Este país se vio sacudido por una ola de furor porque templos
populares prohibieron el ingreso de mujeres con argumentos tan dudosos
como retrógrados: la menstruación las vuelve “impuras” y no aptas para
los lugares de culto.
Pero ahora, a diferencia de años atrás, las mujeres cuestionan las
normas arcaicas y hacen frente a sus verdugos. Declaraciones sin
precedentes como “la menstruación no es ni sucia ni vergonzosa, sino un
simple hecho biológico” encuentran un lugar en el glosario popular y
resuenan en millones de personas.
La declaración de un sacerdote del templo de Sabarimala, en el sureño
estado de Kerala, sobre que las mujeres no podrían ingresar hasta que
no se inventara una máquina capaz de detectar si son “puras” o si no
están menstruando, generó un malestar generalizado en noviembre de 2015.
Alrededor de un millón de peregrinos hindúes se congregan todos los
años en las montañas Ghats occidentales en homenaje a la deidad
Ayyappan, quien meditaba en el lugar, según la mitología hindú.
Episodios como ese sirvieron de inspiración a la campaña “feliz
sangrado”, que se rápidamente se propagó y se volvió viral en la red
social Facebook. La iniciativa convocaba a las mujeres a tomarse una
foto con un cartel en que se leyera el eslogan y ponerla como su imagen
de perfil.
Pronto, la red social se vio inundada de mujeres sosteniendo el
cartel, algunos de los cuales estaban hechos de toallas sanitarias y
tampones. La campaña logró que la prohibición de Sabarimala pasara a la
órbita judicial, pues la Asociación de Jóvenes Abogados presentó un
recurso ante la Corte Suprema reclamándole que solicitara una
explicación a las autoridades religiosas por la prohibición.
Otro ejemplo se dio en enero de este año, cuando 500 mujeres furiosas
marcharon desde la occidental ciudad de Pune hacia el templo Shani
Shingnapur, en Maharashtra, donde los sacerdotes las excluyeron de los
lugares de culto.
La organización Brigada Ranragini Bhumata (Guerreras de la Madre
Tierra) irrumpió en el templo en un acto de rebeldía contra una
tradición de 400 años de antigüedad. El grupo chocó contra una gran
barrera de seguridad fuera del pueblo y en el templo, compuesta por una
barricada y agentes armados. Pero no se dejaron desanimar.
Según Trupti Desai, lideresa de la brigada, se trata de “tradiciones
hechas por el hombre. Dios no discrimina entre hombres y mujeres. Si
ellas quieren entrar al templo, ¿cómo van a frenarlas? ¿Acaso el templo
lo maneja el Talibán? No necesitamos permiso para visitar a Dios”,
arguyó.
La presión pública parece dar resultados. Un alto tribunal de Mumbai
solicitó el 30 de marzo al gobierno estadual de Maharashtra que
garantizara el ingreso de las mujeres a todos los lugares de culto.
El fallo judicial es claro: “No hay nada que impida el ingreso de las
mujeres. Los agentes de seguridad deben actuar en contra de quienes se
los impiden”, y agrega: si los hombres tienen derecho a ingresar a un
lugar sagrado, las mujeres también tienen que poder entrar.
Las activistas buscaron la implementación de la Ley de Autorización
de Ingreso a Lugares Públicos de Culto Hindú en Maharashtra, de 1956,
que reza: “no se puede impedir ni desalentar a ninguna persona (que
profese la religión) hindú de cualquier clase o grupo social a ingresar a
lugares públicos de culto ni impedirles que recen o realicen ritos
religiosos”.
La violación de la norma se castiga con seis meses de cárcel.
Y no son solo las hindúes, las musulmanas también luchan contra la
prohibición de ingresar a la popular mezquita del siglo XV, Haji Ali, en
Mumbai.
La organización defensora de los derechos de las mujeres Bharatiya
Muslim Mahila Andolan presentó un recurso ante un alto tribunal
reclamando el derecho a ingresar al santuario. Hasta 2012 podían llegar
hasta el mazar (mausoleo), pero luego se les prohibió por “su propia
protección y seguridad”.
Según Anirudh Kashyap, profesor adjunto del departamento de historia
de la Universidad de Nueva Delhi, ese tipo de actitudes son un reflejo
de las arraigadas concepciones patriarcales que no consideran a las
mujeres en un plano de igualdad.
“La oposición al derecho de las mujeres a rendir culto también atenta
contra la noción de India como la mayor democracia del mundo dirigida
por el primer ministro (Narendra Modi), quien aspira a colocar al país
entre los principales actores globales”, arguyó Kashyap en diálogo con
IPS.
Según especialistas,un asunto que complica la situación en India es
que la Constitución confiere al Estado la potestad de realizar reformas
sociales, pero no distingue entre este y la religión, lo que habilita a
plantear la interrogante de si las autoridades religiosas tienen derecho
a prohibir o no el ingreso de las mujeres a los templos.
“La respuesta es sí y no”, explicó la abogada Pratibha Pandey.
La Constitución garantiza la libertad de culto, pero el artículo 26
(b) otorga a las organizaciones religiosas el derecho a decidir sobre
las cuestiones religiosas, que suelen caer en actitudes sexistas, aunque
el artículo 25 (2) habilita la intervención estatal en sus asuntos
cuando está en juego el “bienestar social”, lo que puede derivar en
abusos de autoridad.
“Las dispensas políticas complican la cuestión al ceder frente a
intereses creados, doblegarse a las demandas de poderosas autoridades
religiosas e ignorar los derechos constitucionales de las mujeres”,
explicó Pandey.
El actual escándalo religioso ha dejado una lección, pues numerosos
estudios subrayan los beneficios de una sociedad con igualdad de género.
Una alta comisión sobre el estatus de la mujeres, creada por el
gobierno central, ubicó el año pasado a India en el lugar 141, entre 142
países, según indicadores de salud y supervivencia.
Además, numerosos economistas coinciden en que una economía en
desarrollo como la de India no puede permitirse limitar los derechos de
las mujeres ni privarse de una política inclusiva.
Según un informe del Instituto Global McKinsey, la mejora de la
igualdad de género puede ayudar a este país a agregar 2,9 billones de
dólares a su producto interno bruto para 2025.
En ese sentido, permitir el ingreso de las mujeres a los templos y lugares de culto puede ser un buen comienzo.
Traducido por Verónica Firme
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