Antonio Gershenson
N
os anuncian nuevas
entregas del país en el sector energético. La primera es un anuncio
oficial, de empezar una licitación para líneas de transmisión eléctrica
(alta tensión, estratégica, se anuncia como de corriente continua), que
para conectar al istmo de Tehuantepec con el centro del país (ya está
conectado, no estaría mal una mejora que, como todas las anteriores,
fuera de fabricación nacional y de la Comisión Federal de Electricidad).
La insistencia en importar crudo ligero de Estados Unidos, cuando se
está exportando crudo ligero Olmeca, es insoportable. Ya sé, las mordidas, pero también importa Petróleos Mexicanos (Pemex), ¿no?
La otra entrega del país viene originalmente de la prensa
internacional. Es en el sentido de que por falta de recursos, por las
bajas en la producción de petróleo y en su precio, se concursarían por
lo menos partes de refinerías (también estratégicas).
La versión nacional, ya más reciente, es que
aún no hay solicitud para construir refinerías. En los tres casos se plantean o discuten el ritmo y la forma de seguir con la entrega del país.
Esa entrega, sin embargo, les ha costado caro, como se vio en las pasadas elecciones, como veremos.
Otro aspecto, que aparentemente no tiene que ver, es un paso
importante del Partido de la Revolución Democrática (PRD): en una
reunión del organismo que lo dirige, aprueban la coalición con el
Partido Acción Nacional (PAN) a las elecciones de gobernador, y
asociadas, en Zacatecas y Durango. En el primer caso el candidato sería
del PRD, y en el segundo, del PAN. Hay otros casos en discusión: Puebla,
Veracruz, Tamaulipas, Oaxaca, Tlaxcala e Hidalgo, que se verían en otra
reunión del 5 de enero.
En Zacatecas, hay un límite para registrar candidatos oficiales, el 2 de enero. Esto haría más difícil un retroceso.
Casi puede afirmarse que la alianza con el PAN se convierte en una
política oficial del PRD, a pesar de las oposiciones que públicamente se
han expresado dentro del mismo partido.
El jueves 24 apareció otra declaración de miembros importantes del
PRD en estas páginas, en contra de las alianzas con el PAN en Veracruz y
en Puebla. Sus argumentos son de peso, pero aún si esos dos casos se
anularan, el resto de estados, incluidos los que ya se aprobaron,
representan una alianza con el PAN, con la derecha.
Se hace mucho más difícil, si no imposible, la alianza con
otros partidos de izquierda. La mayoría de la izquierda rechaza al PAN y
lo ve como alternativa reaccionaria del Partido Revolucionario
Institucional (PRI). Recordemos la secuencia de presidentes y de
sexenios; los citamos por su año inicial (ver cuadro)
Y, como vemos, el peligro, en 2018, si no puede ya el PRI, el ganador será el PAN.
Observamos que el PRI ha perdido mucho con los ciudadanos. Entre las
elecciones de 2009 y del pasado 7 de junio ya vimos en detalle que el tricolor
perdió aproximadamente un millón 200 mil votos, pero consiguió, en
alianza con el Partido Verde, la mayoría y el control de la Cámara de
Diputados.
Si sigue perdiendo así, y con la izquierda dividida, vuelve a quedar el PAN… y con el apoyo del PRD.
Los gobiernos del PAN en ciertos sentidos fueron peores que los
anteriores del PRI, pero la política económica fue sustancialmente la
misma. Por ejemplo, entregaron a empresas extranjeras la región de
Burgos, que sería la principal productora de gas natural, y por 15 y por
20 años. Ahora esas entregas son por 30 años. Y han apoyado en lo
fundamental la política oficial del gobierno actual en el sector
energético.
A lo mejor, con la jerarquía de valores de los líderes del PRD, eso es positivo para ellos. Les tocarán algunos
huesitos, algún gobernador y otros puestos políticos, y otros más si gana el PAN las elecciones presidenciales, pero tienen la pérdida total de su presencia en el plano nacional, en menor o mayor plazo. Y su confrontación con la verdadera izquierda, incluso la que ahora está dentro de sus filas.
Así como el PRI fue ganador de la división de la izquierda en las
elecciones del pasado junio, ahora, si no es el PRI, será el PAN. Como
antes.
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