OPINIÓN
Quinto Poder
Por: Argentina Casanova*
Hace
casi 20 años que algunas compañeras empezaron a registrar los casos de
asesinatos de mujeres, denominados en un principio como homicidios por
razón de género. Esta actividad tenía el propósito de visibilizar algo
que en ese momento no se ponía sobre la mesa. Hoy es urgente cambiar las
dinámicas y tener claro que el registro tenía un propósito muy claro
que alcanzó: la creación del tipo penal del feminicidio y la
identificación de sus circunstancias.
Las que iniciaron los registros de los casos hicieron algo más, se
agruparon, se integraron en un Observatorio que definió líneas de
intervención, entre ellas el acompañamiento con el litigio y la
representación jurídica de las familias y las propias sobrevivientes en
la búsqueda de justicia.
Identificar casos tenía el propósito de conocerlos y buscar el
acercamiento, no era una numeralia indiferente en una caja de texto,
tenía el claro propósito de generar condiciones, empujar legislaciones e
incluso en contra de ser tildadas de locas porque se proponía el tipo
penal de feminicidio.
A casi 20 años de ese camino que defensoras y periodistas iniciaron
en cada entidad de la república, dedicando muchos años de trabajo en
silencio y en una callada actividad sin más propósito que tener el dato
para cuando se exigiera la legislación, acciones de las instituciones
para atender la violencia, o poder contactar a las familias para la
defensa legal hoy los medios y las redes se inundan de una numeralia.
Esto nos lleva a plantearnos y a analizar ¿qué sigue? Definitivamente
no se trata de contar para decir cuántas sino para emprender acciones
que nos lleven a disminuir, e incluso donde haya disminución, poder
hacer el análisis de por qué hay menos casos ¿se ha modificado la
clasificación del delito en aras de disminuir la incidencia? ¿cuáles son
los “delitos” que pueden en realidad esconder estadísticamente los
casos de feminicidio?
De eso se ocupan las compañeras que no hacen numeralia sino que
analizan y monitorean los casos con una metodología construida a lo
largo de estos años y cuyo propósito es claramente la incidencia y la
transformación de la realidad para dialogar con las autoridades y buscar
los caminos para la eliminación de la violencia, garantizar el acceso a
la justicia y el ejercicio de la ciudadanía plena.
Creo que es el momento adecuado para hacer la distinción entre el
análisis y monitoreo del registro de los casos de feminicidio y las
numeralias abundantes que derivaron en los medios de comunicación y en
las redes, llegando a casos extremos de exhibir fotografías o detalles
de los casos con tintes morbosos y llenos de violencia simbólica contra
las mujeres asesinadas y las que estamos expuestas a esa información.
Hace ya algún tiempo, en esta misma columna, publiqué un resumen de
un análisis de la forma como los medios clasificaban la información de
feminicidio, en categorías no intencionales pero que sí eran manifiestas
en las coberturas periodísticas. En todas ellas predomina el sesgo
sexista y por supuesto la perpetuación de la violencia, la numeralia es
una categoría más con el uso propagandístico de la información del
feminicidio.
Para las que han hecho registro de feminicidio desde hace muchos
años, no son números ni crucecitas en un mapa, son nombres, son
historias de mujeres a las que se las puede recordar con detalles de lo
que vivían, con el rostro de sus familiares e hijos que les
sobrevivieron y que buscan justicia y están en la memoria muchas veces
–desafortunadamente- con la frustración de que no se alcanzó justicia
porque no se aplicó correctamente una cadena de custodia a las
evidencias.
Es el “registro” del caso cuyo agresor feminicida se encuentra libre
porque obtuvo un amparo a su favor por un sistema fallido, es el caso de
la abuelita que se tuvo que hacer cargo del hijo de la mujer asesinada
cuyo nombre se tiene presente. No, los casos de feminicidio no son
números que sirvan para inflar las ventas de un periódico ni para
posicionarse como “tuitstar”. Cuando se sabe de qué va cada caso, no es
posible ni alcanza el corazón para eso.
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Campeche, Cam.-
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