5/21/2015

Estado se limita a encarcelar a las clases más bajas; “cárceles no reinsertan ni rehabilitan, más bien arruinan vidas”


    



(21 de mayo, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- El 13 de agosto de 2001 fueron detenidos en la ciudad de México los hermanos Alejandro, Héctor y Antonio Cerezo Contreras junto con Pablo Alvarado Flores y Sergio Galicia Max. Todos acusados de haber colocado petardos en las puertas de tres bancos en la misma ciudad.
“Nos detuvieron en nuestro domicilio a las 5 de la madrugada, no hubo orden de cateo, no hubo orden de aprehensión. Nos sometieron a doce horas de tortura física y psicológica con el objetivo de que nos autoinculparamos en los hechos antes referidos”.
“El 17 de agosto de 2001 fuimos ingresados al Centro Federal de Máxima Seguridad del “Altiplano”. El ingreso en un penal de máxima seguridad significa una tortura prolongada, pues sus métodos se fundamentan en la violación sistemática de la integridad física y moral de los presos. Ahí nadie puede salir rehabilitado, las autoridades contratan a los reos más peligrosos para que te ataquen, de diversas maneras.
“Las cárceles mexicanas en su condición actual son espacios propicios al contagio criminógeno. No sólo por el hacinamiento que muchas registran, sino también por la convivencia entre internos de distinta peligrosidad. Las cárceles mexicanas en la actualidad no reinsertan ni rehabilitan, más bien arruinan vidas”, sentencia el Centro de Análisis y Políticas Públicas, México Evalúa.
“Pocos son los informes que se hacen públicos con respecto al estado que mantienen las instituciones penitenciarias en nuestro país, lo cual no es más que resultado de largas décadas de mutismo oficial y desinterés social por las problemáticas de las presiones, las cuales llegan a lo inhumano”, explica el abogado Javier Jiménez O.
En México la población en reclusión es relativamente joven. La edad media al momento de su detención, tanto entre hombres como entre mujeres ronda generalmente los 30 años de edad. Sobre el nivel de escolaridad de los reclusos, la mayoría a nivel nacional, posee entre siete y nueve años de estudios, aunque sí es ligeramente inferior a la de la población en el Distrito Federal, que mantiene 10.5 años y la del Estado de México, con nueve años.
Entre los reclusos, 5% reportó uso de drogas ilegales en el hogar de su niñez; lo cual aumentó a principios de 2013, al pasar a 9.7%. Sobre los delitos, la mayor parte de los reos lo son por daños contra la propiedad (robo con violencia y robo simple) y sólo una minoría está presos por homicidio, secuestro o delitos sexuales. No obstante, se observan incrementos significativos en la proporción de sentenciados por secuestro, homicidio doloso y robo con violencia (tres de cada cinco por robo con violencia).
La mitad de los robos son por montos de 11 mil pesos o menos, y una cuarta parte tiene un monto de 2 mil pesos o menos. La proporción de reincidentes ha aumentado significativamente, es decir, ha empeorado entre 2002 y 2014, al pasar de 28.3 por ciento a 33.3.
“El paso por la prisión, aunque breve, marca de por vida. Y en esa condición de estancia está más del 60% de la población en reclusión, que purga penas menores a tres años por delitos no graves ni violentos, pero que ameritaron la respuesta más contundente y dura del Estado mexicano. En esta misma tesitura de reacciones desproporcionadas, están los códigos de estados diversos que sancionan con la misma pena un robo simple y un homicidio. Están además los miles de presos sin condena, que aun sin haber sido declarados culpables y sin representar ningún riesgo para la sociedad, se les priva de su libertad”, sentencian miembros de México Evalúa.
Jiménez O comenta que, “si existen cifras y documentos respecto al tema del sistema penitenciario, se debe en gran medida a la labor de las comisiones de derechos humanos, las cuales han evidenciado la insuficiente protección a los presos, y es que de un total de 45,110 quejas, 13,707 están relacionadas con el sistema penitenciario y diversos centros de internamiento del país”.
El catedrático del Instituto Nacional de Ciencias Penales, Pedro Peñaloza, declara que “las cárceles en México enfrentan una crisis generalizada, porque no cumplen con la reinserción social, pareciera que han sido modificados y hoy son espacios donde hay violencia y se cometen delitos, siendo un claro reflejo de la desigualdad social que prevalece en el país”.
Y argumenta que, a la cárcel ‘van los pobres, los miserables, los inocentes, los jóvenes’. Explicando que dichos centros son edificios ‘de castigo’ para esa gran minoría y nadie de altos ingresos puede estar en ella, idea que ha implementado el Estado. “Hoy los penalistas y los gobiernos autoritarios han hecho que los sistemas penales sean más punitivos, autoritarios y terribles, y quienes lo han vivido lo saben”.
Según México Evalúa, se ha abusado del uso de la cárcel y rara vez se utilizan sanciones alternativas. 96.4 por ciento de las sentencias condenatorias en México establecen la cárcel como pena y solamente en 3.6 por ciento de las sanciones se contempló el uso de otras alternativas, como multas y reparación del daño.
Adicionalmente, 58.8 por ciento de los internos cumple sentencias de menos de tres años de prisión. Esto significa que la gran mayoría de quienes se encuentran en la cárcel fueron privados de su libertad por delitos no violentos ni graves. Esta cifra también sugiere que la capacidad de persecución criminal del Estado es baja y se limita a los eslabones más débiles de la cadena delictiva. En cuatro entidades más de 75 por ciento de las penas tiene una duración menor a tres años: Aguascalientes (83.2 por ciento), Baja California (79.9 por ciento), Guanajuato (79.3 por ciento) y Michoacán (78.1 por ciento). En México se abusa de la cárcel como pena y se omiten otras que serían más apropiadas y menos costosas.
Un estudio del centro documenta que existen 242 mil 754 internos en las cárceles mexicanas, en un espacio diseñado para un máximo de 195 mil 278, registrando un porcentaje de sobrepoblación de 124.3 por ciento. Teniendo los mayores niveles de sobrepoblación, Nayarit 188.6  por ciento, Distrito Federal 184.7, Jalisco 176.1 y México 170.5.
Algunos centros penitenciarios tienen porcentajes de ocupación superiores a 400 por ciento, el ejemplo más sobresaliente es la Cárcel Distrital Tepeaca, en Puebla, donde conviven 266 internos en un espacio diseñado para 46. Este tipo de hacinamiento es contrario a las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, de la Organización de las Naciones Unidas. Además de considerarse un trato cruel, facilita los contagios de numerosas enfermedades.
Jiménez O, cuestiona al Estado al preguntar, “¿Cuál es el propósito de tenerlos ahí? ¿Castigar? Cómo podría lograrse si el 41.3 por ciento de los internos no cuentan con una sentencia de primera instancia, por lo que están siendo castigados, siendo en un primer momento inocentes basándonos en la ley. Tampoco se podrán reinsertar si dichos centros están sobrepoblados y las condiciones de vida son inhumanas. Prevenir nuevos actos de violencia tampoco es el cometido y si lo es, es un gigantesco error el cometido, porque no existen mecanismos propicios, (principalmente psicológicos), que no provoquen, que como hoy, 20 por ciento de los internos son reincidentes”.

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