Hasta ahora, las constantes
promesas de inversión de la cúpula empresarial, especialmente la
militante en el Consejo Mexicano de Negocios, no han trascendido el
discurso, como lo confirma el más fresco informe temático del Inegi, el
cual advierte que
el gasto de las empresas en maquinaria, equipo y construcción, que refleja el comportamiento de la inversión privada en bienes utilizados en los procesos productivos, se desplomó a una tasa anual de 6.9 por ciento durante mayo de 2019, para ubicarse en niveles mínimos desde julio de 2014; en la variación mensual, la caída fue de 2.7 por ciento.
El citado no es un resultado novedoso, porque, como lo ha documentado
el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico
(IDIC), la desaceleración de la inversión productiva es una de las
herencias que recibió la administración de López Obrador, y sus bajos
niveles no resultan coyunturales, sino que reflejan un problema
sistémico generado desde hace casi cuatro décadas y exacerbado en años
recientes.
La información del IDIC revela que entre 1980 y 1989 la inversión
pública disminuyó a la mitad en términos reales, siempre en aras de
ceder espacios al capital privado; entre 1993 y 2015 la variación fue
negativa a una tasa anual promedio de -0.1 por ciento, y hoy se invierte
no sólo menos que en 1993, sino la mitad de la realizada en 1980.
Por el lado de la inversión privada, advierte el citado instituto, el
balance no es distinto: entre 1980 y 1989 no creció en términos reales,
y si bien se registró una recuperación en la década de los 90 (aumento
de 10 por ciento en promedio anual, aunque buena parte de ella fue
consecuencia de la venta de los bienes de la nación), en la primera
década del nuevo milenio volvió a caer.
Y desde entonces, cuando menos, la citada cúpula todos los años
promete multimillonarias inversiones que nunca realiza, cuando menos no
en las proporciones ofrecidas, de tal suerte que con ese comportamiento
difícilmente México crecerá más allá del lamentable 2 por ciento de los
últimos 36 años.
En vía de mientras, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de
la Cámara de Diputados detalla que la inversión fija bruta se deterioró
y cayó 7.41 por ciento en mayo de 2019, contra un aumento de 9.55 por
ciento en el mismo mes de 2018; dicha reducción no fue tan profunda como
lo anticipaba el consenso de analistas, que preveía un descenso de 9.6
por ciento.
La disminución de la inversión se explicó por el menoscabo de la
inversión en maquinaria y equipo, y en la construcción; si bien, la
tendencia de la inversión en construcción es a la baja, la de maquinaria
y equipo pareciera revertir su tendencia negativa y comenzará a
recuperarse. Bajo este tenor, el Indicador de la Confianza Empresarial
(ICE) se redujo; en julio de 2019 se situó en 99.96 puntos y disminuyó
0.26, registrando cinco periodos de bajas consecutivas.
Además, el ICE, en su componente sobre el momento adecuado para
invertir, tuvo cambios negativos. En el caso del sector manufacturero
disminuyó 1.8 puntos al situarse en 42.52 puntos; en el sector comercio
bajó 0.54, ubicándose en 33.96; en el sector de la construcción se
deterioró 2.69 al colocarse en 23.39, por lo que se esperaría que no
avance la inversión en este sector. Por último, en el sector servicios
privados no financieros también descendió el indicador 1.94 y finalizó
en 31.25.
De acuerdo con la Encuesta de las Expectativas de los Especialistas
en Economía del Sector Privado de julio de 2019 recabada por el BdeM, el
ánimo para invertir se deterioró: solo 6 por ciento de los encuestados
contempló que es buen momento para efectuar inversiones.
Las rebanadas del pastel
Se cumplen cinco años del
peor desastre ambiental de la industria minera del país(Semarnat dixit) y los responsables –el tóxico Germán Larrea y su Grupo México– se mantienen impunes y las autoridades omisas, mientras la población y las zonas afectadas de los ríos Sonora y Bacanuchi pagan las consecuencias. ¿Hasta cuándo?
Twitter: @cafevega
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