El
gobierno de López Obrador se puso la meta de recuperar a Petróleos
Mexicanos (PEMEX) como una empresa productiva, que pueda mejorar las
condiciones de vida de los mexicanos. Para realizar esta labor, Octavio
Romero, el director general de PEMEX, indicó que la producción de
petróleo continuará aumentando en la presentación del plan de negocios.
Además, una verdadera transformación debe involucrar la erradicación de
la corrupción, la concreción de nuevos términos en los contratos con las
empresas extranjeras y la reducción del elevado endeudamiento.
Por un lado, la caída de la producción petrolera pudo detenerse
al mantenerse en 1.7 millones de barriles diarios en el año en curso.
Con el cambio de estrategia, PEMEX comenzó a explotar nuevos yacimientos
como el gran campo Ixachi; aparte de que aumentó la inversión en la
exploración de campos petroleros en el sureste del país para explotar
nuevos yacimientos en el futuro. El objetivo es alcanzar una producción
de 2.4 millones de barriles de crudo diarios para el final de la
administración de López Obrador de acuerdo con el plan de nación.
Por lo tanto, la importación de petróleo proveniente de Estados Unidos desapareció
en un corto tiempo. La compra de petróleo puso en riesgo la seguridad
nacional pues el abastecimiento de crudo a las gasolineras habría
dependido de la provisión por parte de las compañías petroleras de
Estados Unidos. Además, el costo del crudo habría estado determinado por
los precios establecidos por las empresas trasnacionales donde el
gobierno mexicano habría perdido su margen de maniobra para estabilizar
las alzas del precio del crudo que impactan fuertemente sobre el poder
adquisitivo de las familias.
Por
otro lado, la empresa destinaba alrededor de la mitad de sus ingresos
para el presupuesto federal, factor que había imposibilitado apuntalar
la inversión durante varias décadas. Con el fin de cambiar esta
situación, el gobierno reducirá la carga
fiscal de la compañía estatal por un monto de 128,000 millones de pesos
en los dos próximos años; aparte de que incrementará sus recursos por
medio del aumento de su presupuesto y la venta de gasolina con la
construcción de la refinería Dos Bocas. Así la empresa petrolera tendrá
un balance financiero positivo en tres años; con lo cual, tendrá
recursos suficientes para pagar su deuda y financiar programas de
desarrollo.
Entre los
objetivos de incrementar la producción petrolera está apuntalar la
soberanía energética en cuanto a la producción de gasolina, pues la
gasolina proviene principalmente de Estados Unidos. Para el final del
sexenio, PEMEX producirá un 70% de la gasolina consumida a nivel
nacional; que implicará ahorrar una parte del gasto de 18,966 millones
de dólares para la compra de gasolina cada año. Esta pérdida de divisas
ha impedido ocupar esa cantidad de dólares para programas de inversión
que apoyen la industrialización. En lugar de comprar gasolina, la
compañía ahora generará ingresos para convertirse en una palanca de
desarrollo.
En caso de
conseguir esta producción de gasolina, las gasolineras de PEMEX
competirán con las estaciones establecidas por varias compañías como
Shell, British Petroleum y Exxon Mobil. En los próximos años, las
gasolineras de estas compañías continuarían abasteciéndose del petróleo
refinado de sus plantas en Estados Unidos, mientras que las gasolineras
de PEMEX comprarán la gasolina producida por ella misma. Por lo tanto,
la recuperación de la empresa depende de la producción de gasolina a
precios competitivos que de forma inevitable afectará los negocios de
las compañías multinacionales.
Por
otra parte, el incremento de la producción de petróleo requiere que las
empresas trasnacionales exploten los yacimientos otorgados por el
gobierno precedente. Después de la aprobación de la reforma energética
en 2013, las compañías recibieron
ciento siete contratos para la extracción de petróleo; con lo cual, la
inversión llegaría a raudales para explotar los yacimientos. Asimismo,
estos contratos otorgaban la mayor parte de la renta petrolera a las
empresas extranjeras; incluían la explotación de yacimientos por medio
de la técnica de fracking; y permitían demandar al gobierno en tribunales internacionales en caso de incumplir los compromisos
Con
la justificación de que la inversión nunca llegó, el presidente López
Obrador anunció que cancelaría las rondas de licitación que habrían
entregado más campos petroleros en el inicio de este año. En respuesta,
la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos, compuesta por las
empresas extranjeras, anunció que el gobierno debía reconsiderar la
decisión de suspender las rondas de licitación de los campos petroleros.
En un comunicado, la asociación expresó el compromiso de las empresas de incrementar la producción de petróleo, que pasaría de 31,000 a 280,000 barriles diarios entre 2019 y 2027.
Cabe destacar que los pozos que están siendo explotados tienen reservas
petroleras disponibles para los próximos ocho años. Esta administración
acertó en incrementar los recursos de PEMEX para la exploración de
campos que aumentarán la cantidad de reservas disponibles para
satisfacer el consumo nacional y la exportación de crudo en el futuro.
Al cabo de esos ocho años, la empresa podrá quitarse el yugo de las
compañías extranjeras porque tendrá la posibilidad de explotar los
yacimientos bajo nuevos contratos con la iniciativa privada, que
maximicen la renta petrolera para el presupuesto federal.
El
incremento de la producción petrolera resulta crucial para que la
empresa pueda hacer frente a los pagos de deuda. Para dar algunas cifras
de esta pesada carga financiera, PEMEX pagará alrededor de 100,000
millones de pesos de forma anual durante cinco años; en el cual la mayor
parte del excedente del ingreso se destinará para el pago de la deuda. A
partir de 2025, los pagos de deuda comenzarán a disminuir gradualmente
por lo que la empresa tendrá más recursos para aumentar la inversión con
sus propios recursos. Como el gobierno reducirá únicamente la carga
fiscal por dos años, el incremento de la producción petrolera apuntalará
los ingresos de la compañía para que pueda cumplir con sus obligaciones
financieras.
Las calificadoras internacionales como Fitch bajaron
la nota de PEMEX de BBB- a BB a mediados de este año, situación que
desalentará la inversión extranjera en el sector petrolero. Según las
calificadoras, la reducción de la nota se debió a que los planes del
gobierno no son creíbles para llevar a cabo la recuperación de la
empresa. Sin embargo, las calificadoras no redujeron la nota cuando la
producción de petróleo tocó mínimos históricos durante la administración
de Enrique Peña Nieto. De lo anterior concluimos que la reducción la
calificación más bien representó un ataque en contra del cambio de la
política en el sector energético.
En
cuanto a otros sectores, el gobierno planea apoyar la petroquímica
considerando que produce una variedad de compuestos químicos para la
producción de ropa, plástico, fertilizantes, llantas, entre otros
productos. Por producir productos con mayor valor agregado, la
recuperación de esta industria generaría una gran cantidad de empleos
bien remunerados ya que se articularía con empresas de sectores
importantes como el automotriz, el textil y los electrónicos. Para
rehabilitar la petroquímica, la inversión tendría que impulsarse de
forma significativa para levantar a las plantas abandonadas que ya
dejaron de producir para el consumo nacional.
El pasado mes de julio, el presidente López Obrador sostuvo
una reunión con empresarios con quienes pactó la exclusividad de la
petroquímica para el sector privado, pero reservando los complejos de
Cangrejera y Pajaritos para la inversión pública. Por el momento, el
gobierno apoyará únicamente la inversión para la producción de amoniaco,
etileno y aromáticos. Con el elevado endeudamiento, PEMEX no podrá
levantar la industria petroquímica en el corto plazo ya que no tiene los
recursos necesarios para reactivar la operación de las plantas
instaladas.
En conclusión,
el gobierno de la cuarta transformación está tratando de recuperar la
soberanía energética en un contexto adverso con un mal funcionamiento de
la empresa, una deuda colosal y una montaña de contratos impregnados de
corrupción. Al término del sexenio, los cambios del funcionamiento de
PEMEX deben poner los cimientos para que el sector energético se
convierta en una palanca para la industrialización.
-Ulises Noyola Rodríguez es colaborador del Centro de Investigación sobre la Globalización.
https://www.alainet.org/es/articulo/201480
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