2/15/2016

Chiapas y sus muchas religiones



Hermann Bellinghausen
Periódico La Jornada
Pocas vistas más bellas da San Cristóbal de Las Casas que las fachadas, al atardecer, de su catedral indígena y el templo barroco indígena de Santo Domingo. El sol los pinta de oro y uno entiende por qué la gente ve el reino de Dios como algo resplandeciente. Pero eso no es todo. En Chiapas, el papa Francisco ha de pisar el territorio menos católico de todo México. Resultado de una larga y compleja historia regional, pues esto no perteneció a Nueva España, el panorama religioso chiapaneco debe verse como extraordinario en el contexto nacional. A una base católica muy significativa, hoy libremente organizada en Los Altos, la Selva, la Frontera y la Zona Norte, se suma una variedad astronómica de iglesias cristianas diversas. El evangelismo es numeroso, así como el pentecostalismo, y denominaciones paracristianas: Testigos de Jehová, Mormones, Adventistas del Séptimo Día. Todas con muchos seguidores. Aquí hay un protestantismo de masas, como señalan los estudiosos. Además, aunque sus miembros sean sólo unos cientos en San Cristóbal de Las Casas, los musulmanes chamulas, de origen sufí, dan mucho de qué hablar.
Chiapas es el lugar de México donde la Iglesia católica no es mayoritaria, o lo es por estrecho margen. Entre los pueblos indígenas, fundamentalmente dentro de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, el catolicismo representa quizá 50 por ciento del total. Aún las cifras del Inegi, ni completas ni actualizadas, confirman que las iglesias no católicas están muy extendidas en las comunidades y los barrios indígenas de las ciudades.
Añádase que San Cristóbal, ciudad relativamente pequeña, lejana del centro del país, acoge una decena de centros budistas, una comunidad de ortodoxos judíos, otra de sijs y tres grupos musulmanes (una gran mezquita se construye en las afueras de la ciudad). Además, Chiapas se caracteriza por su elevado número de ateos, 12 por ciento. Y lo más notable: mientras la ciudad se ha indianizado desde 1980, al grado de tener hoy una población tzotzil chamula casi a la par de la sancristobalense, buena parte de estos indígenas, muchos nacidos aquí, no son católicos.
Las populosas colonias periféricas estás sembradas de cientos de templos no católicos. El grueso del catolicismo real en Chiapas se asienta en las comunidades indígenas, casi siempre en competencia con otras denominaciones cristianas. Los conflictos son parte de la historia de estos pueblos, pero en el fondo no es por cuestiones religiosas sino políticas. En Chiapas la religión no se da en automático. El catolicismo indígena es liberacionista, y se trata de una opción consciente. En un estudio muy completo sobre el tema, Chiapas para Cristo. Diversidad doctrinal y cambio político en el campo religioso no católico chiapaneco (MC Editores, México, 2008), José Andrés García Méndez asienta que el principal cambio religioso que ha vivido la sociedad (las sociedades) chiapaneca en los últimos cincuenta años, consiste precisamente en la posibilidad de elegir, de construir religiosamente mundos diferentes o al menos de apropiarse de manera distinta del mismo mundo.
El autor apunta la existencia de un cristianismo indígena, que no sólo es una forma de creer en él sino de actuarlo, en donde la fe se ha convertido en una conveniente forma de actuación política. De eso se acusó por años a la iglesia autóctona del Tatic Samuel, mientras García Méndez considera que el protestantismo es ahora “más chiapaneco que protestante; las culturas locales han impreso su carácter propio, pero no sólo a partir de una reflexión teológica, sino principalmente de una muy particular forma de actuar el cristianismo. No se trata (al menos por ahora) de la creación de un ‘estilo de vida’ propiamente evangélico, como plantea Harold Bloom” respecto a lo que él llama la religión estadunidense, sino de estilos evangélicos propiamente chiapanecos.
Siglos de vivir en las montañas como indios irredentos, pobremente alcanzados por la corona española, nominalmente católicos, los pueblos indígenas serían expuestos a enjambres de misioneros protestantes procedentes de Estados Unidos, Guatemala y el mismo México, que hallaron fortuna en todo el estado, pues los caciques locales del XIX y el XX fueron come-curas a la Garrido Canábal (el gobernador Victórico Grajales quemaba iglesias) y por ende permisivos con otras iglesias. El cardenismo abrió paso al Instituto Lingüístico de Verano, presbiteriano, desde 1940. Y así hasta el infinito.
A todo esto deben agregarse, en gran escala, las creencias tradicionales, paganas bíblicamente hablando. La religiosidad del Chiapas profundo, que uno ve en los templos de San Andrés, Chamula, Mitontic, Magdalenas o El Bosque, es tan sobrecogedora e intensa –con santos y cristos sobrepuestos a los dioses originales inundados de dolor– que traen a la mente lo que Luis Cardoza y Aragón decía de los mayas de Chichicastenango: es como viajar a otra galaxia.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario