Los llamados #PanamaPapers involucran al despacho panameño
Mossack-Fonseca. No es el único ni el mejor. Se trata sólo de una de las
cinco organizaciones más grandes del mundo dedicadas a crear empresas
fantasmas o compañías offshore en paraísos fiscales.
La misma Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) calcula que anualmente se generan pérdidas fiscales por 240 mil millones de dólares ante las técnicas y tácticas utilizadas para generar este tipo de empresas.
México ocupa el lugar 30 entre 188 naciones del mundo con más dinero en paraísos fiscales y, según la misma OCDE, el monto de estos recursos puede ascender a 410 mil millones de dólares. En otras palabras, estamos ante un gigantesco negocio del ocultamiento.
Por esta misma razón, los principales implicados en el #PanamaPapers
se apresuraron a lavarse las manos diciendo que no constituye ningún
delito abrir empresas en el extranjero.
En términos literales, el delito no está en abrir una empresa en paraísos fiscales. El delito es no reportar la utilidad, rendimiento o intereses que generan estos recursos. Por esta razón se utilizan los offshore.
Sólo un empresario como Alfonso de Angoitia, el supuesto “cerebro” financiero de Televisa, quiere engañar diciendo que quería abrir una empresa en las Islas Bahamas para entrar a un club náutico a “bucear”. ¿Realmente nos cree tan tontos? De Angoitia decidió recortar cerca de 30% del personal de Televisa ante la baja de ingresos publicitarios, pero él tiene recursos para ir a bucear a Las Bahamas. ¿Qué dirán los otros integrantes del Consejo de Administración de esta empresa?
O el magnate de Grupo Salinas, Ricardo Salinas Pliego, con la mala fama de defraudar a accionistas minoritarios en Estados Unidos, quiere desviar la atención haciéndonos creer que es “normal” abrir una empresa en paraísos fiscales para administrar un yate o para comprar obras de arte. ¿Acaso no es el mercado del arte uno de los mecanismos principales en el mundo para “lavar” dinero? ¿Pagó Salinas Pliego la multa de más de 700 mil dólares a Belice por haber dañado una zona de arrecifes con su otro yate, el Azteca 1? El mismo señor que se precia de hacer campañas de defensa del medio ambiente y cuya hija es senadora por ese “partido fantasma” llamado Partido Verde Ecologista de México.
El caso de Juan Armando Hinojosa Cantú, el compadre del presidente Enrique Peña Nieto y contratista consentido desde el gobierno del Estado de México, es todavía más sintomático. Abrió empresas a nombre de su suegra y su madre, dos mujeres octogenarias, para esconder 100 millones de dólares. En medio de la investigación sobre el conflicto de interés de la Casa Blanca de Peña Nieto y de la mansión de Malinalco de Luis Videgaray.
El jefe de las finanzas del país, Videgaray Caso, no quiere hablar de los #PanamaPapers porque sabe perfectamente que muchas de estas maniobras de ocultamiento del dinero son su responsabilidad como autoridad hacendaria. ¿O cuántas casas de Malinalco se necesitan para que las autoridades se hagan de la vista gorda?
El director del Sistema de Administración Tributaria (SAT), Aristóteles Sandoval, primero divulgó el domingo un comunicado de prensa para señalar que la dependencia investigará, y al día siguiente prácticamente exonera: de entrada, no es “ilegal” trasladar fondos a paraísos fiscales.
¿Investigará el funcionario con nombre de filósofo a Grupo Televisa –la misma empresa a la que condonó más de 400 millones de pesos y con la que sostiene un claro acuerdo de promoción y publicidad–, o a Grupo Salinas, cuyo propietario se considera a sí mismo como un “héroe empresarial discreto”?
Los #PanamaPapers revelan que la corrupción no es patrimonio exclusivo de los políticos o gobernantes. Los empresarios también forman parte de esta red de impunidad. Sólo el presidente argentino Mauricio Macri, perteneciente a un consorcio empresarial con ramificaciones en el futbol, quiere hacernos creer que no es ningún problema dirigir una empresa off shore antes de ser mandatario y no declararla.
Cleptocracias
En otras palabras, los documentos de Mossack-Fonseca son apenas un retrato de los mecanismos que utilizan las cleptocracias, es decir, los sistemas de gobierno y de desarrollo del poder basados en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus distintos derivados.
En la descripción contemporánea de cleptocracia se señala a este modelo de gobierno como un mecanismo a través del cual el Estado “se dedica casi enteramente a gravar los recursos y a la población del país (por medio de impuestos, no retribuibles a ellos), los dirigentes del sistema amasan grandes fortunas personales, el dinero es lavado o se desvía a cuentas bancarias secretas, por lo general, a paraísos fiscales, como encubrimiento de peculado o robo”.
Prácticamente lo que hemos vivido los mexicanos desde la era de Carlos Salinas de Gortari hasta el sexenio de Enrique Peña Nieto: un sistema de enriquecimiento de unos cuantos, a través de un mayor gravamen a la población y una impunidad a toda prueba.
No importan los signos partidistas. Ahí está el hijo de Miguel Ángel Yunes, expriista y actual candidato “opositor” al gobierno de Veracruz. O los lazos familiares. Lo mismo sirve una esposa actriz o una suegra para “lavar” dinero.
Las cleptocracias funcionan, sobre todo, en economías basadas en la extracción de materias primas (minería y petróleo, principalmente), y más en una era donde los commodities generaron la fortuna de unos cuantos y el empobrecimiento de países como México, Rusia, Brasil o Argentina.
No es casual que buena parte de los empresarios y funcionarios mexicanos mencionados tengan alguna relación como contratistas de Pemex: ahí está el potentado tamaulipeco Ramiro Garza Cantú (propietario del diario La Razón), que amasó una fortuna rentándole plataformas a Pemex; o los socios de Oceanografía que vivían de los contratos navieros con Pemex; o el mismo Emilio Lozoya Austin, exdirector de la ahora considerada “empresa productiva del Estado”, que intentó abrir una empresa offshore y dice que no la concretó, pero envió su pasaporte.
Los #PanamaPapers apenas son la punta del iceberg de una práctica global. El gobierno de Rusia, tan exhibido por la red de amigos de Vladimir Putin que tienen 2 mil millones de dólares en paraísos fiscales, acusó a la CIA de estar “detrás” de la magna filtración.
¿Acaso los sistemas de información rusos no tendrían capacidad para ellos mismos aportar datos de los personajes norteamericanos y europeos involucrados en los paraísos fiscales?
Aquí no hay guerra fría o guerra caliente. Aquí son los mismos mecanismos que sirven a narcos, dictadores, futbolistas, dueños de medios, empresarios, contratistas, cineastas y alguno que otro aristócrata para mantener el secreto mejor guardado en las cleptocracias: la ruta del dinero.
Comentarios: www.homozapping.com.mx
La misma Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) calcula que anualmente se generan pérdidas fiscales por 240 mil millones de dólares ante las técnicas y tácticas utilizadas para generar este tipo de empresas.
México ocupa el lugar 30 entre 188 naciones del mundo con más dinero en paraísos fiscales y, según la misma OCDE, el monto de estos recursos puede ascender a 410 mil millones de dólares. En otras palabras, estamos ante un gigantesco negocio del ocultamiento.
En términos literales, el delito no está en abrir una empresa en paraísos fiscales. El delito es no reportar la utilidad, rendimiento o intereses que generan estos recursos. Por esta razón se utilizan los offshore.
Sólo un empresario como Alfonso de Angoitia, el supuesto “cerebro” financiero de Televisa, quiere engañar diciendo que quería abrir una empresa en las Islas Bahamas para entrar a un club náutico a “bucear”. ¿Realmente nos cree tan tontos? De Angoitia decidió recortar cerca de 30% del personal de Televisa ante la baja de ingresos publicitarios, pero él tiene recursos para ir a bucear a Las Bahamas. ¿Qué dirán los otros integrantes del Consejo de Administración de esta empresa?
O el magnate de Grupo Salinas, Ricardo Salinas Pliego, con la mala fama de defraudar a accionistas minoritarios en Estados Unidos, quiere desviar la atención haciéndonos creer que es “normal” abrir una empresa en paraísos fiscales para administrar un yate o para comprar obras de arte. ¿Acaso no es el mercado del arte uno de los mecanismos principales en el mundo para “lavar” dinero? ¿Pagó Salinas Pliego la multa de más de 700 mil dólares a Belice por haber dañado una zona de arrecifes con su otro yate, el Azteca 1? El mismo señor que se precia de hacer campañas de defensa del medio ambiente y cuya hija es senadora por ese “partido fantasma” llamado Partido Verde Ecologista de México.
El caso de Juan Armando Hinojosa Cantú, el compadre del presidente Enrique Peña Nieto y contratista consentido desde el gobierno del Estado de México, es todavía más sintomático. Abrió empresas a nombre de su suegra y su madre, dos mujeres octogenarias, para esconder 100 millones de dólares. En medio de la investigación sobre el conflicto de interés de la Casa Blanca de Peña Nieto y de la mansión de Malinalco de Luis Videgaray.
El jefe de las finanzas del país, Videgaray Caso, no quiere hablar de los #PanamaPapers porque sabe perfectamente que muchas de estas maniobras de ocultamiento del dinero son su responsabilidad como autoridad hacendaria. ¿O cuántas casas de Malinalco se necesitan para que las autoridades se hagan de la vista gorda?
El director del Sistema de Administración Tributaria (SAT), Aristóteles Sandoval, primero divulgó el domingo un comunicado de prensa para señalar que la dependencia investigará, y al día siguiente prácticamente exonera: de entrada, no es “ilegal” trasladar fondos a paraísos fiscales.
¿Investigará el funcionario con nombre de filósofo a Grupo Televisa –la misma empresa a la que condonó más de 400 millones de pesos y con la que sostiene un claro acuerdo de promoción y publicidad–, o a Grupo Salinas, cuyo propietario se considera a sí mismo como un “héroe empresarial discreto”?
Los #PanamaPapers revelan que la corrupción no es patrimonio exclusivo de los políticos o gobernantes. Los empresarios también forman parte de esta red de impunidad. Sólo el presidente argentino Mauricio Macri, perteneciente a un consorcio empresarial con ramificaciones en el futbol, quiere hacernos creer que no es ningún problema dirigir una empresa off shore antes de ser mandatario y no declararla.
Cleptocracias
En otras palabras, los documentos de Mossack-Fonseca son apenas un retrato de los mecanismos que utilizan las cleptocracias, es decir, los sistemas de gobierno y de desarrollo del poder basados en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus distintos derivados.
En la descripción contemporánea de cleptocracia se señala a este modelo de gobierno como un mecanismo a través del cual el Estado “se dedica casi enteramente a gravar los recursos y a la población del país (por medio de impuestos, no retribuibles a ellos), los dirigentes del sistema amasan grandes fortunas personales, el dinero es lavado o se desvía a cuentas bancarias secretas, por lo general, a paraísos fiscales, como encubrimiento de peculado o robo”.
Prácticamente lo que hemos vivido los mexicanos desde la era de Carlos Salinas de Gortari hasta el sexenio de Enrique Peña Nieto: un sistema de enriquecimiento de unos cuantos, a través de un mayor gravamen a la población y una impunidad a toda prueba.
No importan los signos partidistas. Ahí está el hijo de Miguel Ángel Yunes, expriista y actual candidato “opositor” al gobierno de Veracruz. O los lazos familiares. Lo mismo sirve una esposa actriz o una suegra para “lavar” dinero.
Las cleptocracias funcionan, sobre todo, en economías basadas en la extracción de materias primas (minería y petróleo, principalmente), y más en una era donde los commodities generaron la fortuna de unos cuantos y el empobrecimiento de países como México, Rusia, Brasil o Argentina.
No es casual que buena parte de los empresarios y funcionarios mexicanos mencionados tengan alguna relación como contratistas de Pemex: ahí está el potentado tamaulipeco Ramiro Garza Cantú (propietario del diario La Razón), que amasó una fortuna rentándole plataformas a Pemex; o los socios de Oceanografía que vivían de los contratos navieros con Pemex; o el mismo Emilio Lozoya Austin, exdirector de la ahora considerada “empresa productiva del Estado”, que intentó abrir una empresa offshore y dice que no la concretó, pero envió su pasaporte.
Los #PanamaPapers apenas son la punta del iceberg de una práctica global. El gobierno de Rusia, tan exhibido por la red de amigos de Vladimir Putin que tienen 2 mil millones de dólares en paraísos fiscales, acusó a la CIA de estar “detrás” de la magna filtración.
¿Acaso los sistemas de información rusos no tendrían capacidad para ellos mismos aportar datos de los personajes norteamericanos y europeos involucrados en los paraísos fiscales?
Aquí no hay guerra fría o guerra caliente. Aquí son los mismos mecanismos que sirven a narcos, dictadores, futbolistas, dueños de medios, empresarios, contratistas, cineastas y alguno que otro aristócrata para mantener el secreto mejor guardado en las cleptocracias: la ruta del dinero.
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