El presidente de los Estados Unidos
Mexicanos, Enrique Peña Nieto, se mantiene atrapado en un pasmo
absoluto desde que Donald Trump firmó, el pasado 4 de abril, su
pronunciamiento enviando la Guardia Nacional a la frontera con México.
El inquilino de Los Pinos no ha anunciado una sola acción o decisión en
respuesta a la abierta agresión militar de Washington, aderezada con una
retahíla de epítetos y chantajes de parte del ocupante de la Casa
Blanca hacia la nación azteca.
El discurso pronunciado por Peña Nieto en cadena nacional el jueves, 5
de abril fue pura demagogia. El Presidente defendió su supuesto
compromiso con
salvaguardar nuestra soberanía y la dignidad de los mexicanos, aun cuando se ha dedicado a vender los activos de la nación durante todo su sexenio, y señaló que su gobierno supuestamente
ha defendido todos los días los derechos de los mexicanos en Estados Unidos, aun cuando su gobierno en realidad ha dejado a los migrantes mexicanos en un estado de total abandono.
Peña Nieto también recurrió a referencias huecas a la
grandeza, el
orgullo, la
dignidady la
gran historia y culturade México, así como al presente supuestamente
dinámico,
vibrantee
innovadorde la nación. Finalmente, el esposo de Angélica Rivera le extendió la mano a Trump y le rogó al magnate neoyorquino a canalizar sus
frustracionesa otra parte.
En su discurso, Peña Nieto no aludió a ninguna declaración específica de Trump.
Me refiero a los acontecimientos recientes que afectan la relación entre México y Estados Unidos, afirmó, de manera pusilánime, el Presidente mexicano. No hubo señalamiento alguno con respecto a la orden emitida el día anterior para militarizar la frontera, ni respuesta a los agresivos chantajes de Trump con respecto a la supuesta necesidad de que México endurezca su política migratoria hacia América Central a cambio de la posibilidad de la ratificación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la continuidad de la Iniciativa Mérida y otros apoyos estadunidenses al gobierno mexicano (véase: https://bit.ly/2JgfDz2).
Peña tampoco anunció acción alguna, sino que se limitó a hablar de manera abstracta y general sobre la necesidad de la
unidad nacional. Fueron puras palabras huecas al aire, similar a casi todos los discursos expresados por el actual Presidente en momentos de crisis. Recordemos, por ejemplo, su pronunciamiento igualmente vacío del 30 de noviembre de 2014, con motivo de haber culminado dos años en el gobierno y en medio de la enorme crisis política generada por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa (https://bit.ly/2GHMkIl).
Lo único sorprendente en el discurso presidencial del 5 de
abril fueron las referencias a los cuatro candidatos presidenciales. Con
el fin de enfatizar la idea de la unidad, Peña Nieto citó las palabras
más insulsas expresadas por cada uno de los cuatro candidatos
presidenciales sobre el tema de la
unióny las relaciones entre México y Estados Unidos. De esta manera, el ocupante de Los Pinos buscó simultáneamente fomentar la idea de que
todos son iguales, uno de los elementos claves en la estrategia antiobradorista empleada por los medios dominantes, y colocar al PRI-gobierno supuestamente como el gran árbitro y factor unificador de la nación.
Quienes celebraron este elemento del discurso no hicieron más que
evidenciar sus bajos estándares con respecto al carácter republicano y
soberano del Estado mexicano y, en particular, sus reducidas
expectativas sobre el comportamiento del actual jefe de Estado. El hecho
de que Peña Nieto no haya recurrido a estrategias discursivas aún más
cínicas y sesgadas en favor de su candidato a la Presidencia de la
República no es motivo de celebración, sino apenas lo mínimo que debemos
esperar de quien encabece el Ejecutivo federal.
Pero lo verdaderamente importante no son las palabras, sino las
acciones. ¿Qué hacer en respuesta al abierto maltrato, así como la
actitud agresiva e intolerante de Trump hacia México y los mexicanos?
Una propuesta sensata, que ya está siendo discutida en el Senado, es
considerar la suspensión de cualquier colaboración con Washington en las
materias migratoria y de seguridad. Entre más militarizan la frontera
norte, México podría liberalizar más su frontera sur con Guatemala.
Entre más mexicanos y centroamericanos deporta Trump, más apoyo se puede
brindar desde México a los migrantes que buscan cruzar a Estados
Unidos. Y entre más presiona la Casa Blanca a los militares y los
cuerpos de seguridad mexicanos para escalar la sangrienta e inútil
guerra contra de las drogas, más deberíamos apostar a la paz y al estado de derecho.
No les vamos a faltar a ellos el respeto, pero México y su pueblo no va a ser piñata de ningún gobierno extranjero, ha señalado López Obrador. En congruencia con esta posición, el tabasqueño ha convocado a la creación a lo largo de la frontera con Estados Unidos de una gran
cadena humana de mexicanos por la paz, para buscar un entendimiento con el gobierno estadunidense, sin uso de la fuerza, sin muros, con entendimiento, respeto mutuo y cooperación para el desarrollo.
Lo cortés no quita lo valiente.
Twitter: @JohnMAckerman
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