María, Nestora, Hilda, Berta, Inés y decenas más toman las calles
María
caminó desde las 10 de la mañana hasta las seis de la tarde –un
recorrido de 43 kilómetros de protesta–, para exigir a Enrique Peña
Nieto que le devuelva a su hijo normalista, agredido y desaparecido por
policías municipales y el grupo criminal “Guerreros Unidos” hace cuatro
meses.
María Concepción Tlatempa Colchero, madre de Jesús Jovani Rodríguez
Tlatempa, normalista desaparecido en Iguala, Guerrero, se levantó este
lunes 26 de enero a las seis de la mañana –como lo ha hecho desde hace
122 días– con la convicción de “encontrar” a su hijo.
Ayer
despertó en un lugar distinto a su casa en el municipio guerrerense de
Tixtla, a la que no ha vuelto desde el 27 de septiembre de 2014 cuando
un vecino le avisó de un enfrentamiento entre policías municipales de
Iguala y estudiantes de recién ingreso de la Normal Rural “Raúl Isidro
Burgos” en Ayotzinapa, y del cual el hermano de su vecino y Jesús
Jovani ya no regresaron.
La víspera (exactamente cuatro meses después de esos hechos), María se
levantó, se bañó y tomó un desayuno en compañía de otras 42 familias
(madres, padres, hermanas, tías y abuelas) que también están buscando a
sus hijos desaparecidos.
A las siete de la mañana María se reunió con algunas organizaciones
civiles que apoyan la búsqueda, para decidir cómo avanzarían los
contingentes que saldrían desde cuatro puntos del Distrito Federal
(avenida Taxqueña, Indios Verdes, Calzada Zaragoza y Auditorio
Nacional), a fin de “paralizar la ciudad”.
SOLIDARIDAD
A las 10 de la mañana, María estaba de pie afuera del Auditorio
Nacional –donde no había estado antes– con el retrato de su hijo en
lona blanca y una playera roja con el número 43.
Una señora le llevó una torta y una botella de agua. Luego del almuerzo
que tomó de pie, María empezó a caminar hacia el Zócalo capitalino
donde, confiaba, la esperaba la “solidaridad nacional”.
Bajo el calor de las dos de la tarde, María contó a Cimacnoticias que
su hijo había estudiado dos años de la carrera de Medicina en una
escuela que no estaba reconocida por la Secretaría de Educación Pública
(SEP), por lo que decidió en agosto de 2014 hacer su examen de ingreso
a la Normal de Ayotzinapa.
“Es
la escuela que él eligió y la educación que nosotros, como sus padres
(ella ama de casa y él herrero), le podíamos dar”, dijo la mamá de
Jesús.
María siguió marchando y durante el trayecto de ocho horas paró sólo
cuatro veces –cuando se hacían los mítines– en la Estela de Luz, la
Diana Cazadora, el Ángel de la Independencia, y en el Senado de la
República.
Frente al recinto legislativo, donde una valla de policías del Distrito
Federal bloqueó la entrada de las calles contiguas, Omar García
Velázquez, vocero del Comité Estudiantil de la Normal de Ayotzinapa,
acusó que algunos medios de comunicación estaban “difamando” al
movimiento de padres y madres de los estudiantes desaparecidos.
Luego de que Omar mostrara la portada de un periódico, María decidió no
hablar con ningún medio de comunicación; se sentó en una banqueta –sin
decir que estaba cansada–, y esta mujer de más de 40 años de edad tomó
un respiro con la boca seca.
Comió un plátano y un jugo que le acercaron dos jóvenes y, tras
insistirle, aseguró: “Somos gente humilde sin nada que esconder”. No
pasaron ni 10 minutos cuando María se reincorporó a la marcha y retomó
el paso.
A su lado marcharon Nestora Carrillo Ruíz, quien encabezó el pasado 12
de noviembre en Guerrero la Caravana de la Brigada Nacional por la
aparición con vida de los estudiantes; e Hilda Hernández Rivero, quien
platicó con Estela De Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de
Mayo, cuando vino a México a fines de noviembre para apoyar a las
familias de Ayotzinapa.
A su lado estaba también Berta Nava Martínez, madre de uno de los tres
estudiantes torturados y masacrados el 26 de septiembre; y María Inés
Abrajam Gaspar, quien el pasado 12 de enero permaneció media hora
adentro del cuartel militar del Batallón 27, en Iguala, para increpar a
un militar que golpeó con una piedra a su cuñado, padre de un
normalista desaparecido.
Como
observó María, esta octava protesta fue diferente a las marchas
multitudinarias que caracterizan a las Jornadas de Acción Global por
Ayotzinapa, en primer lugar porque se dividió en cuatro contingentes
(con más de cinco mil personas cada uno), que llegaron casi en paralelo
a las seis de la tarde a la plancha del Zócalo.
También llamó la atención que el mensaje final de este primer mitin del
año por Ayotzinapa no estuvo dirigido al gobierno federal ni a la
sociedad civil, sino a los estudiantes desaparecidos, a quienes una voz
potenciada por la furia y replicada en un eco por la potencia del
micrófono dijo: “Te amo, hijo, no pienses que tu madre no te está
buscando porque aquí estaré hasta las últimas consecuencias”.
Delante de una multitud de 15 mil personas (según las autoridades
capitalinas), las madres y padres advirtieron que no habrá elecciones
en Guerrero en junio próximo, que tienen información de que los
militares participaron en la desaparición de sus hijos, y que no
desistirán en su exigencia de justicia.
Al filo de las ocho de la noche, las familias regresaron a sus
autobuses (donde pasarían la noche) para dirigirse a la Normal de
Ayotzinapa, que –como dijeron los normalistas antes de irse– “es cuna
de la conciencia social, e incansable aguarda a sus estudiantes”.
Visita el reportaje audiovisual: "Justicia. Madres Ayotzinapa"
Consulta nuestra cobertura informativa Caravana de madres de Ayotzinapa
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