Decía
recientemente Rosa Cobo Bedia en sus redes sociales que "La derecha
esta vez va por todas y ha elegido al feminismo como el primer objetivo a
abatir". Sencillamente puso palabras a mis pensamientos.
También Sylviane Dahan acertó poniendo nombre a mis pensamientos
cuando en la presentación del manifiesto "La paz de las mujeres" habló
de que "Sin haberse declarado formalmente estamos en una clara guerra
contra las mujeres por parte del patriarcado y que se libra en todo el
mundo para mantener la dominación masculina sobre las mujeres."
En ambas expresiones se puede resumir lo que estamos viviendo estas
últimas semanas. Porque al capitalismo neoliberal que utiliza los
cuerpos de las mujeres como materia prima para comerciar con ellos en la
prostitución y los vientres de alquiler, ahora se han unido sin ningún
pudor las derechas políticas que abogan por eliminar la igualdad entre
mujeres y hombres como amplio concepto político.
Exigir la eliminación de recursos económicos contra las violencias
machistas es, en sí mismo, expresar la supremacía de los hombres a poder
actuar como les venga en gana contra las mujeres sin consecuencias.
Incluso violarlas y matarlas sin apenas consecuencias judiciales como ya
estamos comenzando a ver. Pero que además sea una condición para forzar
un cambio de gobierno es, sencillamente, deleznable.
Y si esta situación es, en sí misma ya miserable y de poca catadura
moral, todavía peor lo es el hecho de querer gobernar a partir de esa
condición previa, puesto que demuestra que nada importa con tal de
llegar al gobierno.
A las mujeres nunca nos ha ido bien cuando han gobernado las
derechas, pero es que ahora nos están advirtiendo que directamente van
por nosotras.
La brutal reacción patriarcal que han tenido frente a la explosión de
feminismo que vivimos en la pasada huelga del 8M sólo puede ser
combatida con más feminismo. Y este año recién nacido lo hemos de
aprovechar para combatir a esa gente a quien nuestras vidas y nuestra
seguridad no les importa nada.
Si al final se acaba formando gobierno en Andalucía se estará
enviando un claro mensaje a las mujeres y las niñas: Vuestra seguridad y
vuestras vidas no tiene valor para nosotros. Son, sólo, monedas de
cambio con las que negociar un gobierno.
Y yo me pregunto ¿Cómo pretenden gobernar de espaldas a la mitad de
la población que somos las mujeres? La peor cara de la derecha ha sido
mostrada en Andalucía y los tres líderes políticos han de valorar que en
mayo volvemos a las urnas pero que antes está de nuevo, la convocatoria
de otra huelga feminista para el próximo 8 de marzo.
Pero hemos de recordar que tanto el PP como Ciudadanos votaron en el
Congreso el “Pacto de Estado contra la Violencia de Género”, con lo cual
(y de nuevo) están incumpliendo su propia ética política al aceptar
estas imposiciones por parte del tercer partido para poder formar
gobierno.
Tampoco podemos olvidar que el candidato del PP, Juanma Moreno
Bonilla, fue el Secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad
entre 2011 y 2014, parte de la primera legislatura de Rajoy. ¿Acaso no
aprendió nada durante aquella etapa? Bueno sí que aprendió algo y que,
por lo visto ahora le va a venir de lujo: aprendió a desmantelar y
recortar todo lo que previamente se había conseguido en formación y
sensibilización contra la violencia de género.
También conviene recordar que hasta hace unos meses los de Ciudadanos
que ahora compiten también por gobernar con la derecha andaluza
estuvieron dando su apoyo al PSOE en Andalucía para que siguiera
gobernando Susana Díaz. Pero de esta formación política cabe esperar de
todo. Con tal de hacerse visibles son capaces de olvidarse de su ética
política y de girar constantemente a la derecha para así intentar
mimetizarse con todo ese espectro de ranciedad y conservadurismo.
Si, como afirma Rosa Cobo, van por todas e intentando abatir al
feminismo creen que van a poder volver a dominar a las mujeres, me
permito recordarles que, entre los logros del feminismo actual, está
haber hecho caer a Ruíz Gallardón cuando intentó cambiar a peor la ley
del aborto.
También me permito recordarles a esta pandilla derechona que en el
feminismo no estamos cuatro locas o feminazis como les gusta llamarnos.
Somos muchas e incluso cada vez más muchos que, al menos ya saben
distinguir entre la violencia de género y la violencia doméstica. Que
sabemos y podemos organizarnos masivamente y hemos dado muestras en los
últimos años con las movilizaciones de “El tren de la libertad” en 2014
que le costó el cargo a Ruíz Gallardón, el 7N en 2015 en el que se
exigía un Pacto Estatal contra la Violencia de Género y que llevó a
Rajoy a atrasar unas elecciones generales hasta un 20 de diciembre,
justo en vísperas de Navidades y el pasado 8 de marzo con una
multitudinaria huelga feminista que sorprendió a propios y extraños y
que se convirtió en referente mundial.
Sabemos y queremos organizarnos para pararle los pies a quien pretende recortarnos más derechos a las mujeres.
Y estoy segura que la huelga de este año, con mayor motivo, será una
demostración de fuerza de cara a las elecciones europeas, municipales y
autonómicas de mayo.
Pueden pactar un gobierno desde la ética, pero no con base en más
recortes sobre más de la mitad de la población, porque lo que ahora
pueden ver como un éxito no tardará en ser un fracaso y una demostración
más de su catadura moral.
Quedarán retratados para la posteridad como los miserables que no
tuvieron ningún pudor en cambiar derechos de las mujeres por poder
político puntual.
Desde el feminismo nos encargaremos de recordarlo a generaciones
venideras. Porque tenemos memoria y sabemos lo que nos ocurre a las
mujeres cuando se pretende recortar nuestros derechos de ciudadanía y
nuestros derechos como humanas a tener y vivir una vida digna y libre de
violencias y de miedos.
Porque su discurso del miedo es antidemocrático y no nos sirve para
mejorar esta democracia que, sin las mujeres, no será nunca una
democracia de calidad.
*Corresponsal, España. Comunicadora de Ontinyent
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Teresa Mollá Castells*
Cimacnoticias | Ontinyent, Esp.-
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