1/28/2015

Retumban 8 horas gritos de justicia de madres de Ayotzinapa


María, Nestora, Hilda, Berta, Inés y decenas más toman las calles


María caminó desde las 10 de la mañana hasta las seis de la tarde –un recorrido de 43 kilómetros de protesta–, para exigir a Enrique Peña Nieto que le devuelva a su hijo normalista, agredido y desaparecido por policías municipales y el grupo criminal “Guerreros Unidos” hace cuatro meses.

 
María Concepción Tlatempa Colchero, madre de Jesús Jovani Rodríguez Tlatempa, normalista desaparecido en Iguala, Guerrero, se levantó este lunes 26 de enero a las seis de la mañana –como lo ha hecho desde hace 122 días– con la convicción de “encontrar” a su hijo.
 
Ayer despertó en un lugar distinto a su casa en  el municipio guerrerense de Tixtla, a la que no ha vuelto desde el 27 de septiembre de 2014 cuando un vecino le avisó de un enfrentamiento entre policías municipales de Iguala y estudiantes de recién ingreso de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” en Ayotzinapa, y del cual el hermano de su vecino y Jesús Jovani ya no regresaron.
 
La víspera (exactamente cuatro meses después de esos hechos), María se levantó, se bañó y tomó un desayuno en compañía de otras 42 familias (madres, padres, hermanas, tías y abuelas) que también están buscando a sus hijos desaparecidos.
 
A las siete de la mañana María se reunió con algunas organizaciones civiles que apoyan la búsqueda, para decidir cómo avanzarían los contingentes que saldrían desde cuatro puntos del Distrito Federal (avenida Taxqueña, Indios Verdes, Calzada Zaragoza y Auditorio Nacional), a fin de “paralizar la ciudad”.
 
SOLIDARIDAD
 
A las 10 de la mañana, María estaba de pie afuera del Auditorio Nacional –donde no había estado antes– con el retrato de su hijo en lona blanca y una playera roja con el número 43.
 
Una señora le llevó una torta y una botella de agua. Luego del almuerzo que tomó de pie, María empezó a caminar hacia el Zócalo capitalino donde, confiaba, la esperaba la “solidaridad nacional”.
 
Bajo el calor de las dos de la tarde, María contó a Cimacnoticias que su hijo había estudiado dos años de la carrera de Medicina en una escuela que no estaba reconocida por la Secretaría de Educación Pública (SEP), por lo que decidió en agosto de 2014 hacer su examen de ingreso a la Normal de Ayotzinapa.
 
“Es la escuela que él eligió y la educación que nosotros, como sus padres (ella ama de casa y él herrero), le podíamos dar”, dijo la mamá de Jesús.
 
María siguió marchando y durante el trayecto de ocho horas paró sólo cuatro veces –cuando se hacían los mítines– en la Estela de Luz, la Diana Cazadora, el Ángel de la Independencia, y en el Senado de la República.
 
Frente al recinto legislativo, donde una valla de policías del Distrito Federal bloqueó la entrada de las calles contiguas, Omar García Velázquez, vocero del Comité Estudiantil de la Normal de Ayotzinapa, acusó que algunos medios de comunicación estaban “difamando” al movimiento de padres y madres de los estudiantes desaparecidos.
 
Luego de que Omar mostrara la portada de un periódico, María decidió no hablar con ningún medio de comunicación; se sentó en una banqueta –sin decir que estaba cansada–, y esta mujer de más de 40 años de edad tomó un respiro con la boca seca.
 
Comió un plátano y un jugo que le acercaron dos jóvenes y, tras insistirle, aseguró: “Somos gente humilde sin nada que esconder”. No pasaron ni 10 minutos cuando María se reincorporó a la marcha y retomó el paso.
 
A su lado marcharon Nestora Carrillo Ruíz, quien encabezó el pasado 12 de noviembre en Guerrero la Caravana de la Brigada Nacional por la aparición con vida de los estudiantes; e Hilda Hernández Rivero, quien platicó con Estela De Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, cuando vino a México a fines de noviembre para apoyar a las familias de Ayotzinapa.
 
A su lado estaba también Berta Nava Martínez, madre de uno de los tres estudiantes torturados y masacrados el 26 de septiembre; y María Inés Abrajam Gaspar, quien el pasado 12 de enero permaneció media hora adentro del cuartel militar del Batallón 27, en Iguala, para increpar a un militar que golpeó con una piedra a su cuñado, padre de un normalista desaparecido.
 
BOICOT ELECTORAL  
Como observó María, esta octava protesta fue diferente a las marchas multitudinarias que caracterizan a las Jornadas de Acción Global por Ayotzinapa, en primer lugar porque se dividió en cuatro contingentes (con más de cinco mil personas cada uno), que llegaron casi en paralelo a las seis de la tarde a la plancha del Zócalo.
 
También llamó la atención que el mensaje final de este primer mitin del año por Ayotzinapa no estuvo dirigido al gobierno federal ni a la sociedad civil, sino a los estudiantes desaparecidos, a quienes una voz potenciada por la furia y replicada en un eco por la potencia del micrófono dijo: “Te amo, hijo, no pienses que tu madre no te está buscando porque aquí estaré hasta las últimas consecuencias”.
 
Delante de una multitud de 15 mil personas (según las autoridades capitalinas), las madres y padres advirtieron que no habrá elecciones en Guerrero en junio próximo, que tienen información de que los militares participaron en la desaparición de sus hijos, y que no desistirán en su exigencia de justicia.
 
Al filo de las ocho de la noche, las familias regresaron a sus autobuses (donde pasarían la noche) para dirigirse a la Normal de Ayotzinapa, que –como dijeron los normalistas antes de irse– “es cuna de la conciencia social, e incansable aguarda a sus estudiantes”.   
 


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