Evitar una verdadera transformación
Fragua
Los empresarios
nunca pierden, son como los camaleones, se adaptan a los cambios de las
circunstancias políticas y económicas para garantizar sus ganancias de
millones de dólares día con día.
No debemos olvidar que antes de
la victoria del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO),
los empresarios agrupados en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y
en el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) fueron los autores
intelectuales y quienes financiaron la campaña de mentiras contra la
persona que nos presentaban como “un peligro para México”.
Sin
embargo, AMLO ganó las elecciones muy a su pesar, y muy a su pesar
decidieron no impulsar un fraude, rumiaron su aparente derrota e
iniciaron su ofensiva para no perder ningún privilegio.
A casi
ocho meses del gobierno de AMLO varios analistas consideran que lo que
llaman “derecha” o los conservadores reaccionarios están desorganizados
porque sus partidos están en declive, el Partido Revolucionario
Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Verde
Ecologista de México (PVEM), el Partido de la Revolución Democrática
(PRD), todos han perdido fuerza y aparentemente no tienen una cabeza
visible capaz de organizar e impulsar una marcha de repudio a AMLO de
más de dos mil personas.
Esos analistas cometen un gran error:
los empresarios, la burguesía se ha deshecho de los colores que le
estorban, ha dejado de lado por el momento a los ejecutores
desprestigiados de su política económica, y ha retomado el diálogo con
el gobierno de manera directa.
Los empresarios se han vestido
del color del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y
¿cómo no hacerlo si lejos de ser investigados, juzgados y sancionados
por saquear nuestro país y explotar al pueblo, reciben nuevas
oportunidades de mantenerse millonarios?
El 23 de julio AMLO se
reunió con Carlos Salazar Lomelín, representante del CCE, y con el
presidente del CMN Antonio del Valle Perochena, para acordar las reglas
básicas que deberán cumplir los empresarios para invertir en el sector
energético del país. A partir de este acuerdo, según información de
algunos medios de comunicación, la inversión en petroquímica será
privada, excepto en La Cangrejera y Pajaritos, donde habrá inversión
pública. Sin embargo, esto no significa que los empresarios privados no
puedan invertir en gas y en electricidad.
¿Por qué deberían estar enojados los empresarios con AMLO si los deja seguir manteniendo sus ganancias?
¿Para qué necesitan intermediarios si ellos directamente arreglan sus
negocios?, ¿si además del CCE y el CMN, tienen a otros integrantes de
sus organizaciones empresariales en el Consejo Asesor Empresarial de
AMLO? Ricardo Salinas Pliego, Miguel Alemán Magnani, Carlos Hank
González y Olegario Vázquez Aldir son los empresarios que forman parte
de ese consejo, sin olvidar al empresario Alfonso Romo, jefe de la
oficina del presidente.
El argumento es que no hay dinero
público, es decir, del pueblo, para invertir en el sector energético y
por eso el 25 de junio AMLO declaró que se necesitaba la inversión
privada. Pero ¿no acaso fueron los empresarios privados los que
desmantelaron el sector y se beneficiaron de esa acción en 36 años de
neoliberalismo?
Mantener los privilegios de los empresarios en
vez de arrebatarles sus ganancias manchadas de la sangre del pueblo es
como pedirle un favor al verdugo, en lugar de deshacerse de él.
La burguesía, los empresarios, no pierden, y ahora retoman el discurso
de lograr la soberanía energética para beneficiarse por encima de las
empresas extranjeras, pero no para que el pueblo trabajador recupere la
soberanía sobre sus recursos naturales.
Ésa es la gran diferencia entre la concepción socialista y democrática de soberanía, y la concepción capitalista de la misma.
Para los socialistas soberanía energética significa que el pueblo,
obreros, campesinos, profesionistas, tengan el control de la explotación
de sus recursos; para los burgueses en este momento soberanía significa
que ellos puedan garantizar la inversión privada en la explotación de
los recursos, por encima de las compañías internacionales, con las
cuales tienen acuerdos y de las cuales son socias.
El carácter
de la clase burguesa trasnacional en nuestro país no ha cambiado: es
antipopular, reaccionaria y antiproletaria; puede ceder frente a un
gobierno que, sin lesionar sus intereses más profundos, limita ciertos
aspectos de sus ambiciones, pero siempre garantizará sus riquezas y su
posición dominante en la sociedad, mediante el control de los grandes
medios de producción.
Al movimiento popular independiente nos
toca arrancar las máscaras de la burguesía por medio de la agitación, la
propaganda y la organización; nos toca explicar pacientemente al pueblo
las trampas que la burguesía nos tiende para engañarnos y hacernos
pensar como burgueses sin serlo y alegrarnos por las migajas que nos
dan.
Nos toca ser audaces y llegar al oído del pueblo más
atrasado en su conciencia política y ser la alternativa para el pueblo
que se da cuenta de la trampa y busca organizarse.
La soberanía
de la nación reside en el pueblo oprimido y explotado, no en la
inversión de los empresarios burgueses autores, ejecutores y
beneficiarios de la política económica neoliberal. Así como AMLO
manifestó que el Fondo Monetario Internacional (FMI) debería pedir
disculpas al pueblo de México por más de 36 años de neoliberalismo, así
debería pedirles a los empresarios mexicanos que se disculparan con el
pueblo por la larga noche de terror y crisis económica en que nos
mantienen, en vez de premiarlos.
¡Acabar con el neoliberalismo de raíz; construir el socialismo!
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