Manuel Bartlett Diaz
Comienza 2015 con dos eventos contradiciendo la inevitabilidad del neoliberalismo: el tercer mandato de Evo Morales y el triunfo electoral del partido griego Syriza de Alexis Tsipras, más otros pronosticados. Evo ha ganado 7 elecciones con el 60% promedio. Puede afirmar que ha cambiado la situación social y económica de Bolivia, levantándola de ser el país más pobre de América Latina, víctima centenaria de gobiernos militares y plutocráticos, racistas y corruptos, a un modelo consolidado de crecimiento.
Apoyado en sus movimientos sociales supera “el Estado colonial limosnero”, afirmando una política propia, crea un Estado social protector y equitativo hacia una sociedad postliberal. Nacionalizó sus recursos naturales, dinamizó la economía. Exhibe datos incontestados: entre 1997 y 2005 el PIB creció 3.2%, con Evo el 5.1%; en 2005, el PIB per cápita era de mil dólares, en 2014 de 3 mil. La inversión estatal en 2005 fue 629 millones de dólares, en 2014 de 5 mil 628. En hidrocarburos, la inversión en 2005 fue de 246 millones de dólares, toda extranjera, en 2014 de 2 mil 50; en 2005 la renta petrolera fue de 300 millones de dólares, pasó en 2014 a 5 mil 350; la pobreza extrema, 37.2% en 2005, se redujo a 18.8%.
El crecimiento del salario mínimo, de 1997 a 2005, 83%, a 227%, en 2014; en 2005 el 10% más rico tenía 128 veces más ingreso que el 10% más pobre, para 2013, se redujo a 42 veces; el desempleo urbano disminuyó de 8.1% en 2005 a 3.2% en 2014. En educación, de 2005 a 2013, creció la inversión 250%, para ser el segundo país de la región que más invierte; en salud aumentó su presupuesto casi 400%, en el mismo periodo; en pensiones a adultos mayores de 65 años, Bolivia tiene la mayor cobertura de la región con 97%. Comparaciones mínimas: Bolivia superó a México en crecimiento, en reducción de la pobreza, en empleo y en crecimiento del salario mínimo.
Grecia: el triunfo de Syriza, izquierda radical, es el triunfo sobre la troika: el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional y su imposición humillante de programas de austeridad generadores de una tragedia humanitaria, la mitad de los jóvenes desempleados, corrupción pública y privada; Syriza exige reducción de la deuda, con un programa socialmente viable, pagos financiados por el crecimiento, no por presupuesto; restablecimiento del Estado de bienestar; reconstrucción productiva incrementando la inversión pública, aumentar salarios y pensiones para impulsar el consumo y la demanda; suspensión de las privatizaciones; revertir la desintegración económica y social, protegiendo a los estratos más vulnerables. Opiniones de expertos vaticinan que el triunfo de Syriza anuncia próximas insurrecciones similares contra el modelo neoliberal en España, en donde el nuevo partido Podemos crece arrolladoramente, y en Portugal e Italia. Y retomando los últimos comentarios críticos de la revista The Economist al gobierno de Peña Nieto, subrayando su pérdida de autoridad y las encuestas presagiando su fracaso electoral, ubicando a regañadientes, como principal beneficiario del cinismo del Presidente, a López Obrador, desde luego con su nuevo partido, Movimiento Regeneración Nacional, y su combate al modelo neoliberal, a la corrupción y la pobreza.
Coinciden en estos eventos el rechazo radical al no crecimiento, al desempleo, a la falta de protección social, a la pobreza, la corrupción, al sometimiento a las hegemonías financieras y poderes extranjeros, pérdida de soberanía y el consecuente repudio a todos los partidos de izquierda y derecha tradicionales, en el poder o acomodados, con pérdida de identidad y corrupción y el fortalecimiento de nuevos movimientos, auténticas izquierdas defensoras inequívocas de la justicia social.
Senador de la República
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