8/04/2019

Las Universidades para el Bienestar emprenden fase de infraestructura

Presupuesto de mil millones de pesos
Construcciones sencillas, pero profesionales
Estos alumnos sobreviven a muchas frustraciones, indica Raquel Sosa
Destaca el respaldo de los pueblos

▲ Raquel Sosa Elízaga, coordinadora general de las UBBJ, subraya que este proyecto está enraizado firmemente en los pueblos, en sus necesidades y problemas, por lo que ha sido apoyado por los lugareños.
Con más de 15 mil alumnos en todo el país, en su mayoría en municipios de alta y muy alta marginación, el Programa de Universidades para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJ), que desde el pasado 31 de julio es un organismo descentralizado, con personalidad jurídica, patrimonio propio, autonomía técnica y de gestión, iniciará una nueva fase de consolidación con la primera etapa de construcción de sus planteles, en los que atenderá, en cada uno, a un máximo de mil 600 jóvenes.
En entrevista con La Jornada, Raquel Sosa Elízaga, coordinadora general de las UBBJ, explica que se prevé la rehabilitación de entre 15 y 18 espacios construidos o parcialmente edificados, pero el resto (se planea tener cien planteles) sí son construcciones nuevas, un desafío que reconoce es enorme, pero que, además del apoyo de dependencias federales, autoridades estatales y municipales, cuenta con la solidaridad de las comunidades donde se han instalado. Se trata de un proyecto enraizado firmemente en los pueblos, en sus necesidades y problemas.
Con una plantilla de 800 docentes, elegidos de entre 36 mil aspirantes de todo el país, destaca que las UBBJ cuentan ya con 37 carreras diseñadas con pertinencia social y cultural. Con pequeñas variaciones, agrega, se pueden aplicar en diferentes zonas del país, como ocurre con la licenciatura de patrimonio histórico, cultural y natural, que se imparte en la comunidad de Tlaltizapán, Morelos, con tradición náhuatl, y que con adecuaciones se aplicará en Tihosuco, Quintana Roo, cuna de la guerra de castas en la península de Yucatán.
Valiosa colaboración
Sosa Elízaga, quien recibirá la próxima semana su nombramiento oficial como coordinadora general de las UBBJ, suscrito por el presidente Andrés Manuel López Obrador, previo a la instalación de su órgano de gobierno, afirma que el apoyo más importante y conmovedor que hemos tenido es el de las comunidades.
La donación masiva de terrenos y de bienes comunales, de comisariados ejidales y de los propios ayuntamientos, asegura, ha sido extraordinaria, una colaboración inmensa. Y desde luego, la participación viva de la gente, que también ha recibido a los jóvenes en sus casas para que puedan iniciar sus estudios profesionales; ya hasta se autodenominan tutores de los muchachos.
Como ejemplo, cita la labor de campesinos de Xochistlahuaca, Guerrero, quienes realizaron el desmonte del terreno donde se edificará su universidad, como una aportación de trabajo colectivo para el beneficio de los estudiantes y de sus comunidades.
En cuanto a la respuesta de los jóvenes al programa de las UBBJ, afirma que ha sido entusiasta.
“Hemos podido demostrar algo que es fuera de toda norma, de los especialistas y todo el menosprecio que han mostrado algunas personas que no conocen lo que estamos haciendo, porque estos muchachos no son los estudiantes tradicionales que llegan del bachillerato a la universidad, no todos tienen entre 18 y 19 años. La mayoría van de los 22 a 28 años en un 80 por ciento de los casos. Son jóvenes que trabajan y han formado familias con hijos pequeños.
Creo que podemos llamar a esos jóvenes resistentes o sobrevivientes a muchas frustraciones, incluso al desprecio hacia quienes provienen de lugares muy pobres o muy alejados sin acceso a servicios y mucho menos a la posibilidad de estudiar, pero su entusiasmo y creatividad supera todas las expectativas, subraya.
Además, tienen todas las posibilidades de vincular lo que estudian con la práctica, porque están unas horas en las aulas y otras trabajando en las comunidades y en su familiarización con sus necesidades.
Con 45 años de experiencia docente en aulas universitarias, Sosa Elízaga destaca que desde los primeros meses de su formación los alumnos se dedican a construir un contacto directo con los problemas que buscan solucionar, lo que no ocurre en otras instituciones de educación superior.
En San Fernando, Tamaulipas, donde se imparte la carrera de desarrollo sustentable, apunta, los alumnos trabajan en colaboración con la comunidad de pescadores para tratar de dar solución al grave problema de contaminación de su laguna madre.
Los desafíos para atender a jóvenes que no cuentan con oportunidades para cursar una formación superior son múltiples, reconoce. Entre ellos, enfrentar limitaciones para acceder a espacios físicos. Por ello, hemos acudido a la solidaridad local en escuelas de secundaria o de bachillerato de la Secretaría de Educación Pública, porque no hemos iniciado la construcción de los planteles, tarea que, dijo, iniciará a la brevedad, pues el plazo de construcción de la primera fase no es mayor a ocho semanas.
Ya tenemos la clave presupuestal. Los recursos no se han usado, el presupuesto de mil millones está ahí, y espero que la próxima semana podamos concluir el proceso, una vez que cumplimos con todos los requerimientos y marcos legales que planteó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. En los próximos días, en la reunión inicial de nuestro órgano de gobierno, se tendrán que aprobar todos los documentos, que ya fueron entregados a las dependencias correspondientes.
A partir de ahí, explica, es un proceso que debe ser muy rápido, porque son construcciones pequeñas, hechas en módulos, que en su primera fase de edificación buscan albergar a 320 estudiantes. Destaca que en 22 planteles ya se rebasó la matrícula, por lo que en este ciclo escolar vamos a tener que construir más escuelas con capacidad para 900 alumnos.
Los planteles contarán con construcciones sencillas, comunitarias, pero hechas muy profesionalmente con todos los elementos de seguridad estructural y con ecotecnias, en las que se emplearán materiales y mano de obra de las propias comunidades, donde ya se han instalado sus comisiones de administración y supervisión de las obras.
En cuanto al futuro de las UBBJ, Sosa Elízaga confía en mantener un programa sin estructuras rígidas, sino flexibles, abiertas, inclusivas, en donde la comunidad forme parte del programa educativo y donde los conocimientos que se puedan generar den lugar a prácticas que atiendan los problemas de las propias comunidades.
Foto Roberto García Ortiz
Laura Poy Solano
Periódico La Jornada

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