Magdalena Gómez
No hay palabras para
definir las más recientes acciones del Estado mexicano en relación con
el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y, por
ende, con el caso Ayotzinapa, y, a la vez, rechazar el informe de la
CIDH sobre la grave crisis de derechos humanos en nuestro país.
Esta semana se juntarán ambos extremos en el espacio interamericano
con el telón de fondo del paradigma de derechos humanos que en 2011 se
incorporó a la Constitución para fortalecer en el plano interno las
normativas internacionales. El jueves 7 se realizará una audiencia
solicitada por México, muy probablemente para reiterar su rechazo al
informe recibido. Previamente se realizarán intercambios urgentes entre
la CIDH y el gobierno para abordar y definir posturas en torno al
destino de la investigación sobre la desaparición en 2014 de los 43
estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos. Para hablar
claro, porque es lo que está en juego en la estrategia de patear el
tablero respecto de la asistencia técnica del GIEI.
Cabe sospechar que tal estrategia existe: el subsecretario de
Gobernación, Roberto Campa, anunció que se otorgará la reparación del
daño a las víctimas directas o indirectas del caso Ayotzinapa a partir
de un diagnóstico de impacto sicosocial en el cual, deslizó,
participarían el Centro Pro de Derechos Humanos y una institución
académica, sin referir su nombre, lo cual obligó a los padres de los
estudiantes a deslindarse frente a tal medida. En paralelo, la
Procuraduría General de la República (PGR) integró una averiguación
previa contra el secretario ejecutivo de la CIDH, a raíz de una
acusación por fraude de una organización proclive al trabajo sucio,
pues, a su juicio, la persona acusada, de nacionalidad mexicana y amplia
trayectoria en el país, Emilio Álvarez Icaza, dispuso en su favor de
los recursos del gobierno aportados con motivo del acuerdo firmado el 18
de noviembre de 2014 entre la CIDH, el Estado mexicano y los
representantes de los jóvenes desaparecidos.
Tan evidente despropósito
obtuvo respuesta de la PGR para abrirle investigación al funcionario de
la Comisión Interamericana. Así de claro, días después, con tono
enérgico, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong,
anunció a los medios que el GIEI se irá del país este mes, cuando
concluya su segunda estancia de medio año. Sin importar el estado que
guarden las investigaciones sobre los 43 normalistas de Ayotzinapa
desparecidos en Iguala, les sugirió apurarse a terminar su informe. Tal
postura no se comunicó a las instancias formalmente involucradas y
violentó el procedimiento acordado para que la CIDH, en acuerdo con las
partes, defina el fin de la cooperación técnica. Recordemos que tal
anuncio fue precedido de una intensa campaña contra los integrantes del
GIEI que obligó a la propia CIDH a salir en su defensa.
Y como cereza del pastel, hace cuatro días se presentó el
informe de los peritos expertos en dinámicas de fuego sobre el basurero
de Cocula sobre el cual se apuntan conclusiones, sin ofrecer elementos
técnicos, que validan la muy funcional verdad histórica del ex
procurador Murillo Karam. Sin mayor explicación, se concluyó que hubo
un evento de fuego controlado, que al menos fueron quemados 17 seres humanos adultos y que para determinar si fueron 43, como señalaron los detenidos por estos hechos, se realizarán otras pruebas. De inmediato el GIEI emitió un posicionamiento, el más enérgico, en el que señala que la PGR rompió el acuerdo sobre el nuevo peritaje del basurero de Cocula, Guerrero, al asumir una
decisión unilateraly romper la confidencialidad. La PGR dice que no fue unilateral porque el sobre con el informe se abrió en presencia de un integrante del grupo de expertos y ya con la presión encima ha aclarado que es un informe provisional.
Por su parte, el equipo argentino forense que resultó mencionado en
el informe malicioso de los expertos en fuego, leído por uno de ellos en
ausencia del resto, también fijó dura postura y lanzó preguntas
técnicas que confrontan seriamente al predictamen. Los padres de los
estudiantes desaparecidos definirán su postura en las próximas horas y
puede ser de ruptura total con el gobierno. Mientras, el presidente de
la CIDH, James L. Cavallaro, en entrevista con la revista Proceso sobre
la crisis de derechos humanos que sostiene la CIDH, y a propósito de la
decisión anunciada por Osorio Chong, deslizó un comentario que augura
que la tensión subirá, pues hay temas en la agenda que son explosivos
para el ex gobernador del estado de México, hoy Presidente de la
República:
Es casi como decir que el Estado mexicano no se responsabiliza del caso Atenco. Al Estado no le corresponde decir eso. Es su opinión; vamos a recibirlo y la comisión va a decidir. (Jesús Esquivel, 3/4/16). ¿Así o más claro? ¿Fueron esos ecos los que llevaron a patear el tablero, como hicieron con el zapatismo en 2001? Es pregunta.
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