4/11/2018

‘En México el hartazgo está por encima del miedo’: Carlos Illades

El autor de ‘El futuro es nuestro. Historia de la izquierda en México’, analiza la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.

(Océano/Redacción AN).

Andrés Manuel López Obrador representa una candidatura de izquierda conservadora, expresa Carlos Illades. Su nuevo libro El futuro es nuestro. Historia de la izquierda en México (Océano), da pie una conversación para revisar la figura del representante de Morena para las próximas elecciones presidenciales.

Illades sostiene que, a diferencia de procesos anteriores, AMLO “ha jalado al lado conservador porque entendió que México es un país conservador”. Advierte también que independientemente del resultado de los comicios del próximo 1 de julio, la izquierda mexicana sufrirá un reacomodo importante.
Como historiador de la izquierda. ¿Se encuentra diluida ésta corriente en México?
Hay dos bandos. Para unos la izquierda de López Obrador es radical, para otros es conservadora. En lo personal creo que reivindica ideas de izquierda como la justicia social y equidad, pero al mismo tiempo es conservadora porque no retoma las demandas progresistas de las minorías. Actualmente es casi imposible que una fuerza política llegue por si sola al poder y los aliados buscados por la izquierda morenista van de reaccionarios como el PES hasta el anacronismo histórico del PT.
Recientemente Roger Bartra cuestionó la existencia de una izquierda en México.
Aunque comparto algunas de las objeciones de Bartra hacia López Obrador, no estoy de acuerdo con su diagnóstico. Veo en Morena una reivindicación de los valores de la izquierda. Tampoco coincido con su planteamiento acerca de la derecha. En 2006, Bartra replanteaba la tesis de Krauze acerca de que López Obrador es un mesías tropical. Yo creo que en AMLO no solo están los valores del nacionalismo revolucionario propios del PRI, sino de una izquierda histórica inspirada en el nacionalismo romántico del siglo XIX. La derecha maneja una una versión bastante simplificada de López Obrador. Hasta el año 2000, Bartra sostuvo que la derecha no era democrática, después descubrió su sentido democrático, pero recordemos que esa derecha fue la que en 2006 nos llevó a la guerra y precisamente la guerra es la solución más autoritaria.
¿Hoy entre intelectuales se encuentran divididos entre pro AMLO y anti AMLO?
Una ruptura intelectual en México inició en 1988. Entonces las grandes revistas Nexos y Vuelta, legitiman el gobierno de Salinas. Ahí vienen unas primeras fugas. Vuelta se identificaba con la democracia. Sin embargo, Krauze llegó a decir que Cárdenas había obtenido el voto verde y atrasado, cuando en realidad ocurrió lo contrario porque obtuvo el voto de las ciudades. En Nexos, casi todos reconocieron la victoria de Salinas. Una segunda ruptura se dio con el neozapatismo. Todos ellos se han identificado con un proyecto modernizador entendido en los términos neoliberales. No solo es una ruptura de carácter político, se identifican con una postura económica distinta a la de la izquierda debido en buena medida a que ésta, después de la caída del muro, ha desarrollado propuestas poco elaboradas.
¿Cómo ha cambiado la vocación izquierdista en López Obrador?
López Obrador siempre ha tenido un elemento conservador, pero cada vez es más explícito. Esto empezó a quedar claro en 2012. Incluso creo que su planteamiento de la república amorosa tiene influencia del movimiento de Javier Sicilia, quien ya abordaba el asunto del perdón. López Obrador ha jalado al lado conservador porque entendió que México es un país conservador. Además, convocó a los enemigos de las reformas estructurales, de ahí su alianza con Elba Esther Gordillo y Napoleón Gómez Urrutia. Sabe que de ganar, será minoría por eso teje una alianza lo más extensa posible. Por ahora parece resultarle bien porque ya rebasó su techo histórico del treinta y tantos por ciento.
¿Pero con alianzas tan diferentes se puede hablar de una izquierda?
Hay un núcleo de izquierda en Morena. Lo que está haciendo es una alianza que de todos modos tendría que hacer en caso de gobernar.
¿Su reticencia a la crítica?
Le ha bajado un poco. Sin duda es alguien que no está acostumbrado a debatir. No soporta que cuestionen sus principios, los percibe como un ataque y ese sin duda es un elemento negativo.
¿Pase lo que pase en las elecciones cómo quedará la izquierda mexicana?
Es definitivo lo que suceda en las elecciones. Si gana López Obrador vendrá un reacomodo en la izquierda. Morena incluso, tendrá que redefinirse en relación con los aliados. Si Anaya no gana es posible que se parta el PAN. De no ganar el PRI probablemente se convierta en varios grupos.
Este tipo de conflictos parecen ser comunes en la izquierda a nivel mundial.
En Grecia, Syriza tuvo que gobernar aliándose con los nazis porque eran antisistema. El dilema de Podemos, en España, fue las alianzas. Errejón proponía un espectro más amplio, pero ganó la visión más cerrada de Pablo Iglesias y desde entonces ha bajado su simpatía. En Brasil tuvimos una notable diferencia entre el primer gobierno de Lula y su segundo periodo, así como en relación con el mandato de Dilma Rousseff, tan es así que ella terminó haciendo alianzas con quienes la liquidaron. La izquierda necesita incluso de la no izquierda para gobernar. El conflicto es si logras o no, dominar a los aliados. A ese dilema se podría enfrentar López Obrador.
Lula está en la cárcel; en Ecuador, Correa perdió; en Argentina ganó la derecha de Macri; en Venezuela hay una crisis social. ¿Qué sucede con la izquierda latinoamericana cuando llega al poder?
No olvidemos que Lula sacó a más gente de la pobreza que ningún otro gobierno latinoamericano. El problema es que se dejaron seducir por la corrupción y la derecha se reacomodó. Hubo éxitos parciales. La izquierda se fortaleció en su momento ante la crisis de legitimidad en los partidos tradicionales. El esquema neoliberal solo acepta centro derecha o centro izquierda bajo su propio programa económico, todo lo que se salga del rango es populismo.
¿Las condiciones están para que gane López Obrador?
Parece que sí. El escenario es todavía más favorable incluso que en 2006. A diferencia de entonces hoy el hartazgo está por encima del miedo. Uno de los mayores retos será alcanzar una mayoría en el Congreso, aunque de no hacerlo será positivo porque tendrá un contrapeso importante.

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