Jazz
Antonio Malacara
▲ En Brookly, el saxofonista Elijah Herring toca con el tecladista Kenny
Barron y el contrabajista Dan Loomis durante la presentación Haz
música, en el parque vecinal Ditmas. Durante la actividad hubo recitales
de jazz, rock y música clásica en cocheras, balcones y avenidas.Foto Ap
Aunque sea una obviedad, habrá
que decir que económica y anímicamente los músicos están entre los más
afectados por la epidemia; y entre ellos, ni hablar, los jazzistas se
han llevado dos o tres zapes extra. Y no porque nadar a contracorriente
sea una absurda costumbre en el andar del jazz nacional, pues la
ausencia de conciertos y de chamba en general no deja de tener fuertes
consecuencias en el ser y en el estar de la banda.
En algún momento, el recurso del streaming pareciera servir
de atenuante, con los conciertos y las presentaciones en línea
multiplicándose aquí y allá; no obstante, siempre hará falta la
retroalimentación directa entre músicos y públicos, el aplauso festivo
después de un buen solo, la ovación retumbante ante un magistral
despliegue de creatividad o bien esa silente e intensísima vibración de
la audiencia que suele subir al escenario para envolver a los músicos y
arrancarles el ánima y multiplicarles el ánimo… el streaming es una buena alternativa en estos tiempos de insana distancia.
Entre las diferentes propuestas en línea, la de Pitayo Music aparecen
con fuerza desde hace varias semanas, y Juan Pablo Aispuro, director
del proyecto, no deja de trabajar un instante para afianzar la oferta.
Después de terminar sus estudios de composición, producción y contrabajo
en París, Juan Pablo regresa a México y construye La Casa del Árbol,
estudio de grabación que se afianzó en poco tiempo para convertirse
después en Pitayo Music, empresa disquera especializada en jazz, y
ahora, en productora de conciertos.
Hasta el momento, Pitayo ha lanzado cuatro conciertos desde las
nubes, alcanzando ya la venta de más de 100 boletos por presentación.
Por ahí han pasado Alex Mercado, Flora Pasquet, Juanjo Gómez, Roberto
Verástegui, y para este 25 de junio, a partir de las 8 de la noche, se
anuncia un concierto de contrabajo y sax con Luri Molina y Diego Maroto.
“Los conciertos iban a ser en vivo en una terraza –nos cuenta Juan
Pablo–, pero cuando iba a ser el primero, empezó lo del coronavirus y se
terminó. Pero ahí está la necesidad de acercar los artistas a la
gente.”
–¿Inicias con Álex Mercado?
–Sí. Alex me habló y me propuso hacer un concierto en línea. Yo ya
estaba pensando en los de la realidad virtual y de inmediato le dije a
Alex que sí. Me puse a armar toda una plataforma en mi página de
Internet, hicimos el primer concierto y se vendieron 45 boletos. A Alex
le fue bien y a mí también.
“Vi que la fórmula podía funcionar. Creo que la gente va a pagar…
siguen pagando sus uber eats de 500 pesos y es a lo que le quiero
apostar. Pero tampoco iba a hablarles a los músicos para que vengan, se
arriesguen sin saber cuánto dinero voy a tener para ellos. Entonces me
acerqué a gente que sabe tejer entre redes, a El Zorro Supper Club, unos
estadunidenses que viven en la Ciudad de México y que por simple amor
al arte dedican parte de su tiempo a este proyecto, a armar un esquema
que funcione.
Con ellos logré asegurar el costo de mi producción y el pago a mis artistas. Es así como pude decirles a los músicos que hay mínimo mil 500 para cada quien. La tirada es no solamente ofrecer el concierto, sino ofrecer una paga justa a los artistas. No creo que porque sea en línea tenga que valer menos.
–¿Dónde se compran los boletos?
–Todo en pitayomusic.com. Ahí está la cartelera, ahí reservas tu boleto y consigues un link que llega a tu correo para ver la transmisión.
–Armaste además un fondo especial. ¿De qué se trata?
–Es una recuperación para la comunidad más cercana de Pitayo Music,
para los músicos que vienen mucho a grabar, como Aarón Cruz, Gabriel
Puentes, Benjamín García, Iraida Noriega… somos 22 músicos en total en
este pequeño fondo. Se puede donar directo al fondo desde la página de
Internet, pero en cada concierto, 50 por ciento de las ganancias se
dirige a ese fondo, y al término de cada mes les digo a todos:
Ahora se juntó tanto. Si lo dividimos nos toca tanto a cada quien; el que lo quiera retirar lo puede retirar, el que lo quiera dejar lo puede dejar. Podemos hacer esta otra iniciativa con este dinero que se guardó.Es un fondo para emergencias y para mantener la producción de esta pequeña comunidad que se está armando. Es como una pequeña caja de ahorros para todos.
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