Autor:
Adalberto Ruiz Mojica*
Javier Duarte de Ochoa dejó a Veracruz hundido en la pobreza,
corrupción e inseguridad, con una deuda impagable. El político salido de
las filas del PRI se ganó el repudio y desprecio de todo el país. El
daño causado por este delincuente coloca al estado veracruzano como el
más miserable para las próximas tres generaciones
Solapado y protegido por el sistema, así fue Javier Duarte de Ochoa,
exgobernador de Veracruz. Desde Felipe Calderón hasta Enrique Peña Nieto
y la Procuraduría General de la República, ministerios públicos locales
y federales, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, legisladores
estatales y federales, todos fueron cómplices de este cínico y corrupto
político que robó miles de millones de pesos al pueblo veracruzano
durante 6 años, desviando para uso personal cerca de 90 mil millones de
pesos, cantidad que representa robarle 55 mil pesos a más de 1.6
millones de familias veracruzanas.
Duarte pasará a la historia como el gobernador más corrupto y ladrón
de México, además de incrementar la deuda pública estatal a más de 45
mil millones.
Fidel Herrera Beltrán le heredó el gobierno para que le cubriera las
espaldas por los robos que realizó y obras inconclusas. Durante los
inicios de su precampaña por los municipios veracruzanos, siempre
demostró su torpeza política, ridiculez, falta de carisma y de talento
para gobernar. Sus gritos, graznidos estentóreos en las reuniones eran
penosos, incoherentes, abundantes carcajadas soportadas y solapadas por
sus amigos y paisanos.
Durante su campaña, pocos ciudadanos cuestionaron el perfil político
de este peculiar y cínico personaje, a pesar de que era evidente que con
estas características no podría gobernar Veracruz con eficiencia y
honestidad… Sin embargo, logró llegar al cargo con el apoyo de cientos
de millones de pesos de su padre putativo Fidel Herrera, quien logró
colocar un títere como ejecutivo estatal.
Duarte dejó a Veracruz hundido en la pobreza, corrupción y saqueo,
ganándose el repudio y el desprecio de todo el país y con una deuda
impagable, al punto de ser el estado más pobre para las próximas dos o
tres generaciones.
Este sinvergüenza decía que “la luna de miel con un gobernante se debe disfrutar, mi luna de miel
duró muy poquito”. Pero durante los 6 años de su gobierno se dedicó a
robar al pueblo, a contratistas, proveedores, al propio Servicio de
Administración Tributaria, a adultos mayores, pensionados, becados, a la
Universidad Veracruzana, policías y a todo el que pudo.
No hubo un solo rubro de fondos federales y estatales en el que no
saqueara impunemente los presupuestos, porque los nombramientos de
magistrados y consejeros de la Judicatura, de directores del Órgano
Superior de Fiscalización de Veracruz y de la mayoría de los diputados
fueron designados por ese hampón.
Duarte podría ser considerado el peor gobernador en la historia
política de México. Nadie ha robado tanto como él: tiene el récord de
ser el máximo ladrón de todos los tiempos.
El contralor estatal Guillermo Moreno Chazzarini declaró que entre el
periodo 2011-2016, 150 funcionarios del gobierno de Duarte saquearon
más de 15 mil millones de pesos. Esto significa que casi todos los
funcionarios de primer nivel –entre ellos Tomás Ruiz González, Fernando
Charleston, Antonio Gómez Pelegrin, Juan Manuel del Castillo, Ramón
Ferrari Pardiño, Harry Grappa, Leticia Perlasca– también delinquieron:
todos pisotearon el eslogan del gobierno de Duarte: ¡Un estado próspero!
Otros pillos saqueadores del pueblo siguen libres: Antonio Tarek
Abdalá, Erick Alejandro Lagos Hernández, Alberto Silva, Gerardo Buganza,
Jorge Uscanga Escobar, Reynaldo Escobar, Adolfo Mota Hernández, Érick
Porres Blesa, Marcelo Montiel, Zoila Noemí Guzmán Lagunes, Octavia
Ortega Arteaga.
Varios de ellos buscaron fuero e impunidad a través de diputaciones, Y
en esta repugnante lista de hampones no podía faltar el máximo ladrón y
sinvergüenza de nuestra querida Poza Rica, Pablo Anaya Rivera, quien
también buscó fuero en la contienda por la presidencia municipal, pero
quedó en un lejano cuarto lugar, porque la ciudadanía no le perdona sus
fechorías. Pero es tal el descaro de este doctorcito de pacotilla –quien aún desea seguir robándole a Poza Rica buscando puestos públicos– que nuevamente se le ha visto en eventos del PRI.
La impunidad
Pese al daño, el caso está plagado de impunidad. La esposa de Duarte,
Karime Macías, también debería estar purgando una larga condena, pero
está libre en el extranjero, gozando de la protección absoluta del
gobierno mexicano. Y esa complicidad se debe a que Duarte compartió el
botín de los robos mulmillonarios, provocando más pobreza al pueblo
veracruzano.
Javier Duarte junto a su esposa y más de 150 colaboradores, desde
secretarios, diputados locales y federales y presidentes municipales son
el símbolo de la corrupción e impunidad mexicana, al igual que otros 20
exgobernadores (priístas en su mayoría) señalados de cometer los mismos
ilícitos.
Otro hampón que debería estar en el penal de Pacho Viejo es Alberto
Silva Ramos, el de mayor confianza con Javier Duarte. Y es que cuando
fue presidente municipal de Tuxpan solicitó un préstamo bancario por 100
millones de pesos para alumbrado público, que destinó a empresas
fantasma defraudando a los tuxpeños. Alberto Silva, frívolo,
exhibicionista, derrochador del dinero del pueblo, organizó una
cabalgata donde invitó a Pancho Colorado y su cómplice Fidel Herrera Beltrán.
El Cisne, como le apodan, no sólo es responsable de conceder
45 contratos por 243 millones de pesos a empresas fantasma, sino
también –junto con su esposa Cindy Paola Virues Rodríguez– robó millones
de pesos cuando fue delegada de Secretaría de Desarrollo Social.
Saquearon indiscriminadamente millones de pesos de recursos federales
que sirvieron para enriquecer a las empresas fantasmas del hampón Silva
Ramos.
Pobreza, el legado
El saqueo tiene una grave consecuencia para las mayorías: la miseria.
Duarte convirtió a Veracruz en el estado más pobre de México (por su
deuda casi impagable), sin capacidad crediticia; también en el de menor
crecimiento económico y con mayor desempleo y uno de los menos
competitivos.
Durante 2015, Duarte desvió el 97 por ciento de los recursos que la
federación le entregó para seguridad pública; esos recursos fueron a
parar a cuentas personales, a prestanombres y empresas fantasma,
mientras la inseguridad se incrementó a niveles nunca antes vistos.
El crecimiento económico de Veracruz con Duarte fue apenas del 0.01
por ciento el más bajo de todo el país, dejando al 70 por ciento de los
veracruzanos en situación de pobreza.
En ese contexto de saqueo, la deuda pública veracruzana aumentó de 21
mil 500 millones de pesos en 2010 a 45 mil 776 millones en 2016; el
presupuesto anual de 100 mil millones de pesos fueron a parar a empresas
fantasma, familiares, a servidores públicos, la PGR, jueces,
magistrados, diputados, etcétera.
La Auditoría Superior de la Federación encontró que Edgar Spinoso
Carrera, encargado de la administración del presupuesto de la SEV,
desvió más de 6 mil millones de pesos.
Arturo Bermúdez Zurita, exsecretario de Seguridad Pública, confirmó
que Karime Macías y su prima hermana Brenda Tubilla Macías eran el
cerebro de las operaciones ilícitas de Javier Duarte. Estas señoras
robaron miles de millones de pesos para enriquecimiento personal y de
sus familiares, pero gozan de impunidad, burlándose de la justicia y del
pueblo veracruzano. Karime Macías manipulaba a su antojo y en beneficio
personal a los funcionarios estatales.
Antes de que cayerá en desgracia, Peña Nieto describió a Duarte como
el símbolo del nuevo PRI, la nueva generación de su Partido. Por su
parte, el exgobernador dijo al salir de una audiencia: “paciencia,
prudencia, verbal contingencia, presencia o ausencia según
conveniencia”. ¿Qué mensaje nos quiso entregar este cínico hampón?
Nexos corruptos
Javier Duarte y sus secuaces utilizaron con gran perversidad a la
inmoral y corrupta panúquense Octavia Ortega Arteaga para hacerle el
trabajo sucio en el Palacio Legislativo Xalapeño, colocándola como
presidenta de la mesa legislativa del Congreso veracruzano y comprando a
todos los legisladores para que aprobaran todas las iniciativas
absurdas e ilícitos durante su gobierno, esta descarada y cómplice del
robo de miles de millones de pesos, gratificaba generosamente con
cientos de miles de pesos a sus colegas diputados por cada iniciativa
aprobada.
Actualmente está señora goza de plena libertad y busca otra
oportunidad política para continuar robando al pueblo de Veracruz, pues
es candidata a la diputación por el distrito de Pánuco. Octavia Ortega
también debería estar en Pacho Viejo durante muchos años.
Y aunque, en referencia a Javier Duarte, el gobernador actual dijo
que “cimbraría a México con sus noticias” –es decir, que obligaría a
Duarte a entregar los más de 87 mil millones que robó–, la realidad es
que sólo logró quitarle 2 mil 500 millones aproximadamente, entre
cuentas bancarias y propiedades, apenas el 2.8 por ciento de todo lo
robado.
¿Por qué no lo obligó a devolver por lo menos el 50 por ciento? Es
evidente que hubo negociación, complicidad, compromisos políticos entre
el actual gobernador y el gobierno federal protector de Javier Duarte y
sus cientos de cómplices que gozan del fuero federal cínicamente. Esta
ridícula devolución es una burla al pueblo veracruzano, confirmando que
cualquier gobernador, presidente municipal o secretario de Estado, puede
robar impunemente como ya es costumbre desde hace más de medio siglo, y
siempre será protegido por el sistema político mexicano.
Adalberto Ruiz Mojica*
*Arquitecto
[ANÁLISIS POLÍTICO]
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