que otorga el Alto Comisionado de las Naciones Unidas
México, 23 ago. 10. Desde Abajo/AmecoPress.
Una niña indígena, analfabeta y pobre, está sufriendo una segunda violación tumultuaria. La primera vez fue en abril de este año, cuando cuatro sujetos abusaron sexualmente de ella durante toda una noche. La segunda violación masiva es la que ha venido padeciendo por parte de personal de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Hidalgo (PGJH) en su intento por castigar a los culpables.
Un ejemplo de esto último ocurrió el pasado 7 de septiembre, cuando la psicóloga de la Subprocuraduría de Atención a la Familia y a la Víctima (SAFV) de la PGJH, intentó convencerla de que el acto de violencia sexual no había ocurrido.
Pero ni todos los insultos y cuestionamientos que la psicóloga gritaba tan cerca de su cara, le hicieron dudar sobre lo ocurrido la peor noche que ha vivido en sus catorce años de existencia.
El 28 de abril de 2009, en Cuautepec, Hidalgo, la niña indígena salió de trabajar de la casa en donde laboraba como empleada doméstica. Se dirigió hacia su hogar y al pasar por el mercado municipal, se encontró con su primo, quien bebía junto con otros tres jóvenes adentro de una zapatería.
Él la invitó a pasar. Ella rehusó, pero él la introdujo de un jalón en el negocio que para esas horas ya no daba servicio al público. La puerta de la cortina del comerció se cerró y esa noche sólo volvió a abrirse dos veces más. La primera de ellas para que, vigilada por sus violadores, la niña saliera tambaleándose a orinar, y fuera regresada por la fuerza al interior del negocio. La segunda ocasión, para que dos de los cuatro hombres la llevaran en vilo a lo que ella creía que nuevamente era necesidad de orinar, pero que resultó ser la sensación de quien tiene la vagina y el ano brutalmente desgarrados.
La puerta de la cortina no volvió a abrirse hasta las seis de la mañana del día siguiente, cuando los violadores por fin decidieron que era suficiente y dejaron ir a la niña, luego de amenazarla para que no denunciara el hecho, bajo promesas de dañarla a ella y a su familia, así como de mostrar el video que le habían tomado durante la violación tumultuaria.
Hija de indígenas serranos que hace varios años migraron hacia Cuautepec, y que a lo largo de su vida han recibido toda clase de violencia, la niña hizo lo que hasta entonces estaba acostumbrada a hacer: cerrar la boca y obedecer, tal como mandata su condición de mujer, pobre e indígena.
Como la pequeña en ocasiones se quedaba a dormir en el lugar donde trabaja, a su familia no le extrañó que esa noche no hubiera llegado. Lo que sí les sorprendió fue la profunda depresión en que la menor cayó durante los siguientes días. Luego de varios intentos, sus padres por fin lograron conocer la verdad.
La pareja de vendedores de hierbas en el mercado municipal, acudió junto con su hija a levantar la denuncia a la presidencia municipal de Cuautepec, el 1 de mayo de 2009. Demasiado tarde, porque uno de los violadores, muy cercano al alcalde, ya se les había adelantado.
Aún cuando en la presidencia de Cuautepec no se puede levantar un acta formal sobre este tipo de hechos, sino que debe acudirse a la vecina ciudad de Tulancingo, en la alcaldía les dijeron que el acta ya estaba levantada, que les llamarían cuando hubiera alguna novedad.
Con el transcurrir de los días, pese a la escasa instrucción y limitado manejo del idioma español de los padres, la familia de la niña decidió acudir a Tulancingo, en donde el Ministerio Público levantó la denuncia 18/HG/CAVI/142/2009 pero, sospechosamente, nada sucedía hasta que un periodista preguntó a José Alberto Rodríguez Calderón, procurador del estado, qué pasaba con la investigación. De Pachuca llamaron a Tulancingo y el caso comenzó a moverse.
Mientras tanto, en Cuatepec el clima se enrarecía. La niña sufría violencia verbal en las calles, al enfrentarse a los familiares de los violadores que la ofendían constantemente. Los locatarios del mercado donde ocurrió la violación, y donde también trabajan los padres de la niña, mantenían posturas confrontadas sobre el caso, aunque la mayoría se solidarizaba con la hija del los vendedores de hierbas. Algunos dudaban, pero durante una asamblea extraordinaria realizada para abordar el tema, una locataria hizo unificar los criterios:
- “¿Tanto escándalo por una María?”
Las y los comerciantes del mercado municipal se enfurecieron y exigieron retractarse a la mujer que había hecho el comentario fascista: “Esa María como usted la llama, es una niña de catorce años que puede ser su hija o la mía, y que fue salvajemente violada por cuatro brutos que andan libres, burlándose de ella y gozando de la impunidad que da el dinero”. La señora se cohibió, pidió disculpas y, visiblemente avergonzada, abandonó el lugar.
Hoy ya se han cumplido cuatro meses de que los papás de la niña, con su limitado español, lograron interponer una denuncia. Pero muy poco ha pasado. Tal parece que las autoridades estatales están de acuerdo con la señora del mercado que dijo “ ¿Tanto escándalo por una María?”, la diferencia es que aquella señora por lo menos se avergonzó de su dicho.
Hasta ahora, esta pequeña ha cosechado la solidaridad de casi todas y todos los locatarios del mercado de Cuautepec, salvo de aquellos que son familiares de los violadores, quienes desde sus puestos le gritan “puta”, “piruja” y demás linduras.
Los padres del violador que se dice más “influyente”, inclusive han ofrecido a los papás de la niña cien mil pesos a cambio de retirar la demanda. Los humildes indígenas serranos, con ocho de sus catorce hijos que mantener, han resistido valientemente por el anhelo de obtener justicia. “No voy a vender a mi hija”, ha dicho el padre.
Uno de los primeros avances del caso fue el citatorio para comparecer de los cuatro acusados, a quienes han intentado hacer pasar por menores de edad, cuando dos de ellos aparentemente no lo son. Además, la niña fue llamada a declarar ante el personal psicológico y de química forense en Tulancingo, pero estas personas manifestaron su incredulidad ante las declaraciones de la menor, porque dicen que ella no derrama suficientes lágrimas cuando narra los hechos.
En el caso de esta niña, tanto la primera como la segunda violación tumultuaria han ocurrido porque ella sufre la triple marginación que le da ser mujer, pobre e indígena (a parte de ser niña y, al igual que la mayoría de sus hermanos, nunca haber pisado una escuela y no contar con acta de nacimiento).
Ante tal escenario, lo menos que los tres niveles de gobierno en Hidalgo pueden ofrecer a esta menor indígena es el compromiso de que su caso será llevado limpiamente, y que el tráfico de influencias que hasta ahora se mira, cesará para llevar a los culpables a la cárcel. Pero nada de esto se vislumbra próximo.
El poder ejecutivo le ha fallado a una niña que, a los catorce años, debe trabajar en vez de estudiar. El poder legislativo le debe a esta pequeña el todavía no haber armonizado correctamente la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en Hidalgo, con la cual se le garantizarían plenamente todos sus derechos sexuales y reproductivos.
Y el poder judicial, ¿qué decir cuando en el juzgado municipal de Cuautepec le mintieron para encubrir a un violador “influyente”? ¿Con qué cara podría el poder judicial negar estar en deuda con esta niña, si el personal encargado de hacer los exámenes psicológico y de química forense cuestionan que ella “no llora” cuando relata los hechos? ¿Cómo no dudar que el influyentismo mueve este caso, cuando la investigación contra los violadores se remitió a la mesa uno del Ministerio Público para adolescentes? ¡adolescentes! ¿Cómo saben en el MP que son adolescentes, si cuando decidió remitirlos a dicha mesa, ni siquiera los habían mandado llamar para que se comprobara legal y físicamente que los inculpados deben ser juzgados como adolescentes? Ahora resulta que además de ejercer violencia institucional, también ejercen la adivinación.
Aunado a lo anterior, los tres niveles de gobierno le deben a esta pequeña indígena el no haber adquirido un compromiso real con la institucionalización de la perspectiva de género en todos sus niveles, porque tal carencia pudo llevar este terrible caso a una pesadilla mayor, ya que, durante todo lo que va del proceso, ninguna autoridad, municipal o estatal, le ofreció a esta niña indígena violada tumultuariamente la Píldora de Anticoncepción de Emergencia. Tal vez piensen que no vale la pena armar tanto escándalo por una María.
Hace un año, el ex relator especial para los derechos humanos de los pueblos indígenas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Rodolfo Stavenhagen estuvo en Pachuca y dijo que las problemáticas de los pueblos indígenas del mundo, en especial de México, siguen sin ser resueltas, pues éstos son víctimas “de la violación sistemática de sus derechos humanos”, y que viven situaciones de discriminación, injusticia y enfrentan deficiencias en educación y menosprecio de su identidad cultural.
Parecería que Stavenhagen hablaba de este caso en específico, porque sus palabras corresponden tal cual a esta historia. Hace un año, las autoridades del estado lo invitaron a que impartiera la conferencia magistral Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, dentro de las actividades del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, organizadas por la Secretaría de Educación Pública de Hidalgo. Ya estamos viendo el caso que las autoridades hidalguenses hicieron a las palabras del ex relator.
La Ley Estatal de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, dice que en Hidalgo la violencia institucional son los actos u omisiones de las y los servidores públicos de cualquier orden de gobierno que discriminen o tengan como fin dilatar, obstaculizar o impedir el goce y ejercicio de los derechos humanos de las mujeres, así como su acceso al disfrute de políticas públicas destinadas a prevenir, atender, investigar, sancionar y erradicar los diferentes tipos de violencia. Cualquier parecido con la actuación del poder judicial hidalguense en el caso de esta niña, es mera casualidad.
Con sus acciones, el poder judicial del estado nos demuestra que no vale la pena hacer tanto escándalo por una “María”. Aun así, sería muy bueno que por lo menos la Secretaría de Educación Pública de Hidalgo considerara la posibilidad de atender el analfabetismo de esta niña indígena, quien a sus catorce años sólo ha conocido la violencia, misma que no sólo la ha seguido desde el día de su violación, sino que ha acompañado su crecimiento a través de la pobreza.
Esta pequeña vive con sus progenitores y ocho de sus catorce hermanos en un chiquero. No es figura retórica (ojalá lo fuera), literalmente esta familia vive en un cuarto que antes era un chiquero. Cuando el propietario sacó a los puercos, la niña y sus familiares llegaron a vivir ahí.
A principios de este mes nació su hermano más pequeño, un bebé que no alcanzó a que su madre llegara al hospital. Arribó a este mundo en un taxi que los vecinos se cooperaron para pagar. Del taxi al chiquero, este bebé ignora que se integra a una paupérrima familia en el momento en que su hermana de catorce años es violada tumultuariamente por partida doble.
Luego de que el personal psicológico y de química forense en Tulancingo dijera que dudaba de la niña porque no lloraba lo suficiente, la menor fue remitida a la capital del estado, para que la inspeccionaran psicólogas de la Subprocuraduría de Atención a la Familia y a la Víctima (SAFV) de la Procuraduría estatal.
En la primera entrevista en dicha instancia pachuqueña, las psicólogas le dijeron a la niña que era una mentirosa. La acosaron de tal manera que, por sugerencia de unas integrantes de organizaciones civiles, la pequeña dictó a su única hermanita que sabe escribir, una carta con todos los detalles del caso, la cual fue entregada por las activistas en propia mano al gobernador Miguel Ángel Osorio Chong. El mandatario hidalguense respondió: “No se preocupen, la vamos a ayudar”.
La “ayuda” consistió en que, luego de una sesión legal directamente en la procuraduría del estado en donde se concluyó que la niña “no tenía nada”, la menor fuera sometida a una segunda revisión por parte de la misma psicóloga que la acosó en Pachuca:
- “Si no dejas de mentir, te voy a meter a la cárcel”, le dijo la mujer.
La cabeza de la niña daba vueltas. No había comido nada en todo el día y no estaba preparada para esta nueva violación. La psicóloga no dejaba de cuestionarla, agredirla y amenazarla.
Ahora no sólo los dictámenes periciales de la Procuraduría dicen que no le pasó nada (contrario al dictamen médico inicial que determinaba lesiones graves en vagina y ano), sino que la psicóloga de la SAFV se empecina en convencerla de que tiene compulsión por las mentiras.
Pensó que la sesión legal en que se había presentado el video que los violadores le tomaron aquella desgarradora noche sería lo peor de todo, pero se equivocó. En este momento parecía lejano el dolor que le produjo ver las imágenes de celular que mostraban a cuatro tipos desnudos y con el pene erecto, burlándose de una niña que lloraba pidiendo misericordia.
- Con que cartitas al gobernador ¿eh? ¿No que no sabías escribir?
¡Mentirosa!
- La escribió mi hermana menor, ella es la única de nosotros que sí sabe leer.
- Eres una mentirosa, es lo que pasa.
La niña no pudo seguir. Guardó silencio y se abandonó a sí misma. Sólo alcanzaba a percibir lejanamente la voz de la psicóloga que seguía violentándola.
Trató de llevar su mente hacia momentos más gratos, pero lo único que vino a su cabeza fueron las palabras humillantes que recibe constantemente en las calles de Cuautepec, por parte de las familias de sus violadores, y que se suman a las ofensas que le han proferido algunos miembros de la procuraduría hidalguense:
- “Ya todo está arreglado”
- “La mamá de uno de ellos hizo la comida del cierre de campaña del diputado federal”
- “Mejor ya ni le sigas”
- “No les van a hacer nada”
- “Piénsalo, ustedes son casi puras mujeres”
- “Eres una puta”
- “Ellos tienen palancas en la procuraduría”
- “Pero si a ti te gustó, ¿ahora que reniegas?”
- “Ya se repartió dinero”
- “Los cien mil pesos que le ofrecieron a tu papá y que rechazó, ya los fueron a entregar a gente de la procu”
- “Eres una mentirosa”
- “Son amigos del alcalde”
- “India mugrosa”
- “Te voy meter a la cárcel si sigues mintiendo”
- “¿Tanto escándalo por una María?”
- “Nadie te va a creer”
- “Mentirosa”
- “Mentirosa”
- “¡¡¡MENTIROSA!!!” -
“Ya llévesela”, le dijo la psicóloga a la acompañante de la niña. “No sé por qué no quiere hablar”.
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