Víctor Ugalde
Las pantallas del país están
acaparadas por Walt Disney, Warner Bros, Fox, Universal, Sony y
Paramount, distribuidoras agrupadas en la Motion Pictures Asociation o
MPA (La Jornada, 13-5-17).
Esta práctica abusiva nos perjudica a todos. A los espectadores,
porque limita las posibilidades de encontrar alguna cinta de su
preferencia en salas que les sean cercanas, cómodas, a buen precio y con
variedad de horarios. A los exhibidores se les reduce la asistencia de
cinéfilos que no acuden a sus cines por sus pantallas saturadas con uno o
dos filmes de Estados Unidos. Aquí se da el absurdo de que cintas que
no alcanzan a estrenarse en las pantallas de aquel país sí lo hacen en
México, a pesar de su pésima calidad. Pierde el Estado, al no recuperar
lo invertido mediante estímulos. Pierde la nación mexicana, al educar
informalmente a los ciudadanos del futuro con cintas estadunidenses que
nos desprecian. Pierde el mundo, al empobrecerse la multiculturalidad y
la pluralidad. Pierde nuestra economía, al convertirnos en exportadores
netos de regalías.
Al crecer desmesuradamente el número de copias estadunidenses por
título se reducen los ingresos por pantalla, ya que el rendimiento pasó
de 182 mil 561 pesos en 2012 a sólo 78 mil 372 pesos en 2016; es decir,
se cayó 57.08 por ciento en el lustro anterior.
Todo esto sucede mientras los ingresos en taquilla de las afiliadas a
la MPA se incrementaron de 7 mil 959.3 millones de pesos en 2012 a 12
mil 158.3 en 2016, lo cual representó un aumento de 65.43 por ciento en
cinco años. Atrás y en el olvido quedó la promesa de beneficiar al
público cuando se instalaron los cines con multipantallas, en el inicio
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cuando se
nos prometió libertad de selección entre múltiples películas, con
variedad de horarios y competencia de precios y servicios. A más de 20
años del TLCAN las plazas se saturan con uno o dos títulos que se
ofrecen cada 15 o 20 minutos, dejando sin opción real al consumidor y
sin espacios para la competencia nacional y mundial.
En el último lustro la MPA aportó 23.66 por ciento de los
estrenos en el año (90 en promedio), para eso ocupó 72.25 por ciento del
total de las pantallas de estreno (100 mil 627), dejándole al cine del
resto del mundo 76.34 por ciento de los estrenos (290) y sólo 27.75 por
ciento de las pantallas de premier, lo que equivale a estrenar con 131
pantallas cada nuevo filme contra las mil 118 de las gringas. Y todo
esto sucede frente a la inacción de la Comisión Federal de Competencia
Económica y la Procuraduría Federal del Consumidor.
Esto ha provocado que en los pasados cinco años no se puedan estrenar
264 películas mexicanas, lo cual equivale a la producción total de dos
años. Esto representa una pérdida superior a 4 mil 500 millones, si
multiplicamos las cintas por el costo reportado por el Instituto
Mexicano de Cinematografía en su anuario de 2016, cifra que se
incrementaría a más de 6 mil millones de pesos si, en lugar de un
lustro, lo extendiéramos a la reciente década, donde el número de cintas
sin estrenar se eleva a 347.
Este problema crece de manera exponencial, ya que el númeor de
películas que se estrenan en las grandes ciudades (81 en promedio) no es
igual al de títulos que lo hacen en la República Mexicana (31 en
promedio), entonces los habitantes de los estados se quedan sin ver
61.49 por ciento de los títulos del año, lo cual afecta gravemente la
recuperación de inversión.
Mas dramático aún es el hecho de que sólo 23.13 por ciento de la producción anual logra estrenarse en la República Mexicana.
Antes del TLCAN el cine mexicano contaba con una cadena productiva
sana. Hoy, ésta está pervertida para el beneficio de unos cuantos.
Aprovechemos la próxima renegociación del TLCAN para recuperar nuestra
soberanía fílmica e ideológica, lo cual nos llevará a retomar también
nuestra economía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario