El discurso
antiinmigrantes, la militarización de la frontera México-Estados Unidos,
la existencia en ésta del muro ya existente y el propósito de su total
ampliación, las redadas de indocumentados, las deportaciones de éstos y
zozobra permanente en que viven los trabajadores sin papeles
indudablemente tienen efectos disuasivos en el fenómeno migratorio. Pero
no tantos ni tan poderosos como para eliminarlo o reducirlo
significativamente.
Todo esto, obviamente, lo sabe el gobierno
de EU y concretamente Donald Trump. Es necesario, entonces, buscar la
verdadera razón que anima el último exabrupto del mandatario
estadounidense: el envío de la Guardia Nacional a la línea fronteriza
con México.
La hipótesis más plausible es que esa medida tenga
esencialmente el propósito de Trump de quedar bien con su base social y
electoral de notorios rasgos antiinmigrantes, xenófoba, supremacista,
ultrarreaccionaria e ignorante.
Si la hipótesis va bien
encaminada, no hay duda de que Trump se acaba de anotar otro éxito en
sus afanes por afianzarse en el poder y conseguir un segundo mandato
presidencial.
Al mismo tiempo Trump habrá logrado elevar
significativamente el costo en sufrimientos y muertes en las personas
que aspiran a sumarse al gran mercado laboral estadounidense. Pero
elevar estos costos no significa necesariamente conseguir una
disminución en el flujo migratorio hacia EU. Porque, como bien se sabe
desde hace dos siglos, la pura expectativa de obtener un empleo, un
ingreso económico y un relativo mejor nivel de vida en el lugar de
destino es razón más que suficiente para animar a millones de personas a
emprender la aventura del éxodo a la tierra prometida.
Por su
parte, la experiencia enseña que la única manera de frenar o atenuar ese
éxodo es la mejoría en las condiciones de vida en los países expulsores
de mano de obra. Y es obvio que en el caso mexicano no hay signos de
una mejoría. Más bien acontece lo contrario: cada día que pasa es mayor
el deterioro del nivel de vida de la inmensa mayoría de los mexicanos. Y
para ocultar este hecho evidente de poco sirve la publicidad oficial
que habla de progreso económico y mayor bienestar social.
De
modo que en la ecuación migratoria está plenamente asegurado el factor
oferta: millones de brazos dispuestos al éxodo. Y lo mismo puede
afirmarse del factor demanda: la agricultura, la industria y el sector
de los servicios estadounidenses requieren, a veces desesperadamente,
esa mano de obra barata que garantiza la viabilidad del negocio y la
obtención de mayores ganancias.
Incluso podría decirse que las
medidas antiinmigrantes pueden tener el efecto, buscado o espontáneo,
de incentivar la migración indocumentada. Porque al abaratar la fuerza
de trabajo migrante y aumentar de ese modo las ganancias patronales será
mayor la oferta de puestos de trabajo.
Frente a esta situación
de mayor o menor continuidad de la emigración hacia EU es muy poco, por
no decir nada, lo que puede hacer el gobierno mexicano. Salvo lo que ya
está haciendo: lloriquear, no hacer enojar al energúmeno rubio y
esperar que la medida no pase a mayores. Es decir: que, como siempre, la
realidad económica se imponga y que con altas y bajas el fenómeno
migratorio continúe más o menos inalterado.
Blog del autor: www.economiaypoliticahoy. wordpress.com
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