lasillarota.com
Hay
que arreglar la casa. Limpiarla. Barrer y sacar la basura que se ha
acumulado durante muchos años y que se esconde aquí o allá. Poner los
muebles en su lugar. Limpiar vidrios y ventanas, postigos, puertas y
servicios: Tirar lo que no sirve y comenzar un lugar para mejor vivir...
¿Cómo hacerlo? Todo aquí parece adverso. Como si las cosas se
hubieran hecho para que los ciudadanos de a pie no tuviéramos salidas,
no tuviéramos formas de exigir o componer. Es como si unos cuantos se
hubieran apropiado de nuestras vidas y nuestro destino. Es como si
estuviéramos encerrados en una jaula en la que están las puertas de
acceso, pero no de salida.
¿Qué fue lo que pasó aquí? ¿En qué momento los mexicanos dejamos en
manos de unos cuantos el control de nuestras vidas, de nuestros
derechos y libertades sin poder exigir o recriminar o cambiar o decir
¡basta!?...
Y sin embargo, se tiene que hacer el quehacer y al mismo
tiempo advertir lo que sigue en este escenario desastroso: Ya están a
la vista las elecciones de junio de 2015, presagios peligrosos se
perciben no muy lejos, en Guerrero, Michoacán, Oaxaca....
¿Qué hará el gobierno federal, los gobiernos estatales y municipales
para solucionar el problema que es su gran problema? ¿Y los partidos
políticos? Son muchas las trancas que derribaron. Muchos abusos y
engaños. Mentiras y corrupción, que es lo mismo. Asalto a la
inteligencia y al porvenir. Todo ahí estaba cifrado. Y sin embargo los
mexicanos de transporte público, de buscar en las ofertas, de comprar
lo más barato para que alcance, de contar las monedas cada día, estamos
en un punto cero.
Hoy los mexicanos están fastidiados. La mayoría de ellos. La mayoría
de nosotros. Todo nos confronta y nos agobia. Todo nos divide y nos
aísla. No hay confluencia en un ideal, en una zona franca en la que
todos –o muchos- estemos dispuestos a comenzar a arreglar la casa y al
mismo tiempo iniciemos su reconstrucción. ¿Se puede?
Las manifestaciones del lunes 26 en el DF tienen un sentido
inmediato: La recuperación con vida de los 42 muchachos de Ayotzinapa.
Estamos de acuerdo en que la lucha razonable de los padres de los
desaparecidos en Iguala hace cuatro meses es por verlos regresar de
nuevo a casa y que todo hubiera sido una pesadilla de la cual se
despierta sudoroso y agitado hasta la asfixia.
Pero a la manifestación del lunes se le treparon intereses de origen
diverso: Pocos de éstos o casi ninguno, tienen que ver con transformar
al país hacia un estadio de justicia, de fortaleza y de democracia sin
tacha, en el que todos –o la mayoría- tengamos cabida para vivir,
producir, comer, dormir, amar, soñar, sexar, heredar, perpetuarnos y
sentirnos orgullosos de ser de aquí... ¿Y la izquierda
institucionalizada mexicana? No estuvo ahí. No está ahí.
Las manifestaciones son expresión de libertad para decir lo que se
piensa y lo que se quiere decir. Está bien. Es nuestro derecho
irrenunciable. Pero... y ¿qué sigue en democracia?...
El gobierno no tiene forma de salir del asunto porque dilató la
solución. Evadió el problema. Guardó silencio. Espero a tener los
cordeles políticos para amarrar o soltar. Y hoy se le han salido de las
manos.
Al señor Enrique Peña Nieto le bastó Ayotzinapa para derretir las
reformas estructurales a las que tanto se aferra. Aquí o allá le han
dicho que los tiempos son otros y las soluciones otras. Sus respuestas
evaden y confrontan. Insiste en decirnos que este es un país diferente
al que vemos.
En fin. Que todo aquí ahora es nebuloso. Pero ocurren
transformaciones que son la decisión en democracia cuando los actores y
las instituciones para la democracia funcionan. Ocurrió apenas el
domingo pasado: los griegos hartos ya de las presiones externas; de las
decisiones del FMI y de la Unión Europea, y del gobierno alemán, para
sobrevivir han decidido cambiar...
¿Hacia dónde? Hacia el punto en el que se encuentra su solución, o
por lo menos lo que consideran su solución: No a la austeridad criminal
a la que han sido sometidos los cinco años recientes. No a las
políticas externas para decidir la vida interna. No a gobiernos
complacientes contrarios a la voluntad nacional. No al letargo. No a la
mentira. No al sometimiento. No a la sumisión a la Troika. No a la
falta de pan, trabajo, justicia, igualdad, educación, salud, solaz...
Votaron en mayoría por un partido reciente: Un partido de izquierda
al que sus adversarios acusan de ‘populista’ y al que Alemania exigirá
que cumpla sus compromisos con la Unión Europea –que pague la deuda
construida desde afuera- y al que el FMI ahora ve con miradas de fulgor
extraño.
Los griegos votaron en mayoría para construir un nuevo gobierno que
les dice que primero está el respeto, la dignidad, la solución y luego
la negociación externa. ¿Salir de la Unión Europea? No lo ha planteado
Alexis Tsipras, quien es líder del partido Syriza, ganador de 149
escaños –de 300- a dos menos de la mayoría absoluta, pero ganador al
fin.
El lunes 26 tomó posesión Tsipras como primer ministro griego. “El
pueblo me ha dado un mandato claro: Cambiar de rumbo. Dejar la
austeridad tras cinco años de humillación”. Y Tsipras tendió la mano a
quienes no votaron por él: ‘En estas elecciones no hay vencedores ni
vencidos. Todo para los griegos”...
Un partido que se construyó en poco tiempo y que surgió de una
Grecia nebulosa. ¿Será cierto? ¿Será que cumpla el cometido de sacar
adelante a los padres de la democracia de sus intensidades corrosivas?
¿Ocurrirá alguna vez en México? ¿Con qué o con quién se iniciará ese
camino?... ¿Syriza en México bajo las reglas de la democracia?... Ya se
verá.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario