Palabra de Antígona
"Urge convocar a muchas abogadas para que trabajen en los municipios, abogadas con conciencia; que se haga una fenomenal y abarcadora campaña capaz de explicar qué es la violencia de género"
Sara Lovera
México,
DF., 19 may. 15. AmecoPress.- Una semana, la pasada, atribulada. La
violencia como fenómeno recurrente atenta contra el bien vivir y contra
la democracia. Silvia Romero, del PRD, candidata a una diputación
plurinominal, fue secuestrada cerca de Altamirano, Guerrero, devuelta a
las 48 horas; el 12 de mayo en la carretera federal Chilapa-Tlapa,
Valentina Rosendo candidata a la presidencia municipal de Acatepec por
Morena, tuvo un atentado; y el día de hoy Néstora Salgado García cumple
dos semanas en huelga de hambre.
Estos
son algunos de los hechos más elocuentes de cómo crece, se bifurca,
existe la violencia contra las mujeres, políticas, indígenas, urbanas,
mayores, jovencitas, niñas.
Quién no
recuerda a Velentina Rosendo, violada por un puñado de soldados hace 12
años, allá en Barranca de Bejuco, Guerrero. En Morena han captado a
varias personas del mundo indígena, y ahora están en peligro constante.
Digo, para no hablar ahora de Chiapas, donde el panorama no parece
mejor.
Dice el
periodista Luis Velázquez en su blog que el último año 72 gays fueron
asesinados en Veracruz y que en las últimas dos semanas asesinaron a una
mujer en Cuitláhuac, de 50 años; a otra de 40 años en Córdoba, que van
más de 30 asesinadas en Orizaba y apenas hace unos días asesinaron a una
niña en Coatzacoalcos, sin considerar dice Luis, a otras 15 en Boca del
Río. Todo ello, curioso, del centro al sur del estado.
Luis, profesor
hace años de la Universidad Veracruzana, y Premio Nacional de Periodismo
se dolía en su texto, publicado en su blog llamado Expediente de la
desgracia veracruzana de tener primeros lugares en cosas terribles:
primero en crímenes contra periodistas, segundo en secuestros y fosas
clandestinas, tercero en robo de ductos petroleros, y primero, dice el
periodista, en exportar y explotar trabajadoras sexuales.
Los datos son
terribles. Lo pienso cuando propongo, ¿será que el único recurso
político para parar la violencia contra las mujeres es el asunto de la
alerta de género? O más bien ese parece ser el único recurso
político/feminista, mientras transcurren todas estas calamidades. Un
amasijo de violencias. Creo que es inadmisible únicamente contar muertas
o muertos, como hacen muchas organizaciones sociales con postura
política, que luego, como me contó el otro día una periodista: “anduve
en todo el mundo, denunciando las cifras de la violencia contra
periodistas” y le pregunté ¿Y luego qué haces? ¿Nada más dices? Bueno
decir es bastante, pero falta, dolerse es humano, pero falta.
Ojo para las y
los periodistas, decir, ese sí, es el único recurso. No obstante en el
Distrito Federal, estamos organizadas y organizados, para hacer mucho
más, incluida la protección y la capacitación. Pero al parecer lo que
valen son las cuentas de muertos y muertas. Es como desahogarse, como
cuando un súper rico explotador va al confesionario. Es una salida.
Se trata, me
parece, de examinar qué sucede. Por qué en Veracruz se concentra tanta
violencia, donde ocurren desde hace años actos de humillación para las
mujeres y para niños y niñas, como dejó asentado uno de los primeros
estudios, hace unos 20 años, dirigido por la célebre Patricia Duarte ¿ya
se les olvidó?
¿Qué pasa con
los diagnósticos de la Cámara de Diputados?, también han sido
desestimados. Por qué el sólo ojo en los asesinatos de mujeres y no en
la cadena de violencia que se une a otros tejidos sociales: los crímenes
homofóbicos, la persecución a las candidatas de toda clase en Guerrero,
en medio de una tormenta de sucesos, incluido el caso de los 43 de
Ayotzinapa; y ahora ese malestar continuo: Néstora Salgado García,
coordinadora de la policía comunitaria de Onilalá, en la cárcel - sus
seguidores dicen que es presa política—y quien sólo ha pedido una cosa
administrativa, que la cambien de penal, ante lo cual hay oídos sordos.
¿Qué vamos a hacer? frente a este engranaje complejo de la violencia por
todas partes. ¿Sólo contar a las muertes? ¿Ponerlas en un cuadro bien
hecho, cuidadosamente formateado de un blog o de una web? ¿Números para
los informes de las agencias internacionales? O vamos a ver, a buscar
canales para que la violencia, incluida la institucional, sea puesta en
la picota.
Que quiero
decir. Que es hora de una estrategia más efectiva que la denuncia,
aunque la denuncia valga, una estrategia para explicar de dónde viene la
violencia, su consustancial arraigo en el patriarcado como forma de
vida, cómo crece y se desarrolla al amparo de la permisibilidad social.
Qué relación
tiene la violencia con la creencia de que los hombres valen más que las
mujeres. Cuándo vamos a organizar un análisis de dónde ponen los
gobernadores el dinero para atender y prevenir la violencia de género;
cuando vamos a pedir rendición de cuentas sobre esos presupuestos. Quién
averigua, sistematiza y difunde algo sobre el personal que atiende a
las mujeres violentadas; ¿fue capacitado?, ¿se le dieron los
instrumentos o simplemente un tallercito superficial de cuatro horas?
Donde ofrecen: “les vamos a contar la terrible historia”, ahora les toca
cambiar para siempre y ya.
Luego está
bien. Hay un observatorio del feminicidio, que también documenta dónde
están o no están las averiguaciones, ¿dónde está esa información? ¿Por
qué no la difunden y cuándo?, me pregunto, tendremos un observatorio
profesional, con informes sistemáticos y hondura sobre la violencia en
los medios de comunicación.
Se me ocurren
otras cosas, como organizar a las mujeres, como producir por millones
volantes con algunos esquemas que las lleven a prevenir la violencia;
urge convocar a muchas abogadas para que trabajen en los municipios,
abogadas con conciencia; que se haga una fenomenal y abarcadora campaña
capaz de explicar qué es la violencia de género.
En todo ello
hay que invertir recursos mentales, intelectuales, políticos y
económicos. No sé cuánto cuesten los aparatos de conteo de muertas y
muertos, en el terreno de las y los periodistas y en el asunto de las
mujeres. Me horroriza sólo la denuncia y me horroriza el reduccionismo,
esa herencia de subordinación que nos mata. Siempre pedir al poder,
depender del poder y hostigar al poder, me refiero a la cúpula del
poder, a los gobernantes y gobernantas, y todas las demás personas ¿qué?
Foto: Archivo AmecoPress.
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