Jazz
Apesar de todo se mueve, y con buena salud; y cuando la salud le falla, el movimiento recurre a la obstinación y la necedad que le corren por las venas. Pero no para. Sin prisa pero sin pausa, las actividades se multiplican por todos lados.
En Baja California, y a iniciativa de Pedro Ochoa, director del Centro Cultural Tijuana, ha visto la luz un sorprendente cedé bajo el título de Tino Contreras & Javier Bátiz, Live Session, una celebridad del jazz (Chihuahua, Chih., 1924) y una del rock & blues (Tijuana, BC, 1944) han unido talentos y veteranías para congregar la trilogía feroz del blues-jazz-rock (como la define Jorge García Ledesma).
Javier Bátiz graba cinco temas con su grupo, pero en el turno de Tino Contreras, Bátiz se suma a la banda y así, por primera vez, escuchamos al guitarrista en los modos del jazz, con cinco temas del maestro Contreras y un standard: Misty. “Todos estamos muy contentos, porque hicimos un buen trabajo –comenta Tino–; te juro que te va a encantar, pocos trabajos han quedado tan bien”. El disco será presentado el próximo 23 de abril en la Fonoteca Nacional (Francisco Sosa 383, Coyoacán).
Otro de los grandes, Cris Lobo (que en algún tiempo conocíamos como Cristóbal López), se encuentra en plena postproducción de su primer disco con orquesta sinfónica y grupo de jazz. En 2016 el guitarrista logró que la Orquesta Juvenil Eduardo Mata de la Universidad Nacional Autónoma de México le estrenara algunas de sus obras clásicas, con arreglos de Juan Carlos García Amaro y bajo la dirección del maestro Gustavo Rivero Weber. Fue un concierto en el ex Palacio del Arzobispado y uno más en la sala Silvestre Revueltas.
“Hay una obra que se llama Kimochi, otras son La mar, Life –nos comenta Cris–. En fin; el caso es que felizmente mi música vio la luz en dos conciertos preciosos. Llevé un grupo de solistas que era un sueño que yo tenía; vino la flautista solista de la sinfónica de Londres, la maestra Marisa Canales aceptó venir a tocar conmigo. Fernando Mendoza está en la batería; Arturo Báez, en el contrabajo; mi hijo Kin, en guitarra acústica; Paloma Ruiz, hija de Víctor Ruiz Pazos, en la voz; César Olguín, en el bandoneón; Alex Mercado, en el piano; Jako González, en el saxofón alto y la flauta; Chucho López, en la trompeta y el flugelhorn. Es un proyecto maravilloso y estamos por sacar el disco.”
Telúricos y políticos, los temblores de los últimos tiempos han afectado a todo mundo. Por lo pronto, tres años después de su apertura y precisamente con un concierto de Cris Lobo, el Jazz Place tuvo que cerrar sus puertas a finales de febrero ante el latente recelo de la gente para reactivar su vida nocturna. “Después del temblor la audiencia bajó considerablemente, de manera dramática –comenta José Fernández, propietario y director artístico del lugar– y me resultó insostenible mantenerlo abierto. Teníamos noches de dos personas en el público con carteles importantes”.
Pero nos quedaba claro que uno de los clubes más intensos y comprometidos con esta música no podía desaparecer así como así, así que sin rodeos le preguntamos a José sobre una posible reapertura y no dudó un instante al contestar: Por supuesto, esto está en la sangre, ya no te puedes zafar de esto. Estoy juntando un capital para volver a empezar; espero no tardarme mucho. Ya estoy buscando un nuevo local, pues hubo gente a la que no le gustaba mucho ir a la Plaza de las Estrellas.
De igual forma, no ha abandonado su faceta de productor de discos ni sus tareas como promotor de conciertos. Su más reciente producción discográfica es Cuenta Conmigo, de Dannah Garay, y ya se está cocinando el nuevo cedé de Omar Garduño. Para el jazz en vivo, se está armando una gira de Daniel Wong por El Salvador. Ni hablar, no se puede parar; se trae en la sangre (continuará).
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