"Las fuerzas armadas tienen una función dentro de la sociedad", recordó.
Verdugos. Asesinatos brutales y otras historias secretas de militares, es el más reciente libro de la periodista Ana Lilia Pérez.
Se trata de “una investigación que se abre a partir de un crimen que ocurre en el año 2002, a
manos de un militar que una noche escucha una orden, él es el encargado
de la armería de un batallón, toma una pistola de su elección, una
buena carga de municiones, cien cartuchos y sale a cumplir esa misión
que él escucha”.
“El resultado es la masacre a sangre fría de un grupo de migrantes
indocumentados centroamericanos que dormían en un descampado, y otro
grupo de migrantes heridos, como lo determinó la autoridad en su
momento: con brutal ferocidad, alevosía y ventaja”, detalló en
entrevista para Aristegui CNN.
Apuntó que en aquel año, 2002, “aún no se hablaba de la llamada guerra contra el narcotráfico
que puso a los militares en las calles, sin embargo para esos momentos
ya había más de un centenar de crímenes en contra de civiles atribuidos a
militares”.
La historia que relató la periodista ocurrió en “Coahuila y es un militar encargado de la armería de uno de los batallones de ese estado”.
“¿Qué había detrás de esto? es un militar que estaba afectado por la
propia estructura y la forma de vida castrense, y lo manifiesta, detona
esta afectación que él tiene por este estilo de vida, con una afectación
psicilógica”, explicó.
En el libro “se aborda un tema que hasta ahora no se ha tocado, la vida de los militares que ha sido trastocada
por el mismo modo de disciplina interna, que si bien se basa en una
disciplina férrea como deben ser los códigos militares, también encontramos abuso de poder, humillaciones, maltrato”.
En este caso “hablamos de un militar que se siente humillado, se siente cansado de la vida castrense, que escucha que recibe esta orden y sale dispuesto a matar. La orden era parte de una afectación psicológica que él tenía derivada de esa propia vida. Y esto nos lleva a una cifra muy dura, que en promedio cada año, más de 400 militares son recibidos en hospitales por afectaciones psicológicas”.
Mencionó que “a estas alturas todos tenemos conocimiento de lo desastroso que resultó la llamada guerra
contra el narcotráfico, de los graves casos de violaciones a los
derechos humanos, donde se vieron involucrados militares. De casos que
se han litigado incluso en tribunales internacionales o que siguen
ocurriendo, el llamado caso Tlatlaya, la sospecha o duda, sobre la
participación de militares en la desapariciones de los 43 normalistas”.
En este libro “yo trato de dar luz o respuesta a la situación de violencia que se vive en la actualidad”.
Dijo que para nadie es ajeno que “los militares, el modo de vida militar, tiene su propia dinámica,
son muy cerrados a que civiles puedan conoce la manera en que se aplica
la disciplina en los cuarteles. Para esta investigación me valí de
muchas fuentes, incluidas militares, pero también fuentes de
investigación”.
La periodista recordó que el grupo “de desertores militares que formó Los Zetas,
en poco tiempo se convertiría en un cártel, entre su principal fuerza
operativa estaban desertores kaibiles que se fueron a reclutar al Petén
de Guatemala”.
Explicó que tuvo “acceso a ese centro, presencié cómo eran esos
entrenamientos, vi el entrenamiento de militares mexicanos en ese
centro, son pruebas prácticamente sobrehumanas, y en
esa formación de kaibiles está el diagnóstico que hago de cómo estos
entrenamientos se pueden volver armas de doble filo”.
Contó que vio “uno de los modelos de entrenamiento más duros que existen
a nivel internacional. Durante 60 días, sólo pueden dormir tres horas,
las otras 21 horas están corriendo por la montaña, haciendo pruebas de
tiro, haciendo pruebas de nado… el entrenamiento kaibil está en el
corazón del Petén. Entrenan en ríos llenos de cocodrilos, pruebas de
clavados que les pueden llevar a la muerte, muchos han muerto durante el
entrenamiento, por eso firman una responsiva, se hacen cargo de si
mismos”.
“La descomposición social de las fuerzas armadas, que el gobierno no ha querido atender”, es otra de las aristas del libro.
“Las fuerzas armadas tienen una función dentro de la sociedad, la
protección a la ciudadanía… pero estamos hablando de militares que están
cometiendo abusos sexuales, cateos ilegales, secuestran personas… no es
algo que yo esté diciendo, obtuve datos de la Secretaría de la Defensa Nacional”, señaló.
También indicó que habla de “descomposición”, porque
hay “denuncias de los propios integrantes de las fuerzas armadas, que
están acusando a sus superiores ante instancias de derechos humanos, o
de investigaciones internas que se efectúan en los propios cuarteles”.
“Tenemos una lista de los militares que se han detectado ingiriendo bebidas alcohólicas en sus horas de trabajo”, denunció.
Aseveró que por primera vez se documentan casos de todo el país donde elementos de las fuerzas armadas han cometido delitos contra la sociedad.
Reveló que “hubo agravamiento a partir de que a los militares se les dio carta blanca para operar en algunos estados”.
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