Mathieu Tourliere
MÉXICO,
D.F. (apro).- La Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL) presentó hoy el informe “Panorama Social de América Latina
2014”, en el que destaca que mientras la mayoría de los países del área
abatieron los índices de pobreza e indigencia en los últimos siete
años, México fracasó en su cometido.
Según datos oficiales, en 2006 aproximadamente 31.7% de los
mexicanos eran pobres y 8.7 indigentes. Seis años después, en 2012, las
cifras repuntaron considerablemente al reportarse 37.1% de pobres y
14.2% de indigentes.
Lo anterior representa un crecimiento de las tasas de pobreza e
indigencia de 6.4 y 7.5%, respectivamente, cuando en promedio las
mismas tasas en la región latinoamericana disminuyeron de 2005 a 2012 a
24 y 3%, respectivamente.
Es más, según la CEPAL, en ese mismo lapso México solo ha reducido
en 2% la incidencia de la “pobreza multidimensional”, que contempla
tanto el nivel de ingresos como del acceso a la vivienda, los servicios
básicos, la educación, el empleo o la protección social.
Así, la CEPAL estima que México pasó de tener de 43 a 41% de
habitantes afectados por la pobreza multidimensional, lo que colocó al
país en el sexto lugar de 16 países latinoamericanos, después de
Nicaragua, Honduras, Bolivia, El Salvador y Paraguay.
En contraste, el promedio de la incidencia de la pobreza
multidimensional en América Latina se redujo de 39 a 28%, Brasil la
dividió por dos durante este lapso, del 28 al 14%.
La CEPAL estimó que el principal factor que explica la pobreza en
México es el bajo ingreso, seguido de la falta de acceso a los
servicios básicos y a la educación.
“El salario mínimo (mexicano) no ha aumentado en las últimas
décadas”, afirmó hoy la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia
Bárcena, en conferencia de prensa, al añadir que “existe una diferencia
enorme de concentración (del ingreso), así como disparidades educativas
y residenciales”.
En su informe, la CEPAL advirtió que, a diferencia de los demás
países de la región, en México, Costa Rica y Venezuela disminuyó el
ingreso de los hogares pobres entre 2008 y 2013.
Bárcena subrayó que la reducción de la pobreza no solo implica el
aumento de los ingresos, sino que también implica la intervención del
Estado a través de políticas públicas en los distintos temas sociales.
Y pese que México formaba parte de los países que menos invertían en
gasto social en 2013, el gobierno lo redujo ligeramente el año pasado,
a apenas el 11 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), todavía
según el documento.
Lo anterior ubicó a México muy por debajo del promedio regional –que
alcanzó el año pasado 19.1% del PIB, menos de la mitad de Brasil, que
dedicó 26% de su PIB al gasto social el año pasado.
Proceso estancado
Al presentar el informe desde Santiago de Chile, donde la CEPAL
tiene su sede, Bárcena se dijo “preocupada” por el estancamiento del
proceso de reducción de la pobreza a nivel latinoamericano, “en un
contexto de desaceleración económica” –debido en parte al aumento de
los precios alimenticios–, ya que la tasa de pobreza en la región
permaneció a 28% desde 2012.
La tasa de indigencia incluso repuntó en los dos años precedentes al
crecer del 11.3% al 12% de 2012 a 2014. En cifras reales, la CEPAL
estimó que 71 de los 167 millones de personas pobres en América Latina
sufrían de de indigencia en 2014, contra 69 millones el año anterior.
Los problemas estructurales de América Latina, abundó Bárcena, van
de mano con la concentración de capital en las manos de un escaso
número de grandes empresas –que casi no reclutan–, mientras las
pequeñas y medianas empresas son las que generan la mayor parte de los
empleos pero representan un peso mucho menor en la economía.
Bárcena también lamentó que los gobiernos latinoamericanos hayan
mantenido el tema de la juventud alejado de sus prioridades sociales,
en parte debido a la estigmatización de la que sufre “el contingente de
población entre 15 y 24 años” con respecto al tráfico de drogas y su
asociación con la violencia.
Insistió en que según los estudios de la CEPAL, el grupo con mayor
incidencia delictiva en América Latina es el de los hombres de entre 30
y 44 años de edad.
“Los jóvenes quieren trabajar, estudiar y piden nuevas utopías”,
aseveró la secretaria general de la CEPAL, al exhortar a los gobiernos
a “invertir en la protección social de los jóvenes, incluso en temas de
salud como en el Sida o en la depresión”.
A pesar de que los jóvenes actuales están mejor formados que las
generaciones anteriores –en 2012 un 94% de jóvenes de 15 a 19 años
habían concluido la educación primaria, contra solo un 10% de jóvenes
de 25 a 29 años–, siguen siendo discriminados en el mercado laboral
–con solo 27.5% de ellos asalariados—y padecen de tasas de desempleo
mucho mayor a la de la población mayor, sobre todo los más pobres de
ellos.
Asimismo la CEPAL observó que 20% de los jóvenes latinoamericanos de
entre 15 y 29 años no estudia ni está empleado. Sin embargo, contra la
idea de que estos jóvenes muestran una “desafección por trabajar”, la
CEPAL aseveró que 55% de ellos realizan trabajo doméstico y de cuidados
no remunerado y que casi todos son mujeres.
Según la CEPAL, si bien México invierte 18% de su gasto social en la
juventud –contra un promedio regional de 13.8%–, esto solo representa
2.1% de su PIB. En comparación, Argentina, Uruguay y Costa Rica
invierten 3.3% de su PIB en los jóvenes y Brasil, 2.8%.
Mujeres, claves contra la pobreza y la desigualdad
En su informe, la CEPAL puso un énfasis especial a denunciar las
profundas desigualdades que permanecen en la región en inserción
laboral de las mujeres, primero debido a la exclusión social que
implica la deserción escolar y la maternidad.
Así, solo 40% de las mujeres que no terminaron su educación primaria
participaron en el mercado laboral en 2012, contra 70% en la educación
postsecundaria.
En cambio, 70% de los hombres sin educación primaria completa
trabajaba en 2012, cifra que se elevó a más de 80% para los varones que
contaban con la secundaria completa.
Además las mujeres ingresaron menos en 2012 que sus contrapartes
hombres, tanto en ingresos mensuales que por hora. Otra vez, México se
ubicó entre los países más desiguales de América Latina: en promedio,
los hombres tuvieron un ingreso mensual superior en un 35% al de las
mujeres, y un ingreso por hora superior en poco menos de un 20% que las
mujeres.
Solo 20%o de las mujeres mexicanas trabajaban por cuenta propia este año, por debajo del promedio regional, de 25%.
Según la CEPAL, estas brechas en la participación y los ingresos de las
mujeres incrementan la pobreza y la desigualdad en América Latina. Al
cerrarse estas brechas, México podría reducir hasta un 9% su tasa de
pobreza, estimó el organismo regional.
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