El
liberalismo es una doctrina filosófica con expresiones concretas en el
terreno político, económico y social, cuyos pilares fundamentales son la
libertad individual, la limitación del papel del Estado en la vida
civil y las relaciones económicas, la protección de la propiedad
privada, la igualdad ante la ley sustentada en el Estado de derecho, la
separación de poderes y la tolerancia de credos.Como tal, el liberalismo
es un sistema político esencialmente compatible con la
democracia republicana de tipo representativo.
Pero, también, el liberalismo nace en oposición al absolutismo, y se
inspira en las ideas de John Locke, considerado padre del liberalismo, y
de pensadores de la Ilustración como Montesquieu, Voltaire o Jean
Jacques Rousseau, así como de los británicos Adam Smith y John Stuart
Mill. Parte de un idealismo individual y en muchas ocasiones alejado de
la realidad.
Asimismo, el liberalismo no es de izquierda y pondera, por encima del
concepto de bien común, la libertad o los derechos individuales.
Y prueba de ello es la iniciativa presentada en el Senado de la
República, sobre los métodos de reproducción asistida, que intenta
consagrar el derecho a la maternidad y la paternidad como un derecho
humano, sin importar los medios, y que para cumplir con ese objetivo
incluye los vientres de alquiler o la maternidad subrogada. La
iniciativa está hoy radicada en la Comisión de Salud del Senado de la
República en espera de dictamen.
Pero cierto es que los vientres de alquiler se alimentan de las
mujeres pobres y sin tomar en cuenta que las niñas y niños tienen el
derecho inalienable que consagra la Convención de los Derechos de la
Niñez a conocer su origen y mantener relaciones con su progenitores.
Es por eso me pareció muy importante dar a conocer la posición de la
Coalición contra el Tráfico de Mujeres Internacional y, por tanto, de la
Organización que representó, respecto de los vientres de alquiler y que
suscribimos en junio de 2018 con líderes y activistas del movimiento
por la justicia de género, racial y económica.
Cualquier iniciativa de ley tendiente a legalizar los contratos para
la maternidad subrogada o vientres de alquiler y la industria
reproductiva subrogada son un atentado contra los derechos humanos de
las mujeres pobres, vulnerables y de las niñas y niños que tienen
derecho a conocer su origen y estar en contacto con sus madres y padres.
Nuestra oposición emerge de nuestra profunda preocupación por la
legalización de los contratos de subrogación.
Creemos que la industria de los vientres de alquiler y la maternidad
subrogada daña la salud física y psicológica de las mujeres más
vulnerables y marginalizadas, -mujeres en condición de pobreza que
desproporcionalmente tienen historias de abuso y discriminación,
incluyendo aquellas que se basan en género y etnicidad – y que
incentivan y liberan una industria despiadada para sacar provecho de su
explotación.
Podemos entender que quienes proponen la legalización de la industria
de la subrogación lo analizan desde el derecho de quienes no pueden
concebir y lo hacen porque tienen una trayectoria de lucha por los
derechos humanos de las mujeres, específicamente, en la lucha de los
derechos sexuales y reproductivos, del que han sido apasionadas
luchadoras y es un interés bien intencionado.
Pero creemos que hace falta contar con información integral sobre la
magnitud del daño que podría ocasionar que este tipo de propuestas de
ley se convirtieran en normas legales en las mujeres económicamente más
vulnerables. Estamos convencidas que esté tipo de leyes legitiman la
trata reproductiva de las mujeres, en beneficio de clases económicas
empoderadas y abre la puerta a la explotación masiva de mujeres en
embarazos de contrato impulsados por las personas consumidoras y, en
última instancia, convertirían los países en vías de desarrollo,
inclusive México, como un destino global para el turismo reproductivo.
La reproducción subrogada crea riesgos para la salud física y el
bienestar de las mujeres. La legalización y legitimación de las
sustitutas reproductivas socavan objetivos crucialmente importantes,
como abatir la mortalidad materna. Un informe reciente sobre 124 madres
sustitutas demostró que los embarazos sustitutos y los nacimientos
“tenían complicaciones obstétricas significativamente más altas”,
incluyendo diabetes gestacional, hipertensión, uso de la amniocentesis,
placenta previa, requisito antibiótico durante el trabajo previo, y la
cesárea. Estas estadísticas se traducen en embarazos de mayor riesgo y
estadías de hospitalización más largas tanto para las madres sustitutas
como para los recién nacidos, que enfrentan tasas más altas de parto
prematuro y bajo peso al nacer.
La relación entre la madre sustituta, que con frecuencia se encuentra
en una situación de necesidad económica y las madres y/o padres
sustitutos previstos, que típicamente son personas con medios económicos
considerables, se basa en la desigualdad brutal.
Aunque las legislaciones sobre contratos gestacionales supuestamente
proporcionan protecciones contra ciertos términos onerosos e invasivos
que se han impuesto a las mujeres en este tipo de contratos de vientres
de alquiler o contratos de vientres subrogados, como las restricciones a
la dieta, la presentación a las pruebas y las proscripciones en
relaciones sexuales, estas legislaciones no puede garantizar que tales
restricciones no serán utilizadas contra la mujer usada como sustituta,
por la (s) madre (s) y el padre o padres a quienes se le permite comprar
su póliza de seguro médico y pagar por su asistencia legal.
Los contratos de subrogación institucionalizan la mercantilización de
los cuerpos de las mujeres. Incluso el lenguaje de madres sustitutas y
gestacionales señala esta mercantilización de las mujeres, el embarazo y
la reproducción. La llamada sustituta se convierte en un instrumento
del deseo de los demás por las niñas y niños biológicos.
En el enrarecido mundo de los contratos de subrogación, el embarazo
que en condiciones habituales es una relación de la madre biológica con
el feto, se vuelve despojada de cualquier conexión en desarrollo entre
la madre biológica y la niña o niño nacer. De hecho, esta relación
normal está mal vista, se interpreta como interferir con los derechos de
las personas contratantes, porque la madre gestacional está obligada a
entregar a la niña o niño recién nacido. La función principal de las
mujeres utilizadas como madres sustitutas es la de producir una niña o
niño para las personas contratantes y no desarrollar ninguna relación
con la niña o niño que se pretende. Se le alienta a decirse a sí misma
que no es la madre de esta niña o niño en desarrollo y esencialmente es
tratada como una criadora para otros. Los vientres de las mujeres se
convierten en meras incubadoras.
En casi todos los países del mundo, las personas no pueden vender
legalmente sus órganos. Se reconoce que la venta de órganos, incluso con
disposiciones reglamentarias, puede crear un mercado floreciente e
invitar a corredores sin escrúpulos cuyo objetivo es obtener beneficios
financieros y aprovecharse de aquellas cuyos cuerpos se utilizan. Las
más pobres, las más desfavorecidas, son las que pagan el mayor precio.
Al igual que con quienes argumentan en contra de la legalidad de los
arreglos de venta de órganos, argumentamos que sin embargo los contratos
de madres sustitutas están regulados, los arreglos sustitutos nunca
pueden ser éticos porque siempre atacarán y perjudicarán a las mujeres
más vulnerables.
El marco de política de la Unión Europea para combatir la violencia
contra las mujeres exhorta a todos los países miembros a “reconocer el
grave problema de los vientres subrogados, que constituye una
explotación del cuerpo femenino y de sus órganos reproductivos”. También
subraya que “las mujeres y las niñas y niños están sujetos a las mismas
formas de explotación, que ambos pueden considerarse productos básicos
en el mercado reproductivo internacional, y que estos nuevos arreglos
reproductivos, como los sustitutos, aumentan la trata de las mujeres,
niñas y niños”.
Los vientres de las mujeres son un gran negocio. Las leyes,
reglamentos y contratos protegen abrumadoramente a las personas que
tienen dinero, no a las que lo necesitan. Inclusive, en España se han
hecho estudios sobre el daño psicológico en las niñas y niños producto
de la subrogación de vientres, lo mismo que del daño en las madres
gestantes sustitutas.
Y yo me pregunto por qué tienen que estar siempre implicados en los
negocios millonarios la sexualidad y la capacidad reproductiva de las
mujeres. Una muestra más del poder del patriarcado para continuar
controlando las vidas y la sexualidad de las mujeres y toda la violencia
que esto entraña.
*Directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y
Niñas en América Latina y el Caribe, (CATWLAC por sus siglas en inglés).
Twitter: @CATWLACDIR
Facebook: @CATWLAC
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Teresa C. Ulloa Ziáurriz*
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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