Cuatro meses han pasado desde la desaparición de los 43 estudiantes de
la Escuela Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa Guerrero y las calles de
la ciudad de México y de más de 40 ciudades del mundo se volvieron a
llenar de manifestantes en la Octava Jornada Global por Ayotzinapa el
pasado lunes 26 de enero.
En demanda por el esclarecimiento del paradero de los
normalistas las madres de los jóvenes han tenido un importante papel en
las diversas protestas así como otras mujeres, muchas de ellas jóvenes
normalistas que han viajado para solidarizarse y tomar las calles
durante las protestas.
Entre ellas se encuentran María Dolores, Edna Karina López
López y Neidi Arely Reyes Holguín, estudiantes de la Normal Ricardo
Flores Magón en Saucillo, Chihuahua quienes han viajado desde octubre a
lo largo de toda la república para llegar a Ayotzinapa, Guerrero
pidiendo aventón y recibiendo ayuda en alimentos de quienes han
conocido en el camino tras contarles su interés en apoyar a las
familias de los normalistas desaparecidos.
María Dolores, de 19 años de la Normal Ricardo Flores Magón,
aseguró que viajan en apoyo a los compañeros porque al estar en una
Normal Rural todos somos compañeros, te solidarizas, son las personas
que están para apoyarte, y cada vez que pasa algo ellos (los otros
normalistas) están ahí.
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El recorrido de las normalistas a través de un México violento
que no protege a su ciudadanía y mucho menos a las mujeres como se
evidencia a partir de los altos índices de feminicidios, ha roto con la
idea de que las mujeres que inician una travesía no inician una jornada
de aventuras sino que tan sólo comienzan el principio del fin, ante el
cúmulo de riesgos que se encuentran en el camino.
La alta tasa de violaciones sexuales cometidas contra mujeres
que se encuentran de viaje en diversos países, afianzan la idea de que
lanzarse a las calles engendra necesariamente el riesgo del abuso
físico, mental y monetario, donde el cuerpo de las mujeres es usado ya
sea como moneda de cambio o como botín de guerra.
Las normalistas que han viajado en apoyo a sus pares y que
comparten sus luchas, logros, experiencias permiten que se visiblicen
sus historias y que se deconstruya el paradigma impuesto por la cultura
patriarcal que invisibiliza y naturaliza la violencia de la cual suelen
ser objeto las mujeres y de esta manera animar a otras mujeres a
solidarizarse y emprender trayectos sin que tengan que verse
enfrentadas con situaciones trágicas,que lamentablemente son comunes.
Su experiencia permite que socialmente podamos pensar a las mujeres en otra situación más que en la de vulnerabilidad.
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