente de violencia
intrafamiliar, “no piensan que sea un problema que un hombre pegue a su
esposa.
” Y lejos de
ayudar a las mujeres que sobreviven a la violencia, las fuerzas de
seguridad pueden ser quienes den lugar a ella. Una joven que cumplió
dos años de cárcel por adulterio relató a Amnistía Internacional que un
agente de policía la había abofeteado y se había limitado a mirar
mientras su esposo la golpeaba en la comisaría de policía. “Ninguna
mujer decente abandonaría a su esposo y a sus hijos, eres una perdida”,
le reprochó el agente. En ese momento, estaba embarazada de seis meses.
Las mujeres
también han sufrido violencia sexual y de género en las cárceles y en
las comisarías de policía. De hecho, algunas manifestantes detenidas
por las fuerzas de seguridad explicaron a Amnistía Internacional que
los agentes que las arrestaron las habían sometido a tocamientos y a
acoso.
Una estudiante
nos describió cómo un agente de la policía antidisturbios había
amenazado con violarla cuando la detuvo en el campus universitario, en
diciembre de 2013. “Te voy a enseñar cómo se trata a las mujeres”, le
espetó.
Así, son las propias mujeres egipcias, y no las autoridades, las que han tomado medidas para frenar esta oleada de abusos.
Los grupos de
mujeres han dado un paso al frente para ocupar el vacío que deja la
pasividad de las instancias oficiales, y han documentado abusos y
brindado a las supervivientes una ayuda que les ha permitido cambiar de
vida. Estas activistas han lanzado campañas públicas de sensibilización
y presionado al gobierno, pidiendo mejores leyes y protección policial.
Pero las
autoridades se han movido en la dirección contraria, bloqueando fondos
vitales para grupos de derechos humanos y denegando a las ONG
autorización para abrir refugios para mujeres. La implacable represión
ha obligado a muchos grupos a limitar su trabajo.
Las promesas
del presidente Abdel Fattah al Sisi de dar la máxima prioridad a los
derechos de las mujeres, tras las brutales agresiones que sufrieron
éstas en la plaza de Tahrir con ocasión de su investidura, suenan ahora
huecas. Hasta la fecha, las autoridades han eludido las grandes
reformas, y no han tomado más que medidas fragmentarias y puramente
testimoniales.
Y mientras las
autoridades titubean, las mujeres siguen sufriendo. Así, la mayoría de
los actos de violencia que sufren continúan sin denunciarse,
investigarse y castigarse, mientras se prolongan disputas partidistas
sobre quién es el culpable de los abusos.
Ha llegado el
momento de dejar a un lado este juego de reparto de culpas. No más
“síes” condicionales y no más “peros”. Lo que se necesita es una
estrategia nacional para combatir la violencia contra las mujeres.
Asimismo, las autoridades deben enmendar las leyes que dejan indefensas
a las sobrevivientes de la violencia, y dotar a los derechos de las
mujeres de un papel central en su programa político.
El presidente
Al Sisi prometió en Davos que arreglaría la economía de Egipto. Pero
para que eso ocurra, su gobierno debe reconocer primero que las mujeres
egipcias son parte de la solución. Las mujeres necesitan un entorno
seguro, que les permita participar sin peligro en el espacio económico,
social y político, libres de discriminación y de violencia.
Sin embargo,
hoy por hoy, las promesas de reforma real siguen pareciendo tan remotas
como siempre. En palabras de una ex presa: “si tienes algún problema,
quéjate a Dios”.
(*) Experta de Amnistía Internacional sobre Oriente Medio y el Norte de África
Foto:
Amnistía Internacional. 1. Grafitis contra el acoso sexual en El Cairo
© Melody Patry / Index on Censorship (mural by El Zeft and Mira
Shihadeh). 2. Una mujer egipcia sostiene una pancarta durante una
protesta contra el acoso sexual en El Cairo, Egipto, en junio de 2014 ©
AP Photo / Amr Nabil.
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